Óscar beltrán de otálora
Madrid
Lunes, 30 de marzo 2020, 17:38
Estos días se inicia en el hospital Germans Trias de Barcelona uno de los estudios más avanzados dentro de los intentos de frenar la expansión del coronavirus. Una de las claves es la cloroquina, el fármaco contra la malaria que se ensayó en Wuhan y que se encuentra en fase de análisis en todo el mundo. Otro de sus puntajes es Oriol Mitjá, un reputado epidemiólogo envuelto en la polémica después de que los independentistas catalanes hayan utilizado sus tesis para defender el bloqueo total de Cataluña. Mitjà, además, está liderando una campaña de crítica al Gobierno de Pedro Sánchez que ha enfadado al PSC.
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Es en ese entorno de tensión en el que Mitjà ha iniciado su ensayo. Su tesis es la siguiente: una vez que se localiza a un infectado, se contacta con su círculo de contactos para proporcionales la hidroxocloroquina. Esta sustancia actúa, según varios modelos, como una suerte de barrera de protección ante el virus. Lo que se pretende saber es hasta que punto se evitarán nuevos contagios mediante el tratamiento con el antimalárico. Mitjà, además, suministrará un antiviral empleado en la lucha contra el Sida, el Darunavir, a los contagiados con el fin de estudiar la reducción de carga vírica y, entre otras cuestiones, si su capacidad de propagar la enfermedad se atenúa.
Este estudio cuenta con las bendiciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Consejo Europeo de Investigación y la Agencia Española del Medicamento, entre otras instituciones. La cloroquina, después de todo, es uno de los productos en los que la comunidad científica mundial tiene puestas sus esperanzas como solución ante el avance del Covid-19, aunque todavía son necesarios análisis para determinar su efectividad. El propio presidente Donald Trump avanzó que esta sustancia iba a ser el arma clave en la lucha contra la pandemia.
Oriol Mitjà, nacido en 1980 en Barcelona, se convirtió en un referente mundial después de que en 2010 descubriera un remedio en Papua Nueva Guinea contra el pian, una enfermedad infecciosa similar a la lepra. Mitjà, además, consiguió que la solución fuese una medicina barata y asumible por las empobrecidas economías de la región. Dos años más tarde, la OMS le nombró asesor especial y comenzó a recibir numerosos premios -entre ellos el de Catalán del Año, que otorga la Generalitat-. Ya en esa época se comenzó a vislumbrar a un médico «desbordado por su faceta pública y que huía de la discreción de los laboratorios», según ha señalado a este periódico un responsable de la sanidad catalana. El médico publicó tuits críticos con el Gobierno español tras los incidentes del referéndum ilegal de 2017.
Al estallar la crisis del coronavirus, Mitjà se convirtió en un ariete contra el Gobierno español. Exigió la dimisión de todo el equipo que coordina la lucha contra la pandemia, empezando por Fernando Simón, y defendió el cierre total como única solución para poder frenar los contagio y evitar así el colapso de los hospitales. El president Quim Torra abrazó esta tesis para exigir al Ejecutivo de Pedro Sánchez un aislamiento radical y acusarle, en una entrevista en la BBC, de no actuar contra la pandemia. Finalmente, es la estrategia que ha adoptado Pedro Sánchez aunque dos semanas después de la propuesta de Mitjà.
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En los medios no nacionalistas catalanes se interpretó que Torra era el portavoz de las ideas de Mitjà, quien le proporcionaba un argumento científico en su enfrentamiento con el gobierno central. El más duro en arremeter entonces contra el médico fue el presidente del PSC, Miquel Iceta, quien le acusó de actuar como un cínico. En los mismos medios se reprochó también a Mitjà su silencio ante la estrategia ante la pandemia de la Generalitat, que en un primer momento la consideró una gripe y aseguró que no eran necesarias medidas ante el virus. Pero Mitjà, también cosechó críticas en los medios sanitarios catalanes. El jefe de epidemiología del Hospital Clinic de Barcelona y asesor del Govern, Antoni Trilla, juzgó inoportunas las palabras de Mitja, reprochó a su compañero que se dedicase a realizar críticas políticas en plena crisis y respaldo la actuación de Fernando Simón. El viernes, Mitjà continuó con su campaña y publicó en The Lancet, la Biblia de la medicina, un artículo para volver a demandar a Pedro Sánchez un cambio en su política. Este periódico intentó contactar con Oriol Mitjápero sus portavoces señalaron que está centrado en su proyecto científico y no realiza declaraciones.
El aislamiento absoluto que decidió el Gobierno de Pedro Sánchez este fin de semana no es la única medida para intentar evitar la saturación de los servicios sanitarios por el avance del coronavirus. El presidente adoptó una medida que estaban pidiendo los políticos independentistas tras escuchar el reputado epidemiólogo catalán Oriol Mitjá, el primer abanderado del bloqueo total ante parar la pandemia. Pero el Ejecutivo la adoptó cuando el propio Mitjá había modificado su exigencia y había pasado a reclamar un confinamiento menos restrictivo y en el que se tenía en cuenta la actividad económica.
Un día antes de que el Gobierno anunciase el cierre definitivo, Mitjà publicó en The Lancet -una de las Biblias de la medicina- un artículo en el que detallaba cúál debía ser el modelo adecuado para hacer frente a la epidemia. Su diagnóstico sí que partía de una premisa similar a la que ha pesado en la toma de decisiones de Pedro Sánchez: la indispensable necesidad de evitar la saturación del sistema sanitario español. El médico catalán, agregaba también los datos de la pirámide de población, con un 18% de mayores de 65 años y por tanto propensos a entrar en el rango de enfermos graves. Pero a partir de ahí el rumbo de la estrategia era distinto al que se ha aplicado.
La propuesta de Mitjà se basaba en dos modelos. En el primero, el confinamiento total estaría en función del porcentaje de infectados de cada comunidad de España. Según su criterio, en las regiones con más de 100 contagiados por cada 100.000 habitantes se debería declarar un confinamiento radical, en el que solo quedasen fuera las actividades esenciales. En la práctica, lo mismo que ha decidido el Ejecutivo de PSOE y Unidas-Podemos para toda España. Sin embargo, en las regiones con menos de 100 infectados por 100.000 habitantes, el confinamiento sería parcial y ser permitiría un 30% de la actividad económica y un 25% de los movimientos de la población. Según la clasificación del epidemiólogo, La Rioja, Madrid, Navarra, Euskadi, Castilla-La Mancha, Cataluña y Castilla León serían las comunidades a las que se aplicaría la primera de las medidas. En el resto se permitiría la actividad. El movimiento interregional quedaría cancelado entre territorios al menos durante dos semanas.
La propuesta de Mitjá -al que se ha reprochado una cercanía a los nacionalistas que él ha negado- estas medidas deberían ir acompañadas de un control tecnológico y sanitario estricto. En este sentido, el experto en enfermedades infecciosas propuso que se utilizasen aplicaciones de móviles para controlar a la población y establecer con certeza si se había podido producir contactos con enfermos. De la misma manera, el médico sugería que se ampliase el uso de test del coronavirus para realizar el mayor número posible de controles de la enfermedad. Según sus reflexiones, el modelo asiático había evidenciado que este tipo de medidas permite un aislamiento temprano que evita la expansión del Covid-19. Para Mitjá, además, era imprescindible aumentar la protección para los médicos, en un momento en el que se ha detectado que la enfermedad se puede contagiar también por el pelo y las pestañas.
El documento de Mitjà finaliza con una súplica al Gobierno, en la que ha insistido en las últimas semanas. El experto «ruega» al Ejecutivo que haga públicos los datos que se están recopilando sobre el coronavirus para poder diseñar una estrategia «objetiva, comprensiva y transparente».
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