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COLPISA
Viernes, 20 de marzo 2020, 15:13
Todas las evidencias científicas señalan que el COVID-19 se detectó por primera vez en el mercado de animales exóticos de Wuhan, la ciudad china de 11 millones de habitantes situada en la provincia de Hubei. El 17 de noviembre se registró al primer afectado por la enfermedad, una persona de 55 años, aunque todavía no estaba identificado el brote.
Los casos se fueron multiplicando, en un principio de forma lenta debido a que todavía no se había diagnosticado el caso como COVID-19 y se cree que hubo muchos más casos no detectados. En lo que coinciden todos los expertos es que se trata de un virus que surge a causa de la zoonosis, el término científico para referirse al contagio de un animal a un ser humano. Los análisis del ADN del virus no han sido concluyentes a la hora de determinar cuál es el foco del contagio.
En un primer momento, dos trabajos científicos identificaron al murciélago como el origen de la infección. Posteriormente, otro ensayo señaló al pangolín. A día de hoy, no se descarta que el primero de los animales infectase al segundo y de ahí la cadena pasara al hombre.
COVID- 19 es el nombre dado por la Organización Mundial de la Salud a la enfermedad infecciosa causada por el coronavirus que se ha descubierto más recientemente. El término corresponde a un acrónimo. La 'co' proviene de corona, la 'vi' de virus y la 'd' a disease, palabra inglesa que significa enfermedad. Por su parte, el número 19 se le añade por el año en que se identificó el primer brote.
Como aclara el Ministerio de Sanidad, el SARS-Co-V2 es como se denonima al nuevo tipo de coronavirus que provoca la enfermedad. Es decir, el SARS-Co-V2 es el virus causante y COVID-19 la enfermedad que provoca.
Según la OMS, los coronavirus son una extensa familia de virus que pueden causar enfermedades en humanos y en animales. En las personas se conoce que provocan infecciones respiratorias. Estas pueden ir desde un resfriado común hasta otras patologías más graves como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) o el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS).
Según la Real Academia Española (RAE), una epidemia es una enfermedad que se propaga durante algún tiempo por un país, afectando simultáneamente a un gran número de personas y según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se llama pandemia a la propagación mundial de una nueva enfermedad. Pero aportando más matices, ¿cuál es la diferencia entre los dos términos? La ONU, a través de su agencia para los refugiados (Acnur), explica que son dos los aspectos que se deben analizar: la expansión de la enfermedad desde el punto de vista geográfico y el rápido aumento de los casos de personas afectadas. En una pandemia ambos puntos tienen mayores proporciones que en una epidemia.
Además, el nivel de emergencia sanitaria que producen una epidemia y una pandemia depende de cuatro claves: el modo en que se propaga la enfermedad; la facilidad de la propagación; la posibilidad de contagio de las personas afectadas a las sanas y la relación entre las personas que están en peligro de contagio y las personas inmunes (por haber sido vacunadas, por ejemplo). El miércoles 11 de marzo, a la vista del rápido aumento de los casos (118.000 en total contabilizados ese día) y de los países afectados (114 entonces), la OMS anunció que el coronavirus ya podía definirse como una «pandemia».
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Los síntomas más comunes del COVID-19 son fiebre, tos seca y sensación de falta de aire, pero «en el 80% de los casos los síntomas son leves», advierte el Ministerio de Sanidad. También puede manifestarse con cansancio, dolores, congestión nasal, rinorrea, dolor de garganta o diarrea, que «aparecen de forma gradual», dice la Organización Mundial de la Salud. «Las personas mayores y las que padecen afecciones médicas subyacentes, como hipertensión arterial, problemas cardíacos o diabetes, tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad grave». Cuando el COVID-19 se desarrolla, particularmente en la población vulnerable, como personas con patologías previas o inmunodeprimidas, se presentan «sintomatologías respiratorias», básicamente «insuficiencia respiratoria», indica Sanidad, hasta llegar a una posible infección respiratoria aguda.
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Sin embargo, se ha descubierto que el SARS-Co-V2 puede ser transmitido por personas asintomáticas. Es decir, por que no presentan ningún síntoma. Un artículo publicado en la revista 'Science' cifró que hasta el 55% la propagación del virus por personas que no parecían contagiadas. Los síntomas del coronavirus no deben confundirse con los del resfriado (estornudos, mocos, dolor de garganta), la gripe (dolor de cabeza y musculares, escalofríos, con pérdida de apetito) o la alergia (picor de ojos, congestión nasal, rinitis y estornudos).
Aunque la OMS situó los casos mortales del coronavirus en un 2% al principio de la pandemia, los hechos han demostrado lo difícil de estimar un porcentaje real, pues depende de la cantidad de sujetos diagnosticados. En España, esa cifra se sitúa en un 4,3% (598 defunciones de 13.716 «acumulados»), según los datos recientes de Sanidad, algo similar al promedio mundial del 4% determinado por la Universidad de Medicina Johns Hopkins, que lleva un registro mundial.
Como la mortalidad del coronavirus depende de su diagnóstico y «algunas personas se infectan pero no desarrollan ningún síntoma y no se encuentran mal» no hay cálculos exactos. Además, se ha determinado que la carga viral es mayor cuanta más secreciones respiratorias tenga el paciente. No obstante, en el periodo de incubación también se puede transmitir el virus. En España los test se realizan, en la mayoría de los casos, sólo los que presentan síntomas graves, pero sólo «una de cada seis personas que contraen la COVID-19 desarrolla una enfermedad grave y tiene dificultad para respirar», dice la OMS. Por esta razón la mortalidad en el país podría estar sobrerrepresentada, según el director de Emergencias, Fernando Simón. Tomando el cuenta el número de casos reportados y el total de decesos, en China la mortalidad ha sido del 4% y en Italia superior al 8%.
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Una persona puede contagiarse si entra en contacto con otra persona infectada. Se propaga de uno a otro por medio de las gotículas que salen de la boca cuando se tose o se exhala. Esas secreciones caen en objetos y superficies. Si se tocan estos objetos y luego se llevan las manos a nariz, boca y ojos se puede contraer la enfermedad.
También si se inhalan esas gotículas cuando una persona enferma tose o exhala. Por eso es muy importante mantener el metro de distancia con otras personas, según la Organización Mundial de la Salud.
La OMS continúa estudiando las investigaciones en curso sobre la propagación.
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La vida del coronavirus depende de la superficie en la que se encuentre. Puede permanecer entre dos o tres días en plástico o en acero inoxidable, 24 horas en cartón, algo más de cuatro horas en el cobre (elemento fundamental de las monedas) y en aerosoles hasta tres horas. Son algunas de las conclusiones de uno de los últimos trabajos sobre la actual pandemia que científicos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE UU y de las universidades de California, Los Ángeles y Princeton han publicado en 'New England Journal of Medicine'.
Los investigadores norteamericanos, en un proyecto financiado por el Gobierno, usaron un inhalador para simular la tos o el estornudo de una persona. Así descubrieron que puede detectarse durante tres horas en el aire, aunque algunos científicos comentaron que se había exagerado la amenaza en el aire. Para realizar el estudio, los equipos de investigación también compararon el coronavirus SARS-CoV-1, que provoca el síndrome respiratorio agudo, y el actual SARS-CoV-2. No encontraron grandes diferencias.
En cuanto a lavar la ropa, no es cierto que el virus desaparezca si se lava a 90 grados. Es más, es muy complicado que el coronavirus tenga la capacidad de saltar desde las sabanas de una cama donde ha estado un enfermo y se introduzca por las mucosas de otra personas.
No. No es necesario que la población general lleve mascarillas de protección. Solo la deben llevar los profesionales sanitarios y aquellas personas que están enfermas por el COVID-19 o tiene otro tipo de patologías. Es más recomendable lavarse bien las manos y evitar tocarse la cara con ellas. Un truco que han aplicado en algunos países es fomentar coger las cosas, dar al botón del ascensor o abrir la puerta de casa con la mano no dominante (la izquierda en el caso de los diestros). Es más improbable que de forma instintiva se lleve esa mano al rostro.
Otro producto que se está usando es el gel hidroalcohólico, que se ha convertido en un bien muy preciado en cualquier tienda. Además, circula por internet una receta de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para hacer un gel casero. Precaución. Esta receta solo está dirigida a farmacólogos y profesionales de la salud en aquellos lugares donde no haya posibilidad de tener un producto fabricado. Además, la OMS publicó esta solución de forma genérica, no solo para el COVID-19.
La pandemia del coronavirus ha llenado las redes de bulos informativos como falsos remedios para prevenirlo o curarlo. La propia Organización Mundial de la Salud ha catalogado esta proliferación de mentiras sobre la enfermedad como infodemia. Estos son algunas de las supuestas curas:
No, los antibióticos no son efectivos contra la pandemia. Los antibióticos son un tratamiento contra las bacterias y no contra los virus como el COVID-19. Tampoco comer ajo. Aunque es un elemento saludable con propiedades antimicrobianas no existen pruebas de que su consumo o gárgaras con agua con ajo prevengan el contagio.
No, el agua salina no protege del coronavirus. La OMS especifica que no se ha demostrado que enjuagarse la nariz con una solución con sal prevenga infecciones respiratorias.
No, no se puede matar el virus rociando el cuerpo con alcohol y con cloro. Se pueden utilizar para desinfectar superficies siguiendo las recomendaciones. Pero si el virus está en el organismo no sirve para matarlo y pulverizar cloro o alcohol puede dañar las mucosas.
No, ni el secador de manos ni las lámparas ultravioletas pueden acabar con el virus. En el caso de las últimas además pueden causar irritación de la piel.
Son solo algunos ejemplos de falsos consejos sanitarios que pueden resultar peligrosos para la salud. Existen otros tan absurdos y de alto riesgo como el consumo de cocaína o el tabaco.
La medida más drástica de la declaración del estado de alarma para combatir la pandemia es la orden de confinamiento general de la población. El real decreto que entró en vigor el lunes contempla multas entre 100 y 600.000 euros para aquellos que se salten las reglas de la cuarentena.
Queda prohibido salir a la vía pública salvo en casos tasados como acudir al puesto de trabajo (si se trabaja de un empleo esencial), aprovisionarse de víveres o medicinas u otras circunstancias muy regladas como visitas al médico o atención a los mayores.
Y ante todo, quedan proscritas la aglomeraciones de personas, por muy pequeñas que éstas sean, hasta el punto de que estos desplazamientos esenciales deben hacerse sin compañía salvo causa mayor.
En los últimos días, las prohibiciones derivadas confinamiento se han extendido –por interpretación posterior de las autoridades- a la ocupación con actividades más o menos lúdicas o deportivas de las zonas comunes de las comunidades de vecinos.
Desde el Ministerio del Interior insisten en que las sanciones y los incidentes están siendo mínimos. Eso sí, las multas y arrestos ya se cuentan por decenas, sobre todo por ciudadanos que se niegan a acatar las órdenes de los agentes o se enfrentan a ellos.
La crisis sanitaria se ha convertido inevitablemente en una gran crisis económica que muchos expertos ya advierten de que es más profunda que la financiera de 2008 porque está afectando a todas las ramas de la actividad. Para paliar la situación, el Gobierno anunció el pasado martes un esperado paquete de medidas económicas («la mayor movilización de recursos públicos», aseguró Sánchez) para calmar a las familias, empleados y empresarios.
El Ejecutivo movilizará 200.000 millones de euros, el equivalente al 20% del PIB nacional. Las ayudas van desde la ampliación del derecho a los ERTE a la prestación por desempleo tanto a trabajadores como a autónomos, las moratorias en hipotecas o los fondos de contingencia para colectivos vulnerables. Pero habrá que ver si son suficientes. Este miércoles la Organización Internacional del Trabajo (OIT) advirtió de que esta crisis puede llevar al desempleo a casi 25 millones de personas en el mundo, más que el paro que supuso la recesión económica entre 2008 y 2009.
El turismo es una de las patas más afectadas, un sector que supone el 12% del PIB del país. La mayoría de los viajes se han cancelado y el Gobierno ya ha aconsejado a los españoles que suspendan sus desplazamientos previstos para Semana Santa, a pesar de que para entonces aún quedan tres semanas.
Este reportaje ha sido elaborado por Luis Anarte, Óscar Beltrán de Otálora, Doménico Chiappe, Edurne Martínez, Melchor Sáiz-Pardo, Álvaro Soto y Daniel Roldán
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