Las bebidas energéticas han ganado popularidad en los últimos años, especialmente entre jóvenes y deportistas que buscan un impulso rápido de energía. Estas bebidas, sin alcohol y generalmente gasificadas, están compuestas principalmente por cafeína, hidratos de carbono, aminoácidos, vitaminas, minerales y extractos vegetales, acompañados de aditivos como conservantes, saborizantes y colorantes. La cafeína, un estimulante que no está sujeto a fiscalización internacional, es uno de los ingredientes clave en estas bebidas, y su consumo excesivo puede tener efectos adversos.
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Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), las bebidas con alto contenido en cafeína son aquellas que aportan más de 15 miligramos de cafeína por cada 100 mililitros. Muchas de estas bebidas contienen, en promedio, 32 mg de cafeína por cada 100 ml, aunque algunas pueden tener cantidades superiores. En el etiquetado, es obligatorio informar del contenido de cafeína, expresado en mg por 100 ml, y deben incluir una advertencia de que no se recomiendan para niños, mujeres embarazadas o en periodo de lactancia.
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Para entender mejor el impacto de las bebidas energéticas en nuestro consumo diario de cafeína, Sanidad ha desvelado a cuántos cafés equivale una lata de estas bebidas. A continuación, presentamos las equivalencias basadas en el volumen de la lata:
- 250 ml: Contiene 80 mg de cafeína, lo que equivale a 1 café expreso.
- 330 ml: Contiene 105,6 mg de cafeína, lo que equivale a 1,32 cafés expreso.
- 500 ml: Contiene 160 mg de cafeína, lo que equivale a 2 cafés expreso.
En este contexto, desde la AESAN apuntan que el consumo excesivo de cafeína puede provocar efectos no deseados, como alteraciones del sueño, efectos psicológicos, trastornos del comportamiento y problemas cardiovasculares. De hecho, un consumo regular puede llevar a una dependencia física moderada a partir de 100 mg/día, y la necesidad de consumir dosis mayores para obtener el mismo efecto.
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Para los adolescentes, la ingesta de más de 60 mg de cafeína (equivalente a unos 200 ml de una bebida energética) puede causar alteraciones del sueño, y consumir 500 ml puede provocar efectos adversos generales para la salud. Además, mezclar bebidas energéticas con alcohol puede llevar a una disminución de la percepción de intoxicación etílica, aumentando los riesgos asociados.
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