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VALENCIA
Miércoles, 3 de octubre 2018, 01:09
De cada diez personas adictas, entre ocho y nueve presentan además algún tipo de alteración mental –depresión, ansiedad, trastornos de la personalidad, etcétera–, una dualidad que exige tratamientos completamente personalizados e interdisciplinares para abordar todos los factores implicados en este problema y garantizar así el éxito en el proceso de recuperación. Y es que, si la adicción se trata y el trastorno mental no –o viceversa–, el nivel de recaídas se dispara y el restablecimiento del paciente se convierte en algo mucho más complicado que si estas patologías se encaran de manera global.
No se trata de algo nuevo, sino que es un porcentaje que se incrementa día a día después de años en los que las adicciones recibían una asistencia médica estricta, muy ceñida a un protocolo común para todos los pacientes y que presentaba un alto nivel de recaídas. «Conforme se profundizó en los aspectos psicológicos, se descubrió que las personas que tenían asociada algún tipo de patología mental tenía una mayor tasa de recaída», explica el doctor Augusto Zafra, jefe de las unidades de Desintoxicación Hospitalaria-Ivane Salud (Hospital Vithas Nisa Aguas Vivas) y Salud Mental-Ivane Salud (Hospital Vithas Nisa Valencia al Mar). «Si el paciente presenta algún trastorno de la salud mental, está expuesto a una mayor incidencia de sufrir también una adicción y, si es presenta una enfermedad adictiva, tiene mayor riesgo de padecer algún tipo de alteración mental», añade.
Así pues, las adicciones y la salud mental suelen ser un conjunto, «y como un conjunto deben abordarse para conseguir la recuperación», ya se trate de un consumo patológico de una sustancia –alcohol o drogas– o una adicción comportamental, como es el caso de la ludopatía. «Los estímulos más adictivos son las que generan un impacto intenso y rápido en las áreas cerebrales que regulan la recompensa y las emociones», aclara el doctor Zafra, y «las sustancias estrellas siguen siendo el alcohol, la cocaína y el cannabis», aunque en los últimos años se están dando también «repuntes de opiáceos –heroína– y fármacos» como los tranquilizantes o los analgésicos opioides. Actualmente, el 50% de las personas con adicción lo son a una única sustancia mientras que el otro 50% lo es a más de dos.
Dejar de consumir «no es estar curado», sino que es necesario «romper con los hábitos y los contextos que están asociados al consumo» y «cambiar determinados aspectos de la vida» para realizar una prevención de la recaída y lograr recuperación plena y sostenible, destaca el especialista, algo que en las unidades de Desintoxicación Hospitalaria-Ivane Salud y de Salud Mental-Ivane Salud plantean de manera totalmente personalizada en función de cada paciente. «Cada caso es único», señala el doctor Zafra, «y hay que analizar las circunstancias de cada persona y tratar todos y cada uno de los aspectos que pueden impedir su correcto restablecimiento».
Lo primero de todo es «evaluar médica y psicológicamente» para determinar si es necesario su ingreso o es candidato a realizar un tratamiento ambulatorio intensivo. En el primer caso, los ingresos suelen ser de 21 días y, en ambos, es el primer paso para acabar con el 'enganche' al comportamiento repetitivo. En este primer ciclo, denominado desintoxicación, se lleva a cabo el cese del consumo y se introduce al paciente en un programa psicológico intensivo de enfoque motivacional.
Una vez superada esa fase, llega la deshabituación, que se basa en un programa psicológico cuyo objetivo es modificar los antiguos hábitos del paciente y apartarlo de su entorno más dañino, ya sea familiar, laboral o social. El adicto «aprende mecanismos para llevar una vida diferente gracias a que se conoce mejor psicológicamente, disfruta de unos hábitos más saludables y sabe a la perfección qué es lo que no debe hacer y qué debe cambiar »para seguir manejando su vida en vez de que la adicción lo domine a él. Pese a todo, se pueden dar algún consumo puntual «que hay que reconducir para superar la adicción» y seguir adelante con el tratamiento. Lo importante, subraya el doctor Zafra, «es que el paciente haya asumido esos cambios para salir del círculo que antes lo mantenía atrapado porque, en caso contrario, el riesgo de recaer es muy alto».
Cuando esas modificaciones vitales ya están plenamente aceptadas y reconocidas por la persona adicta, se pasa a una tercera etapa: la rehabilitación. En este caso, la meta es «dar progresión a los cambios» de hábitos y entorno realizados por el paciente y continuar con la abstinencia. «Es una fase crucero de mantenimiento en la que el adicto integra por completo ese proceso de cambio en su vida», señala el responsable de las unidades de Desintoxicación Hospitalaria-Ivane Salud (Hospital Vithas Nisa Aguas Vivas) y de Salud Mental-Ivane Salud (Hospital Vithas Nisa Valencia al Mar).
A continuación, se entra en el último ciclo: la reinserción. «Las revisiones médicas son cada vez más espaciadas y el adicto reanuda su actividad laboral y retoma parte del entorno social y familiar más protector y que conocen el proceso de tratamiento que el paciente ha llevado durante los meses anteriores y han formado parte de él», detalla el especialista, que cifra en «cerca de dos años» el período medio para conseguir una recuperación completa. No obstante, ese tiempo variará en función del grado de adicción del paciente, de su compromiso con el tratamiento y de sus particulares condiciones sociales, familiares y laborales. «Cada caso es único y como tal hay que tratarlo, en todos los aspectos, pero de manera general podemos hablar de 24 meses como un periodo barrera que hay que superar en el proceso de recuperación».
«Lo que está claro es que hay que desterrar el mito de que es imposible salir de una adicción», incide el doctor Augusto Zafra, «porque no es cierto, muchas veces es una barrera mental personal que perpetua la enfermedad adictiva» que es posible derribar para volver a tomar el control de la propia vida y recobrar todo lo que la adicción ha destruido. Para ello, es necesario asumir que existe una enfermedad, buscar ayuda de profesionales e implicarse en el proceso de tratamiento con un alto compromiso.
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