LP
Domingo, 23 de septiembre 2018
Nuestra casa no es un quirófano. La obsesión por la limpieza de muchas personas puede ser peligrosa, incluso mortal. El olor persistente a limpiasuelos no siempre es sinónimo de limpieza sino de una obsesión que puede traer consigo más peligros que beneficios. Nuestras viviendas se llenan de productos que contienen sustancias químicas como formaldehído, ftalatos, éteres de glicol, tolueno, estireno, xileno, cloruro de metileno, dietanolamina o nonilfeno. Todas ellas pueden ser perjudiciales para la salud.
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El pasado mes de julio, una mujer de 30 años falleció en Madrid por una intoxicación por inhalación de amoníaco tras pasar cerca de dos horas limpiando con ese producto la cocina de su casa.
A veces, son las soluciones caseras las que traen el peligro a nuestra casa. Es el caso de una costumbre muy extendida: mezclar lejía y amoniaco para limpiar. Se trata de una combinación especialmente peligrosa. La Organización de Consumidores OCU alerta de forma periódica sobre este caso en especial.
«La lejía es un potente desinfectante pero no conviene abusar de ella: el cloro de la lejía reacciona con la materia orgánica y forma compuestos organoclorados, que son perjudiciales para el medio ambiente. Además, es un producto corrosivo.», alertan en la página web de la OCU.
«Evita también usar amoniaco, que es una sustancia peligrosa responsable de muchos accidentes graves. Aunque las presentaciones actuales son menos concentradas que en el pasado y no es obligatorio que vayan identificadas con el pictograma de corrosivas, es preferible evitarlo igualmente, sobre todo si hay niños en casa.», añade la OCU.
«Nunca mezcles la lejía con amoniaco: se producirían vapores de cloro tóxicos», advierte la Organización de Consumidores.
«Desde junio de 2017 solo es posible encontrar productos en el mercado con el nuevo etiquetado de seguridad, de ahí la importancia de reconocerlo para saber identificar los peligros que entraña almacenar y manipular algunos productos químicos.», advierten
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La OCU ha preparado una infografía en su página web en la que recopila todos estos signos agrupados según el tipo de peligro y que explica el significado de cada uno de ellos.
Lamenta además la falta de información sobre el etiquetado, envasado y modo de uso de estos productos potencialmente peligrosos. Destacan que una encuesta ha detectado que «el 81% de los preguntados afirmaron que no tenían ni idea de que habían cambiado los códigos de seguridad de las etiquetas de los productos químicos».
ALTERNATIVAS A LA LEJÍA Y EL AMONIACO
«Nuestras abuelas, que tenían las casas bastante limpias, utilizaban vinagre, limón y otros productos caseros», recordaba hace unos días a LAS PROVINCIAS Carlos de Prada, director de la campaña 'Hogar sin tóxicos'.
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Según la campaña 'Hogar sin tóxicos', lo mejor para reducir la carga tóxica de una vivienda es, además de airearla siempre que se pueda y que la contaminación exterior no lo desaconseje, recurrir a productos naturales como bicarbonato sódico, sal, vinagre, limón o jabón natural.
Para elaborar un limpiador general se recomienda llenar una botella de espray manual con mitad y mitad de agua y vinagre, y un poco de jabón natural y bicarbonato sódico.
Si lo que se quiere es limpiar los cristales, en principio basta con agua a secas o, si se desea algo más de sofisticación, no hay más que hacer una mezcla con agua y vinagre a partes iguales, todo ello sazonado con una cucharadita de sal.
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Si se quiere abrillantar los muebles se puede mezclar vinagre con aceite de oliva (en una proporción de uno a tres, respectivamente), o limón con aceite de oliva en proporción de uno a dos.
Y si se trata de dejar reluciente el inodoro, hay que echar vinagre y bicarbonato a partes iguales y dejar actuar toda la noche. Por la mañana no hay más que frotar.
Alternativas a los ambientadores o los cada vez más abundantes productos de aromaterapia supuestamente libres de química hay unas cuantas, desde colocar en recipientes hierbas secas o ramas de pino hasta disponer bandejas con bicarbonato de sodio para absorber los olores o hervir agua con canela. También se puede añadir a los productos de limpieza caseros tomillo, limón, enebro, clavo, o infusiones de eucalipto, romero o espliego.
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