El pescado es un alimento con múltiples propiedades nutricionales que favorecen la salud en todas las edades. Es por ello que está tan recomendado su consumo en la dieta diaria. De hecho, el pescado es uno de los pilares básicos de la pirámide nutricional.
A pesar de que, como hemos dicho anteriormente, todos ellos aportan beneficios al organismo, cabe destacar en esta ocasión uno de ellos. Se trata de la trucha que, según apunta la Fundación Española de la Nutrición (FEN), «es un pescado muy cardiosaludable y nutritivo, de sabor suave, bajo en grasa (3%). Es una buena fuente de ácidos grasos omega 3, y considerable de proteínas con elevado valor biológico».
La trucha es el menos graso de los pescados azules al tener tan solo un 3% de grasa corporal, de la cual la mayor parte es poliinsaturada poliinsaturada (omega 3), que se relaciona con la reducción de triglicéridos y colesterol en sangre y la reducción de la presión arterial.
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Bueno para la piel
La trucha, al igual que otros pescados azules como el salmón, contienen DMAE (dimetilaminoetanol). El DMAE es una molécula que estimula los músculos faciales para contrarrestar la flacidez de la piel. Actúa como activo tensor y antioxidante, hidratando la piel y mejorando la síntesis de colágeno. Tiene la capacidad de rejuvenecer la piel y mejorar su aspecto.
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Fortalece los huesos
La trucha es una gran fuente de ácidos grasos omega 3 que favorecen una mejor absorción del calcio y la producción de tejido en los cartílagos, lo que ayuda en la salud ósea.
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Mejora el sistema nervioso
Además, la trucha cuenta con otras vitaminas como la A, D, B3, B6 y B12. Y tiene un alto contenido en selenio y magnesio, siendo este último un elemento muy importante para el funcionamiento de nuestro intestino y nuestro sistema nervioso.
Recuerda que esta es información general y bajo ningún concepto sustituye el consejo de un profesional.
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