La tendencia 'healthy' suma cada vez más adeptos. Muchos restaurantes se suben al barco de la alimentación sana e incluyen opciones para 'foodies' en sus cartas, así como los supermercados ofrecen estantes con productos saludables.
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No obstante, seguir una buena dieta no debería ser, únicamente, una moda. Muchas personas tienden a pensar que comer bien es aburrido y que conlleva mucho tiempo en la cocina. Por eso, al llegar tarde a casa después de una jornada laboral, suelen recurrir a fórmulas no del todo sanas porque piensan que es lo más rápido.
Sin embargo, llevar una buena dieta no implica elaboraciones complicadas en la cocina. Existen recetas fáciles y sencillas con las que crear platos ricos y sanos. Con los superalimentos se pueden crear una gran cantidad de ellas. Son un tipo de productos que son la base de muchas comidas sanas y que son de lo más versátiles. Aportan grandes beneficios al cuerpo ya que son ricos en nutrientes y minerales.
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Un buen ejemplo de superalimento es el tamarillo. Se trata de una fruta exótico de asepcto similar al tomate. Es de sabor agridulce y proviene de Bolivia, Perú y Argentina. Tiene una textura gelatinosa y un color que oscila entre el naranja y el púrpura. Estos son algunos de sus beneficios:
Tiene un bajo aporte calórico, por lo que es de lo más recomendable para aquellas personas que buscan adelgazar.
Es rico en minerales como el calcio, de suma importancia para el mantenimiento de la salud ósea y, por lo tanto, para la prevención de la osteoporosis.
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Su composición ayuda a regular la presión arterial y convierte al tamarillo un aliado para cuidar nuestro corazón.
Por su contenido en fibra soluble ayuda a combatir el estreñimiento ya que produce un efecto laxante suave.
Es rico en vitamina A, que cumple una función antioxidante. Ayuda a eliminar los radicales libres y es esencial para la visión, la piel, el cabello, los huesos, la mucosa y el funcionamiento del sistema inmunológico.
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Contiene una buena cantidad de hierro, esencial para la formación de la hemoglobina o la prevención de la anemia.
La mejor forma es consumirlo crudo, de forma que mantiene todas sus propiedades y su sabor. Se puede optar por comerlo solo, añadirlo a ensaladas para darles un toque especial, o incluso licuarlo y tomarlo en zumo. También se puede emplear para preparar postres y para elaborar mermeladas.
Recuerda que esta es información general y bajo ningún concepto sustituye el consejo de un profesional.
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