Muchos padres se enfrentan a la frustración de ver a sus hijos desmotivados con el estudio, sin encontrar una manera efectiva de cambiar esta actitud. La falta de interés, las distracciones constantes y la presión académica pueden hacer que muchos estudiantes se rindan antes incluso de intentarlo. Sin embargo, el reconocido pedagogo Fernando Alberca ha compartido un método simple pero eficaz para transformar la mentalidad de los alumnos y ayudarlos a esforzarse más en sus estudios.
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Según Alberca, el problema principal radica en la predisposición con la que los estudiantes afrontan el aprendizaje. «Si antes de empezar un tema el estudiante piensa 'esto no hay quien se lo aprenda', su cerebro asumirá esa idea como real», explica el experto. Este pensamiento negativo actúa como un bloqueo que dificulta la concentración y el rendimiento académico.
Para revertir esta situación, Alberca propone un cambio en la mentalidad: sustituir los pensamientos negativos por afirmaciones positivas. «Me lo voy a aprender», es una de las frases que recomienda repetir antes de comenzar a estudiar. Con este simple ejercicio, los estudiantes generan una predisposición más favorable hacia el aprendizaje, lo que mejora su rendimiento.
Otro aspecto clave señalado por el pedagogo es la persistencia. En un mundo donde la capacidad de concentración ha disminuido drásticamente —pasando de 20 minutos en los años 80 a solo 18 segundos en la actualidad—, es crucial encontrar formas de mantener el enfoque. Para ello, Alberca sugiere que los alumnos recuerden para qué y para quién estudian, ya sea para alcanzar sus propios objetivos o para satisfacer a alguien importante en sus vidas. Esta conexión emocional con el propósito del estudio puede ser un gran motor de motivación.
Además, el experto enfatiza la importancia de reconocer el esfuerzo como un logro en sí mismo. «No importa lo que hagas, sino quién lo hace. El que hace la cama es quien sale beneficiado, no la cama», afirma. Esta perspectiva ayuda a los estudiantes a ver cada tarea como una oportunidad de crecimiento y no como una simple obligación.
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Siguiendo estas estrategias —adoptar una actitud positiva, mantener la constancia y valorar el esfuerzo—, es posible fomentar una relación más saludable con el estudio. Este enfoque no solo mejora el rendimiento académico, sino que también fortalece la disciplina y la autoestima de los estudiantes, preparándolos mejor para afrontar los retos del futuro.
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