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Julio Arrieta
Sábado, 29 de julio 2023, 00:41
Gracias a la propaganda de sus enemigos, que procuraron destacar los aspectos más extravagantes de su personalidad, es sabido que el emperador Nerón Claudio César Augusto Germánico, Nerón (37-68) era un gran aficionado a las artes escénicas y muy amigo de demostrarlas en público, hasta el punto de no interrumpir una de sus actuaciones, en un auditorio lleno, a pesar de que se desencadenó un terremoto cuando estaba a media canción.
El emperador tenía su propio teatro, donde daba rienda suelta a sus talentos ante un público que -según las malas lenguas clásicas- no solo estaba pagado para aplaudir, sino que estaba entrenado para hacerlo en diferentes modos. Lo que parecen ser los restos de este escenario privado, el 'Theatrum Neronis', acaban de salir a la luz en unas excavaciones arqueológicas realizadas por la Superintendencia Especial de Roma en Palazzo della Rovere, muy cerca de la basílica de San Pedro, en el Vaticano.
La excavación, previa a la construcción de un parking subterráneo, se había abierto en el patio del palacio, un edificio del siglo XV que es la sede de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén. No es sorprendente que los trabajos hayan revelado una «estratigrafía compleja», según los arqueólogos, que va desde la época de la República romana a la Baja Edad Media. Y es en los niveles de época imperial donde los excavadores han dado con los restos de la parte izquierda de la cávea del teatro, entre ellos «suntuosas columnas trabajadas con mármoles preciosos», además de refinadas decoraciones de estuco con pan de oro. Los arqueólogos también han identificado espacios que debieron de usarse para almacenar vestuario y decorados.
«Es un hallazgo de importancia excepcional -valoró Daniela Porro, superintendente especial de Roma- que da testimonio del lugar donde Nerón ensayaba sus representaciones poéticas y musicales». La existencia del edificio, añadió, era conocida porque lo mencionan en sus textos algunos historiadores romanos, como Plinio, Suetonio y Tácito, que más o menos situaban el teatro en el área que ahora ocupan el Vaticano y sus calles colindantes.
Las excavaciones, iniciadas por Renato Sebastiani y dirigidas ahora por Alessio De Cristofaro y Marzia Di Mento, siguen en curso, pero las autoridades ya han podido presentar en público «objetos preciosos» de diferentes épocas, ya estudiados, analizados y preparados para ser expuestos: hay ejemplos muy raros de copas de vidrio, cántaros y material cerámico, insignias de peregrinos, partes de instrumentos musicales, bisagras de muebles y rosarios.
Los elementos cristianos se explican porque por la zona en la que se encontraba el teatro, y que después ocuparon diversos edificios medievales hasta el palacio actual, pasaba el camino por el que los romeros llegaban en peregrinación al lugar donde la tradición decía que se encuentra la tumba de San Pedro, donde ahora se alza la basílica, y dejaban a su paso objetos religiosos y recuerdos.
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