Con la tinta a cuestas por Tomorrowland y un crucero

-¿Y lo peor?

-La curación de los tatuajes. En los meses de julio y agosto, en los estudios de tatuajes en general baja un poquito el trabajo. Por un lado, porque la gente está de vacaciones. Y por otro, porque el que se tatúe sabe que se tiene que privar de ir a la playa y la piscina.

Pasar unos días en Bélgica con motivo de la celebración de Tomorrowland, el festival de música electrónica más importante del mundo. Más tarde, en septiembre, embarcar en un crucero de lujo en Miami. Dos planes que, para la amplia mayoría de la población, serían sinónimo de unas vacaciones de ensueño. Para Davinia Bataller, en cambio, suponen oportunidades atractivas y extraordinarias para trabajar. La valenciana, conocida en el mundo artístico como Davinia Do Santo, hace de la tinta su medio de expresión. Su medio de vida. Es tatuadora y, en los 14 años que lleva ejerciendo, ha firmado creaciones que le han catapultado hasta lo más alto. De ahí que, durante el verano, su estilo vaya a quedar marcado en la piel de numerosos clientes por distintas partes del mundo.

Davinia, de 41 años, tiene sus centros de operaciones en Gandia, su ciudad natal, y en Suiza. En cualquier caso, es una asidua a convenciones internacionales. Salvo un paréntesis de una semana que se tomó en julio, no a tener vacaciones estivales. Afronta estos meses como una ocasión para trabajar de una manera diferente al resto del año. Y es que se trata de un oficio con cada vez más movilidad. No hace falta un estudio fijo. Se multiplican los eventos en los que, como parte del programa de actividades, ofrecen la posibilidad de tatuarse. Los organizadores contratan para la ocasión a artistas y los asistentes a la celebración deciden si se lanzan o no... Toda una tendencia, por ejemplo, en bodas y fiestas privadas. Aunque la valenciana tiene un filtro muy claro cuando le llega una propuesta: «Si veo que no van a cumplir la normativa exigida, no me arriesgo».

Por segundo año consecutivo, Davinia fue invitada en julio al célebre Tomorrowland para trabajar. Se alojó en un camping junto a sus compañeros de festival: «Éramos cerca de 30 tatuadores. Había de España, Rusia, Colombia, Bélgica, Alemania, Luxemburgo, Portugal... En principio, el próximo año volveré», cuenta con emoción: «Para mí ha sido una experiencia increíble, socializar con otros artistas de otras partes del mundo ha sido muy guay».

Realizó entre 10 y 15 piezas al día: «El festival exige tatuar sólo diseños exclusivos que tienen que ver con Tomorrowland. He tatuado a gente de Brasil, de Texas, de Australia... Quieren recordar ese viaje y esa experiencia con un tatuaje. Siempre lo van a tener en su piel». También pudo desconectar: «Hacemos un horario en el estudio. Yo trabajaba cinco o seis horas al día y el resto del tiempo era para ir al festival, dar un vuelta o descansar».

Sin embargo, a nivel laboral, hay algo que le generó un mayor impacto que Tomorrowland: «La experiencia que más me ha gustado ha sido tatuar en los cruceros Virgin. Son cruceros sólo para adultos y de lujo. Una experiencia alucinante. Aparte de trabajar, disfrutas, conoces mundo... Ofrecen trabajo y viaje al mismo tiempo». En octubre, estuvo por Grecia y Croacia: «Ahora en septiembre voy hacer otro en Miami. Y en diciembre, por el Caribe. Es como trabajar en un estudio, pero estás en alta mar».

Antes de irrumpir en el gremio de los tatuadores, Davinia, quien había estudiado un Ciclo Superior de Estética, se especializó en la micropigmentación de cejas, labios y ojos. Pero un día vio un tatuaje de realismo y algo hizo clic en su cabeza: «Me sorprendió. Entonces me dije: 'Yo quiero conseguir eso'. Me apunté a clases de dibujo y pintura. En vez de ir por el sector de la belleza, me fui por el artístico. Me desvié».

No olvida una embarazosa situación que vivió en sus inicios. «Yo llevaba un año tatuando. Vino un chico y me pidió tatuarse la esvástica. Yo le pregunté: ¿'Estás seguro de hacerte eso? Es para toda la vida'. Me respondió que sí. Yo le dije que no estaba muy a gusto tatuando ese tipo de simbología y que no me iba a salir bien. No entré en debates. Simplemente le dije que buscara otro tatuador. Me extrañó que me lo pidiera», recuerda.

Un punto de inflexión en su carrera fue el hecho de tatuar en varias ocasiones al futbolista argentino Rodrigo de Paul. El centrocampista del Atlético de Madrid, actual campeón del mundo, contactó con Davinia cuando militaba en el Udinese italiano.

«A Rodri le hecho bastantes tatuajes. La espalda entera, la pierna, el brazo... Es muy guay ver cómo ha crecido a nivel futbolístico y poder tatuarle y dejarle esas marcas en la piel. A partir de ahí, me llamaron algunos futbolistas más», explica. Por sus manos han pasado los jugadores Giovani Lo Celso, Tucu Pereyra y Hugo Mallo; la cantante Tini Stoessel; el actor Adrián Rodríguez...

Actualmente, Davinia está centrada en el realismo en grises y el pop art en color. Pero tiene una aspiración: «Crear un estilo propio fusionando, mezclando cosas». Y celebra la revolución producida en las últimas décadas: «Ha cambiado mucho la forma de mirar a una persona tatuada. Hoy en día los tatuadores nos podemos llamar artistas con letras mayúsculas».