
Hay una revolución silenciosa contra el estrés, que se está gestando puntada a puntada, con hilos y agujas como armas principales. Una práctica que crece ... casi al mismo ritmo al que se van cerrando las antiguas mercerías y tiendas de lanas de todas las ciudades, de manera algo contradictoria. Pero, lejos de anticipar la muerte dell bordado y el tejido (con agujas o crochet), todo lo relacionado con la costura está en alza, curiosamente, con un gran tirón de la formación y las compras de materiales online. Y es que, en un mundo acelerado, volver a lo analógico es un acto revolucionario y priorizar el autocuidado es uno propósitos que muchas personas se han marcado para este 2025.
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Los cursos de bordado online y presenciales se multiplican, los talleres para aprender a tejer con una o dos agujas, están en alza, y los tutoriales para hacerse un jersey con agujas circulares están rompiendo el algoritmo. En las librerías, ese auge por las manualidades con hilo también se ha visto reflejado. Las portadas de numerosos libros están ilustradas con hilo y el prestigioso Premio Nacional de Cómic 2024, se lo llevó la artista Bea Lema, con 'El cuerpo de Cristo' (Ed. Astiberri), una novela gráfica ilustrada con sus propios bordados.
Bea Lema ha crecido entre hilos y telas. Viene de una familia donde la costura ha tenido presencia desde sus abuelos, que eran sastres. Su madre aprendió el oficio muy jovencita. Iba con la máquina a todos lados. «Cuando nací yo, ella trabajaba en talleres, pero dejó de hacerlo para criarme a mí y cosía en en casa. Yo he crecido a los pies de esa máquina de coser, visitando las mercerías, comprando tejidos... Pero nunca me ha querido enseñar, porque quería para mí algo que ella consideraba un futuro mejor, que estudiara. Decía que era un oficio esclavo y mal pagado», cuenta. Pero ella ha jugado siempre con esos retales al pie de la máquina. «Dejé de hacerlo, pero siempre me ha gustado hacer cosas con las manos», explica. En el cómic, con el que el pasado año se alzó con el premio nacional, surgió «de manera espontánea, casi por intuición». Porque en la pandemia. Inspirada por unas arpilleras de Bolivia. «Trasladé una de las imágenes del cómic mezclando apliques textiles con bordado. Me gustaba el descontrol de la técnica y cómo se construía la imagen y el resultado se iba revelando», señala. Empezó a investigar sobre esas arpilleras, unas tejedoras sudamericanas y descubrió a los grupos de mujeres chiles que, durante la dictadura de Pinochet, se reunían para hablar del dolor. Esa forma de creación les hacía compartirlo y denunciarlo. «Me atrapó esta idea porque la costura ha sido un oficio impuesto para las mujeres por mucho tiempo. Y usarlo como forma de denuncia. Quiero poner en valor ese saber hacer que durante mucho tiempo estaba considerado una artesanía. Lo textil no estaba en los museos, tenía lugar dentro de las casas, en las toallas, manteles, como vida cotidiana», cuenta.
A ella, el bordado como técnica artística le resulta muy relajante y hace que conecte con el momento presente, la parte intuitiva, que se abstraiga del ruido y de la balanza de estímulos de la vida actual. «Me gusta mucho trabajar con las manos porque hace que esté más en contacto con mi intuición, que es desde donde intento crear. No puedes estar inspirada cuando tú quieres. Y cuando empiezas, está está ese punto de no saber qué vas a hacer o qué va a salir. Tiene una parte de juego, de dejarse llevar y disfrutarlo. Me gusta mucho tocar las texturas de los hilos, de las telas, esa parte más sensorial», relata la premio nacional de cómic, publicado en la editorial Astiberri.
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Entre las editoriales que también han confiado en los bordados para sus portadas está Blackie Books, que tiene algunas emblemáticas, como la de 'La constelación del perro'; o Taurus con 'Las que faltaban. Una historia del mundo diferente', ambas con el sello de la bordadora Nuria Picos. Pero también Lumen, con 'Diario de una bordadora', hecha por Loly Ghirardi o Srta. Lylo, una bordadora y diseñadora gráfica muy conocida en redes.
¿Moda o ha venido para quedarse? Bea Lema, la ilustradora y bordadora no se atreve a hacer una predicción. «No lo sé, pero creo que a día de hoy la presencia de lo artesanal viene dado por el momento tan acelerado, condicionado por lo tecnológico, que no respeta los ritmos de la vida, lo cíclico… lo vemos en la naturaleza, de la que formamos parte. El trabajo manual nos reconecta con nuestro verdadero hilo interno. Y en un mundo donde todo se uniformiza, lo artesanal, con esa parte imperfecta, con una huella más humana, nos atrae cuando empezamos a estar hartos de la perfección que nos da la máquina», justifica
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El bordado también ha llegado a las campañas de publicidad. En Valencia, sin ir más lejos, la bordadora gráfica Maite Canet (@mai_kilo) ha firmado las dos últimas de Turismo Valencia, con sendas campañas para Valencia Cuina Oberta y otra navideña. Una muestra más de que la ilustración con hilo está en alza.
Los bordados o el tejido mediante agujas o crochet (el ganchillo de toda la vida), también han ido más allá de las portadas de los libros. Y es que, han comenzado a protagonizarlos para enseñar estas técnicas que tienen una derivada más allá de la mera afición. La última en unirse ha sido la crochetera Alicia Recio, más conocida en redes como, @alimaravillas Además de mostrar técnicas y patrones que ella misma diseña, Alicia ha reflexionado sobre importancia del crochet en su vida y los aprendizajes que ha extraído de esta práctica.
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«Ahora lo queremos todo para ya. Aunque seamos conscientes de que lo hecho a mano lleva su tiempo, queremos que la aplicación donde lo compramos no se nos cuelgue ni un segundo o que el transporte en el que nos lo envían tarde como mucho veinticuatro horas. La inmediatez se ha convertido en la reina de nuestras vidas. Romper con esta idea y anclarnos a un mundo tejido a fuego lento suena a revolución», dice.
En su primer libro pone en valor lo que el crochet, al igual que cualquier otra afición creativa, nos aporta en todos los planos de nuestra de vida: «calma, serenidad, lucidez o bienestar». «Nos ayuda a ver las cosas con claridad, a conocernos mejor, a desenmarañar los problemas, a aprender de los errores. Nos enseña que siempre podemos deshacer lo hilado y volver a empezar. Nos llama a hacer una cosa a la vez, a dejar volar la imaginación y a soñar», dice. «Mi recomendación es que, si en ocasiones sientes que este mundo va demasiado deprisa y a ratitos te duele, te pares y hagas algo con tus manos».
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Pero, el bienestar que provocan estas prácticas artesanales es incluso cuantificable. En una encuesta online a más de 3.545 tejedores, realizada por el terapeuta Betsan Corkhill, más de la mitad de los encuestados aseguró que tejer les hacía sentir «muy felices». Y muchos dijeron que tejían por los efectos de relajación y alivio del estrés, además del fomento de la creatividad que les produce. El estudio encontró una relación significativa entre la frecuencia del tejido y el estado de ánimo y los sentimientos percibidos por los encuestados. Tejedores frecuentes (los que tejen más de 3 veces a la semana) eran más tranquilos, más felices, menos tristes, menos ansiosos y con más confianza. El estudio de Corkhill concluyó que «tejer tiene beneficios psicológicos y sociales, que pueden contribuir al bienestar y calidad de vida.» Curiosamente, el estudio también encontró que las personas que lo hacen en grupo, eran incluso más felices que los tejedores en solitario.
Otro de los beneficios del tejido es la posibilidad de diseñar y tejer tus propias prendas, lo que las convierte en exclusivas. Además, carga de valor sentimental los jerseys y chaquetas que cada uno hace, por la cantidad de horas que le dedica. La agujas de madres y abuelas están saliendo de los cajones para pasar a ser empuñadas por nuevas generaciones, que comienzan a ser autodidactas. Y entre esas nuevas técnicas, ganan por goleada las agujas circulares y las agujas circulares intercambiables, que permiten finalizar prendas sin costuras. También el crochet (antes llamado ganchillo) está en auge, con miles de vídeos en redes sociales de crocheteras que comparten sus patrones y sus técnicas. Ayudan, además, a crear comunidad y a resolver errores que permiten solventar problemas y ayudar a cultivar la paciencia.
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Para comenzar a bordar nos hacen falta muy pocas cosas. Pero estas serían las básicas con las que podríamos arrancar nuestros proyectos.
Hay muchos tipos de bordado, pero lo bueno es que los elementos suelen ser comunes a todos ellos. Para empezar, apenas hace falta un trozo de tela, aguja e hilo. Ni siquiera un patrón. Sólo imaginación y ganas. Además, hay precios de materiales para todos los bolsillos.
El mundo del tejido ha cambiado mucho en los últimos años, con la generalización de las agujas circulares, que permiten tejer sin costuras y patrones de 'arriba a abajo' con los que se hacen prendas de un tirón. Las dos agujas de toda la vida se siguen usando, pero los más jóvenes han abrazado la comodidad de las circulares. Lo más sencillo, siempre, para comenzar, es lanzarse con una bufanda. Con saber hacer punto derecho y punto revés, podemos tejernos nuestra propia prenda.
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Así que ya sabes, si te animas a bordar o tejer, nunca es mal momento para adentrarse en un mundo que tiene beneficios demostrados, tanto como afición como para comenzar a customizar tu armario. Relajación y prendas personalizadas. Un combo que debería convencerte.
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