Borrar
Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia y deja 18 atendidos por humo
Mi pin de 'Amable con los mayores' M. H.
Amable con los mayores

Amable con los mayores

M. Hortelano

Valencia

Miércoles, 24 de julio 2024

Hola capturadores

Captura de pantalla ha entrado en el verano, como todos los mortales. Ya sabéis que en esta época siempre trae alguna novedad, porque soy consciente de que tus ritmos cambian en estos meses. Pero este año quiero mantener la esencia de las cartas, que es con lo que más disfruto. Así que las podrás seguir leyendo, cada viernes, hasta el próximo 9 de agosto. Pero como sé que estarás viviendo en el mundo del ocio, he decidido ponértelo un poco más fácil. Así que hasta que me vaya de vacaciones, yo misma te leeré las cartas, para que sólo tengas que escucharlas mientras conduces con destino a la playa, o estás en la hamaca con una piña colada en la mano. Eso sí, si prefieres seguir leyéndola, podrás hacerlo. Tú eliges. Yo, por si acaso te dejo la carta leída por mí misma en este enlace para que sólo tengas que escucharla.

El 14 de noviembre de 2021 me dieron un título que no tengo puesto en mi curriculum. Tampoco actualicé mi perfil en Linkedin para añadirlo. Pero recibir el pin que me pusieron esa tarde me hizo más ilusión que cualquiera de los certificados que cuelgan las madres en el salón para presumir de hijas licenciadas. Pero, vayamos a ese día.

Ese domingo fue muy especial para muchas personas. Casi superada la pandemia, pero todavía con mascarillas en muchos interiores, el centro de mayores Jubiocio reabrió sus puertas después de un año y medio cerrado por el coronavirus. Un club social que durante esos meses se había convertido en uno de los vacunódromos de la ciudad, en el que yo tuve la suerte de ponerme mis dosis de Pfizer. Escribí mucho esos días del buen ambiente que había en Jubiocio, de lo bien organizado que estaba todo y del musicote que las enfermeras, reconvertidas a djs entre pinchazo y pinchazo, habían creado para hacer más amena la espera. Y por todo aquello, cuando el centro de mayores reabrió sus puertas, me llamaron para presentar esa reapertura. Ese domingo acabé bailando el 'Saturday Night' en una larga fila de jubilados y jubiladas, con una sudadera que me había hecho para la ocasión (Yo me vacuné en Jubiocio, ponía). Celebramos la vuelta a la normalidad y como agradecimiento, los organizadores me regalaron una insignia con un título: Amable con los mayores.

Las personas mayores me caen casi todas fenomenal. Quizá es porque me han criado mis abuelos y yo era la nieta pequeña, hija de su hija más pequeña, que hacía que la diferencia de edad con todos mis primos, tíos y abuelos fuera más que evidente. Pero con ellos aprendí casi todo lo que sé. Y no hay mejor día para recordarlo que hoy, que se celebra el Día de los abuelos. Si hay alguien importante en mi vida, ese ha sido mi abuelo Federico que, además, murió en esta misma fecha. Él fue la persona con la que más horas pasé en mi infancia. Él me llevó al colegio en su Ford Escort azul hasta que incluso fui tan mayor que me acabó dando vergüenza que me dejara en la puerta. Con él me aprendí todas las capitales de provincia en las matrículas de la época y me aficioné a escuchar la radio a todas horas, a ver el telediario, al que él llamaba el parte, y a ver todos los días en mi casa un periódico. De él heredé la máquina de escribir con la que me picó el gusanillo de juntar letras, la grapadora con la que uní mis primeras páginas caseras, mi afición por las barras de bar y un don para entender que no hay historia pequeña. Algo similar a lo que me contó hace unos meses, durante una charla, la inagotable periodista María Ángeles Arazo, que a sus 94 años ya ha perdido la cuenta de los que lleva contando historias. Lo hace procurando algo tan revolucionario como escuchar. «Vivir, preguntar y recordar», fueron la fórmula que me dio para poder seguir ejerciendo mi profesión, que es también la suya.

A veces, ni siquiera hace falta buscar esas historias. En ocasiones, llegan solas. Te voy a contar una. Hace unos días me llegó al periódico una carta escrita a mano por José Javier, un señor de 72 años de un pueblo de Cáceres, que me había encontrado gracias a una columna de mi compañera Rosa Palo. La había leído en el Hoy, el periódico que Vocento tiene en Extremadura, porque a nuestra columnista de cabecera se la puede leer en todos los regionales del grupo. En ella, hablaba de la cadena de postales que organizamos aquí, en Captura de pantalla, hace unas semanas, para conseguir que muchos de nosotros tuviéramos una carta escrita a mano en nuestro buzón. Una iniciativa en la que ella misma había participado, con la mejor postal de todas las que me han enviado los capturadores. Así que José Javier cogió mi nombre de la columna de Rosa Palo («que es más cachonda que la música de los caballitos», me dice de ella) y me envió una preciosa carta escrita a mano a Valencia. «Te pongo unas líneas porque Rosa decía que tienes un grupo de personas que se escriben entre ellas y como me gusta escribir, me he dicho: pues voy a probar a ver si conecto con gente de por ahí y nos contamos nuestras cosas. ¿De acuerdo?», me escribió. Y me recordó a cuando mi abuelo Federico me dejaba notas para casi todo. O me enviaba cartas cuando me fui a estudiar fuera.

Pues de acuerdo, José Javier. Vamos a ver cómo sale esto. El caso es que desde un pueblo de 1.700 habitantes de Extremadura me contó que no tiene quien le escriba. Dice que le gusta mucho «leer, viajar, y todo lo relacionado con el deporte, menos el fútbol». Le encanta el tenis, el ciclismo, el baloncesto o el atletismo. Me cuenta también que le gusta viajar, aunque cada vez más cerca, y que el calor se le hace bola. Que es un enamorado de La Vera, que la tiene muy cerca de casa, «con sus gargantas y aguas heladas» y que, por el momento, esto es todo lo que me cuenta, antes de prometerme de que responderá a todo aquel que se anime a escribirle. «Prometo ser serio», acaba diciendo, antes de firmar de puño y letra su despedida.

Siempre he presumido de que esta carta, Captura de pantalla, ha evolucionado en estos años a algo más que un texto semanal. A un punto de encuentro de personas de todo tipo que siempre acaban teniendo cosas en común. Una comunidad, que se dice ahora. De todas las edades, de muchas ciudades distintas. De gustos diferentes. Pero a todos nos une la necesidad de contar y leer historias. Como le sucede a José Javier. Así que estoy segura de que muchos de los que cada viernes recibís esta carta vais a querer enviarle una a él. Porque para esos estamos los capturadores. Yo lo voy a hacer, que encima acaban de empezar los Juegos Olímpicos y veré muchos de los deportes que a él le gustan. Y si no, le contaré mis planes viajeros para este verano. Seguro que se alegra muchísimo cuando abra el buzón y vea que no he sido la única que ha sacado unos minutos para enviarle una carta. Si tú también quieres hacerlo, envíame un correo a marta.hortelano@lasprovincias.es y te doy su dirección, que se pondrá muy contento de leerte. Si lo haces, entrarás en ese club que no engorda currículums, el de las personas amables con los mayores. Porque todos los vamos a ser algún día. Y si no, mal asunto.

P.s. Aprovecho desde aquí para recordar a quienes participaron en la cadena de postales de mayo que las personas a las que le teníais que escribir están esperando vuestra carta o postal. Lo digo porque hay algunas que se han puesto en contacto conmigo porque no han recibido nada. Seguro que a alguien se le ha olvidado o alguna se ha extraviado. Pero recordad que al otro lado hay una persona que la espera.

El escaparate

La semana pasada me fui a pasar el fin de semana al mar, que es el mejor sitio al que se puede ir cuando el poniente aprieta. Y en esa escapada descubrí un par de cosas que quiero compartir contigo por si te apañan para hacer un regalo o hacértelo tú mismo.

-Si este verano pasas tiempo en la comarca de La Marina (Xàbia, Dénia, Benissa, Moraira...), hay un plan muy chulo si te pilla allí un domingo por la tarde. Y es acercarte a Jesús Pobre, una pedanía de Dénia, en la que se monta sólo ese día el Mercat del RiuRau. Se trata de una especie de mercado de productos de proximidad y artesanía de la zona que, ahora en verano, se completa con música en directo y muchas mesas al aire libre. El ambiente es impresionante y el plan se hace solo. Mira, llegas y aparcas el coche en el parking público de la entrada del pueblo. Te van a pedir 2 euros, que se destinarán a las fiestas del pueblo. A dos pasos verás el mercado de piedra. No hay entrada, ni hay que pagar nada por acceder. Te aconsejo que primero te des una vuelta, veas todo y después ya elijas. Verás frutas y verduras, encurtidos, mermeladas, quesos, papas, frutos secos. Todo de la zona y de pequeños productores. Pero lo el plato fuerte llega con la variedad de cocas y coquetes de los hornos de la zona. Para que me entiendas, son una especie de pizzas pequeñas, muy típicas de esta comarca. Todas caseras y con recetas muy propias. Puedes comprar unas cuantas y pasar después por el puesto de vinos valencianos y vermús. Los tienen fríos. O por el de cervezas artesanas. De ahí coges mesa en la zona de pinos. Y si no ves, te sientas en un bordillo. Y disfrutas de una buena merienda-cena al aire libre, bajo los pinos, y con el Montgó de frente, mientras suena buena música. Abren de 6 de la tarde a 11 de la noche, sólo los domingos. Y si te queda hueco, también tienen dulces. Merece la pena el plan.

-Además de probar un montón de cosas ricas de comer, me compré dos cosas que me han merecido mucho la pena. La primera es una mermelada de albaricoques con vainilla. Hecha a mano, en Bellreguard, con albaricoques de verdad. Porque es a lo que sabe. Me costó 4 euros. Y la segunda, son unos pendientes preciosos que hace Paloma, la cara detrás de @liqenhandmade Son piezas únicas de verdad, porque están hechas con residuos y piedrecitas rodadas recogidas del mar. En concreto, de las playas de Dénia. Tienen pendientes, anillos y colgantes muy especiales. Los míos llevan un cristal verde. Seguro que en su día fueron una botella de Alhambra verde que alguien dejó en una playa. Así que además de tratar de recoger residuos del mar, hacen cosas preciosas.

-Y para terminar el surtido veraniego, os dejo un producto que me está salvando los labios. Tengo la desgracia de ser muy sensible a los dichosos herpes o fiebres. Y una de las cosas que más me los activa es el sol. Así que además de ir siempre todo lo tapada que puedo, en verano me pongo protección también en los morros. Pero es que, además, ahora, con la ortodoncia, se me secan mucho más. Así que llevo un tiempo alternando varios. En concreto, el Letibalm (en tarrito) con un bálsamo de Babé con SPF50. Así que cuando la semana pasada la marca valenciana me mandó uno de regalo, casi lloro. Recomendación Hortelanier de verdad, que yo no soy influencer. Las cosas que os comparto siempre son porque me gustan y me funcionan. Tengo amigas que ya se han comprado dos.

Gat-checking: periodismo de gatos

La abuela de gatos M. H.

Ayúdame: Esta carta sólo llega por correo, no la encontrarás en ningún sitio más. Comparte si quieres algo de esta newsletter en tus redes y etiquétame o usa el hashtag #capturadepantalla para ayudarme a llegar también a tus amigos.Tienes todas las cartas ya enviadas aquí guardadas por si quieres ver el género antes...

Suscríbete: Si has llegado aquí porque alguien te ha hecho llegar esta newsletter, puedes apuntarte para que te llegue la semana que viene a ti. Lo puedes hacer gratis aquí.

Escríbeme: si quieres contarme algo, estoy en marta.hortelano@lasprovincias.es y no sabes la ilusión que me hace recibir vuestros mensajes.

Gracias por leerme

Marta

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Amable con los mayores