![La carta de Sofía](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/11/20/sofia.jpg)
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Hola capturadores
¿Qué se le dice a alguien que lo ha perdido todo de la noche a la mañana?, ¿qué consejo funciona?, ¿qué palabras no suenan huecas?. ¿Cómo se empatiza con quienes ahora sufren por una riada si tú no has perdido nada, tu vida sigue siendo la misma y no has visto ni una gota? Las preguntas tienen la misma validez para cualquier tragedia. Para cualquier duelo. Siempre es difícil poner palabras que sean de verdad cuando lo que ha sucedido está fuera de tu esferza de dolor. Llevo días dándole vuelta a esto. A cómo seguir adelante cuando las malas noticias se nos han acercado muchísimo. Pero las casualidades no descansan. Siempre están operativas para sorprendernos cuando menos lo esperamos.
Así que el otro día, mi compañera Lourdes Martí, la generosidad con patas, me envió un whatsapp salvador. Ella, que vive en uno de los municipios más afectados y que se ha llevado un guantazo con la mano abierta de esta DANA. Pero a ella le pueden más las ganas de ayudar, porque se siente una afortunada por limitar su desgracia a daños materiales (algunos con una gran carga sentimental). «Tía, tengo una historia que igual te puede servir para Captura de pantalla». Hacía unos días que ella había publicado este tema en el periódico, sobre los dibujos y mensajes de apoyo que los niños de un cole de Valencia habían hecho y enviado para los de otros centros de las zonas afectadas. El reportaje lo leyó Lucía, una profe de un colegio de Alcalá de Henares, que buscó en Lourdes a la cartera a la que hacer entrega de una nueva tanda de cartas, esta vez llegadas desde Madrid. Y ella, claro, no se lo pensó dos veces. Recibió un tesoro en PDF con 21 cartas y dibujos de niños y niñas de 10 años que tenían las respuestas a todas las preguntas que yo misma me hacía en las primeras líneas de esta newsletter. Porque los niños y niñas no tienen doblez. No le dan veinte vueltas a lo que sienten ni a lo que quieren decir. Ellos sienten y dicen a secas. Sin filtros. Así que me repasé lo que habían escrito y eché una lagrimilla de emoción. Porque ellos simplemente quieren ayudar de la mejor manera que pueden. Y se interesan por los problemas sin flecos. Por sus inquietudes, sus preocupaciones. Que son las que tendrán quienes son como ellos, pero ahora no pueden ir a su cole o están acudiendo a lo que era su clase de otro modo. O han perdido sus juguetes, su videoconsola o sus libros de texto.
A ellos les ha escrito Nico, que les recuerda que todos los días ve en la tele las noticias y piensa cómo les puede ayudar. «Pero como somos niños, lo único que podemos hacer es escribir estas cartas y poco más. Quiero alegrarte y que te sientas mejor», dice. Tiene razón Nico. Aquí cada uno hace lo que puede. Leyre, por ejemplo, les pide tranquilidad, porque la DANA ya ha pasado, pero les pide algo que seguro que a ella también le pide su familia. «Portáos bien y ayudad a vuestras familias por todo lo que ha pasado. Vosotros podéis», les pide. Derek, sin embargo, sabe que a veces sólo hace falta algo tan simple como un dibujo, así que les ha pintado a Sonic, el personaje de los videojuegos, hasta en tres acciones distintas. Espero que esté ya colgado de alguna pared, sinceramente.
Algunos de los más pequeños, sin embargo, querrían hacer más. Cristina, sin ir más lejos, lo reconoce. «Cada día miro mis cosas y me siento fatlamente mal. Y no es para hacer la pelota. Es de verdad. (...) Al final costará un poco, pero el trabajo de los ayudantes y vuestro dará sus frutos. Buena suerte». O Uriel, que los invita a ir a Alcalá. «Ojalá vuelvas a tener todo lo que has perdido», les desea.
Los niños y niñas son especialistas en empatía. Yo eso ya lo sabía, pero con las cartas de Valeria, Lucas y Beltrán lo tengo aún más claro. «Sé que no lo estáis pasando bien, pero os envío esta carta para daros mucho ánimo. Sois unas personas muy fuertes y valientes. Sois gente muy especial. Estoy junto a ti y eres una persona muy importante», dice Valeria a unos niños desconocidos, que para ella no lo son tanto. Lucas va un paso más allá y amplía el concepto de cosas valiosas que muchos ya no tienen. «Tal vez has perdido familiares, tu casa o a tu mascota», les dice. «Estamos con vosotros en lo que necesitéis. No me quiero ni imaginar lo que habéis sufrido. Os deseo toda la suerte del mundo». Beltrán «ni se imagina la situación» que están pasando otros niños como él. «Tú dirás, este niño es muy tonto porque no está pasando lo que yo. Pero bueno, espero que os ayuden pronto», escribe.
Pero, sin duda, de entre todos, mi favorita es Sofía. Primero, porque en su carta da los buenos días «aunque para ti no sean buenos». Pero, sobre todo, porque su sinceridad me abruma. «Si te soy sincera, no sé cómo te sientes porque yo nunca he pasado por eso», dice. «Se tiene que ser duro, pero piensa que en unos meses todo volverá a su sitio». Espera, además, Sofía, que el niño o niña que la reciba no sea una de esas personas que han perdido a un familiar o amigo. «Si es así, lo siento mucho». Pero aún se guarda más consejos. «Quiero que sepas que aquí estamos dando ropa, juguetes, dinero, comida, agua y todo nuestro amor». E insiste con la realidad. «Aunque no sé nada de ti, seguro que eres muy buena persona. Mantén la esperanza», se despide. Y por si esta lección de dignidad de una pequeña de 10 años no fuera suficiente, aún tiene un hueco en su folio para el humor. Porque Sofía se ha dibujado a sí misma, como una niña castaña, de ojos saltones, con flequillo y un jersey naranja. Pero avisa a su nuevo amigo o amiga por correspondencia: «Soy yo, pero la vida real soy más guapa».
Así que, si vuelvo a mi primera pregunta de esta carta, la respuesta la han dado todos estos pequeños y pequeñas. A alguien que lo ha perdido todo lo único que hay que decirle es lo que dice Sofía. No sé como te sientes, lo que te ha pasado tiene que ser duro y mantén la esperanza. Si puedes, evita hablar todo el rato de ti. De eso también hay alguna carta de alguno de los niños. Y si se da el caso, trata siempre de sacar algo de humor. La otra personas se alegrará. En tu caso, no hace falta un dibujo. O sí.
P.d. La Farmacia Javier Martí (Calle Mestre Palau, 2) de Paiporta, recoge lápices o pinturas de colores y folios para repartirlos entre los pequeños del pueblo. Esos dibujos luego se expondrán en las calles de Paiporta. Se puede enviar ese material a la dirección que os he puesto.
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Marta
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