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Una niña acaricia la cara de un niño. pexels

Las claves para que tus hijos sean buenas personas, según Harvard

menudos ·

Un estudio dice que los padres están más interesados en los logros académicos que porque se preocupen por los demás. Pero la receta de la felicidad está, según los psicólogos, en tener valores éticos y practicarlos

Jueves, 28 de abril 2022, 00:37

Como padres, ¿le damos más importancia a los logros académicos de nuestros hijos o a que sean personas amables y empáticas? Esta pregunta la puede ... responder cada uno mientras lee este artículo. Spoiler: un estudio del psicólogo de la Universidad de Harvard Richard Weissbourd arrojó unos resultados muy claros. En la encuesta que se realizó a más de diez mil niños y jóvenes estadounidenses dentro de un proyecto llamado 'Making Caring Common', alrededor de un 80% dijeron que sus padres estaban más interesados por sus notas que por si se preocupaban por los demás.

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Weissbord puso en marcha este proyecto en 2013 con el objetivo de prestar más atención a la importancia de valores como la equidad, la justicia, la empatía o la generosidad. «Creemos que los jóvenes con estas capacidades se convertirán en ciudadanos que pueden fortalecer nuestra democracia, reparar las fracturas que nos dividen y crear un mundo más solidario y más justo», explica.

Y para lograrlo, la clave, según este psicólogo de Harvard, está en los padres, y para ayudarles a criar a los niños para que se conviertan en adultos afectuosos, respetuosos y responsables, ha hecho cinco recomendaciones, porque la clave está en la educación: «los niños no nacen simplemente buenos o malos. Necesitan adultos que los ayuden a ser solidarios en cada etapa de su infancia», escriben los investigadores.

Las cinco pautas a seguir son:

1. Hacer del cuidado de los demás una prioridad

Los padres tienden a priorizar la felicidad y los logros sobre la preocupación de sus hijos por los demás, pero la realidad es que los niños necesitan aprender a equilibrar sus necesidades con las de los demás. Para hacerlo, el estudio de Harvard explica que han de escuchar de sus padres que cuidar de otros es una prioridad, en ocasiones incluso si eso los hace infelices. Por ejemplo, si en un equipo deportivo no está a gusto, intentar resolver los problemas antes de renunciar a su puesto.

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Y en vez de decirles: «Lo más importante es que seas feliz», apostar por: «Lo más importante es que sean amables». Además, que traten a los demás con respeto, aunque en ese momento estén enfadados, y que el cariño esté presente en la relación con los demás.

2. Darles oportunidades para practicar la gratitud

Nunca es demasiado tarde para convertirse en buena persona, pero no sucederá de una forma automática. Según el estudio, los niños tienen que practicar el cuidado de los demás y expresar gratitud, porque las personas que tienen el hábito de agradecer tienen más probabilidades de ser útiles, generosas y compasivas. Y tener presentes estos valores contribuye a que es más probable que sean más felices.

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Weissbord y su equipo propone que haya una repetición diaria, ya sea ayudando a un amigo con los deberes o echando una mano en las tareas de la casa. Aprender gratitud implica practicarla regularmente. Y no valdrá si están obligados, sino que hay que hacerles partícipes actuando como un equipo. Además, los psicólogos de Harvard proponen hablar sobre los actos de injusticia o falta de cariño, o al contrario, que pueden ir encontrándose, en la televisión o en su día a día. Y que la gratitud se incorpore a nuestras rutinas diarias.

3. Ampliar el círculo afectivo de los niños

Casi todos los niños se preocupan por el círculo en el que se mueven y donde se encuentran cómodos: su grupo de amigos, la familia, las personas a las que quieren. Pero el desafío que plantean en la Universidad de Harvard es preocuparse por alguien fuera de ese ámbito, ya sea un niño nuevo en la clase, alguien que no habla el mismo idioma o incluso una persona que no conocemos.

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Y para ello proponen desarrollar la capacidad de escucha y, tomando perspectiva, ser capaces de entender cada una de las opiniones ajenas. Que entiendan además que sus decisiones pueden tener consecuencias negativas en los demás. Y para practicar, los padres deben enseñar a ser agradecidos a sus hijos, ya sea con el conductor de autobús, con quien se sienta a su lado en el metro o con la camarera que trae la comida en el restaurante. Y, sobre todo, con aquellas personas que son más vulnerables, como acercarse a un compañero de clase de quien alguien se ha burlado.

4. Ser un modelo en el que puedan reflejarse

Los seres humanos somos animales de repetición, y los niños aprenden de nuestras acciones diarias. Si tenemos valores éticos y los practicamos, si somos honestos, justos y respetuosos, ellos lo serán. Para ello es esencial además que reconozcamos nuestros errores y defectos, nuestras incoherencias y debilidades, y escucharles.

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Los psicólogos de Harvard proponen que los niños nos vean hacer un trabajo de voluntariado, ayudando a los demás, y planteándole dilemas éticos. Por ejemplo, ¿invito a mi cumpleaños a un niño que no se porta bien con los demás?

5. Ayudarles a canalizar las emociones negativas

Los buenos sentimientos, las buenas acciones, se pueden ver superadas por emociones como la ira, la vergüenza o la envidia. La recomendación es enseñar a los niños a validar estos sentimientos, pero al mismo tiempo que aprendan a canalizarlas de una forma sana. Y para ello lo primero es que sepan cómo calmarse: detenerse, respirar profundamente por la nariz y exhalar por la boca, contar hasta cinco. Comenzar cuando esté tranquilo y recordárselo cuando esté nervioso le permitirá integrarlo y le permitirá lidiar con sus emociones no sólo de niño, también de adulto.

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En estos años, la iniciativa de Weissbourd ha ido generando una serie de acciones, más allá del estudio publicado, y que tienen como objetivo que el cariño y la empatía formen parte de los valores prioritarios de la educación de los menores.

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