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Pocas cosas duran ya 30 años. Y más si hablamos de objetos cotidianos a los que les damos un uso diario. Pero en la Comunitat ... hay un utensilio que no sólo ha conseguido sobrevivir en los cajones de miles de cocinas. Es que ocupa un lugar preferente en el de recuerdos colectivos de esos que te teletransportan a un momento idealizado de épocas pasadas. Y en ese pastiche emocional se ha hecho un hueco el humilde cuchillo de Bancaja, que más de tres décadas después, aún sigue cortando algunas de la mejores comidas de quienes todavía los conservan. El útil de cocina se ha convertido en un auténtico icono pop y protagonista incluso de algunos memes actuales de los que corren por las redes, donde se ha convertido en un auténtico objeto de culto. «Le pedí un regalo que me durara toda la vida. Me trajo media docena de cuchillos de Bancaja», dice uno de los más famosos.
Pero, ¿de dónde surge ese furor por unas piezas de cocina corrientes, que se siguen utilizando 30 años después? Pues los cuchillos tienen toda una historia detrás. En un inicio fueron una iniciativa del equipo de Marketing de la entidad bancaria valenciana, al principios de los 90, dirigido por Juan Matamoros. Querían hacer un regalo por Navidad a los clientes que tuvieran domiciliada su pensión o su nómina en la caja y pensaron en un objeto cotidiano. Ahí, surgió el cuchillo, que en esta primera tirada se regaló en una caja con motivos navideños en la que se incluía media docena de cubiertos.
El que no haya tenido estos cuchillos míticos de Bancaja, es un parguela.
— YUSO34 (@YUSO34) June 25, 2020
Pues yo ni me acordaba que los tenía por ahí, y resulta que aún los tengo nuevos a estrenar.
😬
P.D: Partit oferit per Bancaixa. pic.twitter.com/2ZfQ2lwgTR
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Después de ser regalo navideño a principios de los 90, la entidad los siguió regalando con otros productos bancarios como la apertura o aportaciones a los plazos fijos o ingresos en depósitos. Pero también con la contratación de seguros en su filial. De ahí que conseguir un kit de cuchillos no fuera algo extraordinario para los numerosos clientes de la caja valenciana. Por ejemplo, en casa de Laura hay uno, que guardan con sumo cuidado y que consiguieron del pack familiar de sus padres. «Son el cuchillo que corta, una categoría superior entre los cuchillos. Cortan pan, fruta, carne, y aunque está deteriorados, lo están de una manera que sabes que no te harán daño. Siempre han sido el cuchillo multiusos de la cocina. Y encima, encajan en la maderita de Ikea», explica.
Para Alberto, son un tesoro en su casa, donde llevan casi tres décadas dando uso. «Se mantienen como el primer día. Encima el plástico no se estropea ni aunque lo laves en el lavavajillas, además de lo bien que cortan», explica. «No los quiero perder», avisa. En casa de Carmen también hay un juego. Fueron cosa de su abuela, que los recibió por meter dinero en un plazo fijo. «La hacían mucha ilusión los regalos», dice, y reconoce que los conservan porque «cortan fenomenal». En casa de Noelia, sin embargo, hay «un único superviviente». Pertenece al juego que consiguió su madre con el catálogo de puntos de Bancaja. «Igual que te daban la enciclopedia, nos dieron los cuchillos», dice. Y recuerda que hace años tenían docenas. «No es que corten bien, es que son los que mejor cortan». En la cocina de la madre de Isabel también son una pieza especial. Los utiliza para diario, pero sobre todo para pelar fruta y lo que surja. Eso sí, ya no salen a la mesa para no perderlos. En un descanso de su utilidad, nos los cede para las fotos de este reportaje. Después, vuelven a su custodia.
Porque esa es otra, nadie quiere deshacerse de estos utensilios. Y eso que hoy en día se puede comprar casi cualquier cosa en internet porque si no encontramos el objeto que queremos en stock, siempre hay alguien dispuesto a venderlo en páginas de segunda mano para hacer algo de negocio o deshacerse de trastos que consideran poco útiles. Pero si eso no sucede, es que estamos ante un objeto muy cotizado del que nadie está dispuesto a desprenderse. Y en estos momentos, encontrar un cuchillo de mesa de los que regaló en su día Bancaja es asunto imposible. En páginas de segunda mano hay llaveros, bolígrafos y hasta sobres de la difunta Bancaja, pero ni rastro de los cuchillos. De hecho, en redes hay que se ofrecer a comprarlos si alguien quiere venderlos. Pero no parece que quienes han logrado conservar este regalo promocional quieran perderlo. Sobre todo porque no hay sustitutos y porque un regalo de un banco es ya casi una rareza.
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