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Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia y deja 18 atendidos por humo
Leo el joven y Kate, la machucha lp
La edad de oro del satisfyer

La edad de oro del satisfyer

M. Hortelano

Valencia

Martes, 15 de junio 2021, 12:26

Hola capturadores

La vida te cambia en un momento. En mi caso lo hizo el día que descubrí que en mi trabajo la chavalería había creado un grupo de whatsapp para reunir a los más jóvenes y yo no era una de ellos. Yo, que a mis 36 veranos no pinto ni una cana y duermo embadurnada en retinol para retrasar lo máximo posible las patas de gallo y el código de barras. El disgusto me duró lo que el Ministerio de Sanidad tardó en quitarles la razón e incluirme en el grupo de vacunación en el que también están los de 18. Una victoria moral. Chuparos esa, jovenzuelos, que en breve nos veremos los brazos en el vacunódromo. Ahí, o viendo la última serie de Kate Winslet, Mare of Easttown, de la que todo el mundo hablamos. Unos, por la trama regulera, otros por las maravillas de personajes (sobre todo personajas), y la mayoría, por las arrugas y los michelines que la protagonista de esta miniserie de HBO reclamó como propios después de que el equipo de montaje le pasara el filtro belleza y le cascara unos abdominales de gimnasio y un borrado de las líneas de expresión que la dejaban como otra Nicole Kidman más en plena faena. Ole por la Winslet, que se quiere presentar al mundo como es. Una mujer de 45 años (vieja y gorda según El País) con todas sus teclas. Y es que la otrora superviviente del Titanic le ha plantado cara a Hollywood a golpe de estría y flacidez. Heridas de guerra de una cosa llamada vivir.

Pero para encontrarnos a revolucionarias del hiperrealismo no tenemos que cruzar el charco. Las tenemos aquí al lado. En su día, la actriz Inma Cuesta ya levantó la voz cuando una conocida revista de moda la convirtió en la mujer jirafa y le afinó sus curvas en su portada dominical. O ahora, con la nueva musa de la madurez, la señora Sonsoles, como pasionaria del sexo más allá de los 60. Por si aún no la conocen, doña Sonsoles es una señora de Ávila que dio la campanada la pasada semana en un programa de la autonómica de Castilla y León, donde presentaba su hasta entonces libro clandestino de poemas, un 50 sombras de Grey a la abulense que escondía una de las joyas de la literatura erótica contemporánea. El poema de su ya difunto amigo Manuel. El azar quiso que ese fuera el texto por el que se abrieron las páginas cuando la presentadora la invitó a recitar uno de los sonetos.

«Solo quisiera abrir tus provocativas piernas para acceder al húmedo tesoro de tu vulva y absorber tu clítoris como un femenino falo», decía una de las estrofas, que ella misma recitó con cierto pudor, consciente de que escuchar a una 'iaia' en la tele decir clítoris podía acabar sonrojando a todo un país.

A los pocos minutos ya se había convertido en musa y villana de las redes, donde rápidamente se hizo con el primer puesto del trending topic de turno y acabó juzgada en numerosas columnas de opinión de la prensa de la capital con oprobio. Qué desfachatez, una señora abuela hablando de las cosas del follar. A los pocos días, concedió varias entrevistas en las que conocimos que Sonsoles no ha tenido una vida fácil (se quedó viuda a los 28 y perdió a un hijo a los pocos meses), que sus hijos se han enfadado con ella por leer de sexo en la tele, y que para la mitad del país, no es más que una señora fresca hablando de guarradas que no tocan.

Y es que en un determinado momento de las vidas de las mujeres, parece que para lo único que quedan es para hacer punto, como antesala de pasar al permafrost. Pasados los 45, las mujeres se arrugan, engordan y dejan de tener sexo para el imaginario colectivo. Los tíos, sin embargo, mejoran, como los vinos. Si eres actriz, dejas de salir en pantalla. Si sales, encarnas el papel de una tía, una madre o una abuela. Las escenas de sexo son siempre entre jóvenes (lo que quiera que ser joven signifique) y a determinada edad, como a mí me soltó el endocrino, hay que elegir entre cara o culo. Si quieres estar guapa de cara, hay que ensanchar el culamen. Y si quieres lucir bragas brasileñas, hay que tener la cara escurrida.

Pero, el crimen de Sonsoles es mucho más atroz. Esa señora de Ávila ha dado voz a un colectivo de maduritas que piden paso en la edad de oro del satisfyer. Que quieren vivir la vida con normalidad, sin tabús y sin complejos. ¿Por qué si Sonsoles habla de orgasmos nos echamos las manos a la cabeza y si quien nos canta el Despacito nos pide sobrepasar las zonas de peligro o los reaguetoneros ponen a perrear hasta el suelo hasta a los menores de edad nos parece todo normal? Pues por lo mismo por lo que hemos normalizado el significado de la palabra histérica, que no viene ni más ni menos que del griego hysteria, que significa útero, y se utilizaba para referirse a las mujeres que se ponían nerviositas por los dolores en la zona. En Amazon Prime hay hasta una película (Hysteria) en la que se atribuye la invención del primer satisfyer de la historia a la cura de esa histeria. Con un buen meneo, la cosa se relajaba. Y es que como ha abordado la escritora Elinor Cleghorn en «Mujeres enfermas», el libro que se presentó esta semana, la medicina tradicional ha patologizado y rechazado a las mujeres desde la antigüedad por ideas religiosas, culturales y políticas sobre sus cuerpos. La definición que la RAE le da a embarazo es un gran ejemplo. Porque al final, lo que les pasa a las mujeres se resumen en dos cosas: o nervios o cosas de mujeres. Todo se cura con dos pastillas: ansiolíticos o anticonceptivos, incluso hoy. Y en el caso de Sonsoles, con cerrar el pico.

Porque donde muchos piensan que debe estar esta señora es en Masterchef haciendo un puchero y no revolucionando el gallinero hablando de lo que consideran un escándalo. Ya nos lo cuenta la publicidad de manera nada sutil. El ciclo de la vida de una mujer pasa por los siguientes productos: los pañales, las compresas, el clear blue, el vaginesil y la tena lady. Y ahora, gracias a Sonsoles, también por gritar a los cuatro vientos que de vez en cuando al satisfyer le cambiamos las pilas, como diría la Jurado, de tanto usarlo.

Culturismo

Oprobio

Según la RAE, ignominia, afrenta, deshonra. El término oprobio es de origen latín se forma con el prefijo ob que significa «en contra o enfrentamiento de un obstáculo» y la raíz prober que expresa «vergonzante o digno de reproche», por lo tanto, oprobio es cualquier cosa vergonzante que se te pone en frente.

Pantallazos

Esta semana os traigo algo que se escucha, algo que se come y algo que se ve...

Podcast: Esta semana, del 10 al 19 de junio se celebra el festival Valencia Negra y entre las numerosas actividades que te contamos aquí, hay una misión muy secreta. Los agentes del Laboratorio de Investigación de Series (LIS), el podcast de Podium Podcast que analiza las mejores series de la actualidad, vuelve a sus auriculares mañana sábado. Será en la FNAC de Valencia, a las 10:15, y lo grabarán en directo hablar de series de detectives con sus tres agentes: Áurea Ortiz, David Brieva y Mikel Labastida. Puedes acudir de incógnito. Anímate, que una de las series es la de la Winslet, aunque ya tiene episodio propio que puedes escuchar.

Cremaet: El agitador gastronómico Joan Esmorzaret (@esmorzaret) descubrirá el domingo las claves del cremaet, el carajillo más valenciano, del que él tiene la receta más secreta, en un taller en el Sequer Lo Blach, en Alboraia. Si pasas de aprender, pero no quieres quemar tu casa haciéndolo, recuerda que lo vende ya preparado en El Almacén de Patraix y queda igual que en un buen bar.

Arte Urbano: La Marina de Valencia lleva meses trazando un recorrido de obras de arte urbano por sus inmediaciones y esta pasada semana ha completado una de las intervenciones más vistosas. La artista Marta Lapeña ha pintado unos preciosos platos de porcelana justo a la salida del parking del Veles e Vents que merecen una escapada. Además, verás el mar, que siempre merece el trayecto.

 

Gat-checking: Periodismo de gatos

Las hamburguesas no dan la felicidad, pero ayudan m. h.

Ah, y recuerda una cosa. Esta carta sólo llega por correo, no la encontrarás en ningún sitio más. Comparte si quieres algo de esta newsletter en tus redes y etiquétame o usa el hashtag #capturadepantalla para ayudarme a llegar también a tus amigas. Compartir es vivir. Y dicen que de guapas. Y si eres nuevo aquí y te perdiste las primeras cartas de amor a las tonterías, puedes leerlas aquí abajo.

1. Captura de pantalla

2. Miedo a ser normal

3. De turismo a mi casa

4. Hacerse la croqueta

5. Sacar de paseo al frigopie

Deberes para esta semana: Mándame palabras bonitas. Hacer la newsletter no me deja tiempo para encontrar nuevas. Te leo aquí: marta.hortelano@lasprovincias.es

Prometo no contar nada. O sí.

Como cortesía, y por haber llegado hasta el final, te dejo tres enlaces de cosas que sí o sí debes saber y que sí o sí no sabes.

Marta

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