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Día de San Valentín | Newsletter Captura de Pantalla | Así nos enamoramos

Newsletter Captura de Pantalla | Así nos enamoramos

Marta Hortelano da su particular visión del día de San Valentín y el amor

M. Hortelano

Valencia

Martes, 14 de febrero 2023, 00:52

Hola capturadores. O debería decir lectores, que hoy esta carta que habitualmente sólo llega al correo de sus suscriptores, ha dado el salto a la vida real.

Si yo hoy estoy aquí, escribiendo esta carta de amor, es porque un día, hará unos 40 años, mis padres se enamoraron y decidieron tener a un bebé que ahora tiene 38 años y medio. En esos días, cuando se conocieron a principios de los 80, hasta doce áreas de sus cerebros se pusieron en marcha para prender la mecha de ese enamoramiento que acabó en nacimiento. Porque el amor, como casi todo en la vida, también es cosa de química. Cuando nos enamoramos de alguien, cuando se nos acelera el corazón al cruzarnos con una persona que nos atrae, o cuando le fisgoneamos las redes a nuestro 'crush', ahí hay alquimia. La explicación racional la tiene la ciencia, que ha demostrado que en nuestro cerebro se liberan neurotransmisores como la la oxitocina o la aderenalina, se desploman los niveles de serotonina y nos llenamos de dopamina. Eso, si viéramos el enamoramiento al microscopio. Pero si lo miráramos en pantalla grande, lo que veríamos es un plano en el que dos personas duermen haciendo la cucharita y ven en un mismo salón distintas series, en distintos dispositivos.

Enamorarse no es difícil. De hecho, solemos hacerlo una media de tres veces a lo largo de nuestra vida, según la ciencia. Pero ese amor, es como hacer fuego en Supervivientes, fácil de prender y difícil de mantenerse. No soy una experta en esto, pero la semana pasada cumplí mis primeros diez años de casada. Un hito en los tiempos que corren, pero nada meritorio teniendo el marido que tengo. Porque al amor se llega por muchos caminos, pero sólo se mantiene desde el respeto y la capacidad de empatía. Bueno, y desde algunas concesiones que en el caso de los enamorados se convierten en trueques. Por ejemplo, mi marido se come la pechuga y las alas para que yo me pueda comer el muslo y el contramuslo. Juega al Red Dead Redemption II mientras yo veo Cardo en el ipad con auriculares, o le quita los interiores al pavo de Navidad a cambio de que yo lo ase. Intercambios que mantienen a raya nuestra relación, que en el día a día es igual de facinante que los atascos. Avanzas poco, discutes algo, pero siempre acabas llegando al destino con más o menos puntualidad. Y en esa manera de vivir hemos encontrado la razón por la que mantener intacto nuestro libro de familia. Nos queremos así, sin estruendo ni grandes espectáculos. Incluso, sin celebrar San Valentin, una fecha que, sin embargo, defiendo con uñas y dientes. En un mundo en el que cada día conmemoramos cualquier chorrada, ¿por qué no se puede celebrar el amor, entendido en cualquiera de sus versiones?

Ayer, sin ir más lejos, fue el Día del soltero, mañana será el del hipopótamo y el jueves, el de los amores imposibles. Por el camino, rendimos homenaje a las croquetas, a las tortitas, a la tortilla de patata y hasta a las matemáticas. Pero dedicarle un día al amor nos parece ñoño, hortera y hasta de mal gusto. Aunque en realidad, amor se puede sentir hacia muchas personas, animales o incluso cosas. Querer es un sentimiento positivo. Nos hace estar bien, sentirnos pletóricos, sentir estabilidad y dar nuestra mejor versión. Fuera de esto, el mal querer, que diría Rosalía. Pero ir a la contra siempre mola más. Como si querer fuera contra los que aún están en el camino. Así que yo hoy estoy aquí, disfrazada de Cupido, para decir sí al amor. Al amor familiar, al amor de amigos, al amor por tu mascota, al amor por tu profesión, al amor de pareja, al amor de madre, o de padre. Al amor por la vida. Al amor por las patatas bravas, por el bocadillo de lomo con queso, al amor por tu planta de interior o por la última chorrada que te has agenciado en el Sephora, que la vida se ha puesto muy cuesta arriba como para perder ocasiones en las que celebrar algo. Aunque sea el amor a uno mismo. Eso es amor. Quien lo probó, lo sabe.

La caravana del amor de Captura de pantalla

La semana pasada os pedí ayuda para poder compartir historias de amor (o desamor) que hayan marcado vuetsras relaciones. Y afortunadamente, he recibido un carro. Así que paso a compartir aquí algunas de las mejores. Porque mal de muchos....Van con iniciales, que ha sido exigencia de algunos de vosotros.

«Lo más loco que he hecho por desamor es tirar a la basura un equipamiento completo de buceo de mi ex. Debía valer dinero...« I. C.

«Por amor se hace casi de todo. Hasta dormir con tapones«. P. M.

«Iba al Corte inglés a ponerme su perfume para acordarme de él«. A. M.

«Lo más loco que he hecho por amor ha sido casarme«. C. V. I.

«Irnos a vivir juntos. Eso sí que ha sido una locura«. E. C. S.

«Cuando era más jovencita, mis amigas vinieron a verme a una competición de gimnasia rítmica. De repente, cuando estaba calentando, vi que también había acudido el chico que me gustaba. Así que presa de los nervios, fingí que me torcía un tobillo para no salir a competir. Mi madre me caló enseguida, pero yo mantuve la película hasta que me llevaron al médico. No tenía nada, pero me pusieron un tensoplast.«. T. D.

«Una pareja de mi pueblo se conoció chocando sus coches en un cruce. Después del accidente se intercambiaron los datos del seguro... y los teléfonos. El choque fue un flechazo. Llegaron a quedar para arreglar los coches juntos. Y acabaron casados y con familia numerosa... Ahora van siempre en un mismo coche«. I. P.

«Una madre heterosexual, enamorada de la tutora de su hija en el colegio. Donde tú ves notas para el disfraz de carnaval o encargos para el comedor, aquellas dos mujeres encontraron el amor. Siguen juntas y felices. El exmarido de una de ellas, no tanto«. C. G. C.

«Estaba pilladísima de un chico durante años. De ese tipo de enganche que tienes con un mejor amigo, sin saber que esas historias nunca salen bien. Insistí tanto que un día nos besamos. Nos hicimos supernovios. Así que planeamos una cita romántica para San Valentín, pero no llegué a acudir porque le olía el aliento«. B. E.

«Una vez tuve una cita 'para ver una película'. Me llevaron a la Filmoteca a ver una peli de Godard en inglés, francés y algún idioma más. Los subtítulos NO IBAN TODO EL RATO. Y después de 3 horas luchando contra el sueño y contra no ser políglota, no nos dimos ni un puto beso«. H. C.

Gat-checking: periodismo de gatos

La delgada línea en la que se mueve la vida m. h.

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Marta

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