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Forjado a fuego en Valencia

Un espacio industrial permite aprender a hacer un cuchillo o soldar una bici desde cero y compartir trabajo y herramientas a todo tipo de proyectos de metalurgia

M. Hortelano

Valencia

Sábado, 17 de febrero 2024, 01:13

«Tu cuchillo mata». Tres palabras que son música para los oídos de los concursantes de uno de los formatos de mayor éxito de los últimos tiempos de la periferia televisiva: Forjado a fuego. Una especie de Masterchef donde los concursantes no recogen sus cuchillos. Allí el reto consiste en fabricarlos. Algo que también se puede cumplir en un espacio de Valencia, que se ha convertido en un laboratorio de procesos metalúrigicos en el que aprender a hacer un cuchillo desde cero en unas horas, o montar una bici eléctrica en día y medio. Eso para quienes no han visto una forja en su vida. Para los que están familiarizados con el fuego, los metales o los procesos industriales, pero no disponen de un espacio de trabajo en el que desarrollar sus proyectos, también hay cabida en Generador Coworking, un grupo de naves industriales en el polígono de Alboraia, donde dar rienda suelta a todo tipo de ideas metálicas.

César y Miracle, la pareja de emprendedores que está al frente, lo abrió en diciembre de 2016, empujados por la necesidad de un espacio en el que poder construir los prototipos que él, ingeniero mecánico, había diseñado para su trabajo final de carrera, y a los que les veía posible salida comercial. En un primer momento, una silla de ruedas para la playa que empezaron a hacer en el garaje de casa o en locales que les dejaban. Pero las molestias a los vecinos y los permisos para desempeñar este tipo de trabajo los pusieron sobre la pista de una solución más apropiada a sus necesidades. «Necesitábamos un coworking industrial, pero no conocíamos ninguno. Así que lo montamos», cuenta Miracle. «Pensábamos que habría más gente en la misma situación». Y se lanzaron con una nave en el polígono de Alboraia. Enseguida encontraron compañeros de aventura. Jairo, un chapista que hoy ya tiene su propio taller; Marc, un chico que hacía tablas de surf o A. J. Paint, especializado en cuadros de Harley Davison. En apenas un año tuvieron que ampliar a una segunda nave.

El sistema de funcionamiento es sencillo. Los interesados en un puesto para hacer su trabajo pagan una cuota de alquiler y con ello disponen de derecho de uso de todas las herramientas comunes y acceso las 24 horas al recinto. Allí hay elementos de tanta utilidad para los trabajos industriales y tan caros de costear como cabinas de pintura, forja, lijadoras, presas hidráulicas, taladros de columna u hornos de cerámica. Un sistema que permite que algunos pequeños empresarios puedan llevar a cabo sus proyectos sin tener que asumir la compra de maquinaria.

En diciembre de 2019 empezaron con una nueva vía de negocio: los cursos. «Éramos fans del programa Forjado a fuego, y con la gracia compramos un yunque, montamos una fragua y empezamos», explica Miracle. Y buscando martillos de forja conocieron a Germán Azote, un cuchillero de Almería con el que arrancaron las formaciones. Por las clases han pasado ya más de un centenar de personas, en grupos siempre inferiores a seis. En sus cursos se puede aprender a hacer un cuchillo de uso común, uno vikingo y, en breve, uno bush craft, para supervivencia. También de navajas de afeitar, de hachas, de taburetes de metal, de soldadura (MIG y TIG) y de afilado de cuchillos. Todos esos se hacen en un día, de 9:00 de la mañana a 19:00 horas, con comida incluida. Pero hay otro que es la joya de la corona de los cursos: el de hacerse una bicicleta con nombre propio. «Una ruina bike», diseñada por César y de fácil montaje en un día y medio.

Asistir a uno de sus cursos, aunque sea como espectador, es un espectáculo visual y de sonido. El fuego de la fragua es casi adictivo, con una gama de rojos y naranjas que la convierte en algo sobre lo que es casi imposible dejar de mirar. Los sonidos son cambiantes, a medida que varía la temperatura del metal. Más graves, más agudos, tintineantes. Sólo detenidos por el depillado del acero, para eliminar las virutas que han saltado de los martillazos. Es volver a hacer las cosas como toda la vida. De manera artesanal, trabajando los metales con las manos. César, como profesor, está pendiente de cualquier contratiempo. Pero por allí se deja caer también Cristian Silva, un prestigioso cuchillero argentino con décadas de experiencia a sus espaldas. Él ocupa uno de los espacios de trabajo, porque ha dejado su país para instalarse en Valencia. Y en su pequeño espacio nos muestra algunas de las piezas más preciadas de su colección. Todo tipo de cuchillos, con hojas perfectas y diseñadas a golpe de fuego y ácidos, para formar vistosos dibujos. Entre todos se encargan de que quien salga de allí pueda escuchar la frase que significa que el curso ha sido un éxito. «Tu cuchillo mata».

Cómo hacer un cuchillo desde cero

Las pletinas con las que se hace el cuchillo desde cero

El paso a paso

  1. 1

    Al llegar al curso, el profesor reparte a cada persona una pletina de acero rectangular sobre la que se dará forma al cuchillo

  2. 2

    Mediante el fuego de la fragua se va calentando la pletina para ponerla al rojo vivo. Se sujeta con unas tenazas para poder manipularla

  3. 3

    Se va aplanando la pletina al rojo vivo con un martillo de forja en un yunque. En cuanto la pletina pierde temperatura, se vuelve a meter a la fragua. Se repite la operación durante horas, hasta que el cuchillo está lo suficientemente aplanado.

  4. 4

    Pausa para la comida. En el curso está incluido un menú con arroz al horno casero.

  5. 5

    Se llevan a caso los procesos térmicos. El normalizado, el templado y el revenido.

  6. 6

    Se finaliza el proceso con el acabado, según el tipo de cuchilllo. Para ello, se hace el vaciado, el afilado y el encabado. O si es un cuchillo vikingo, nada.

  7. 7

    Sobre las 19:00 horas finaliza el curso y el alumno puede llevarse el cuchillo o navaja a casa y utilizarlo.

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