![#56 Mi generación](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202209/21/media/marilyn.jpg)
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Hola capturadores
El día que cumplí 38 años me publicaron un libro. Y digo uno porque es el número de copias que tuvo la edición. En concreto, la de mi regalo. Me lo editó mi marido, con todas las cartas de esta newsletter que llevaba escritas desde que un día de junio de 2021 le di por primera vez a enviar. Cuando me lo dio, con críticas de amigas lectoras en la faja (una parte que yo siempre tiro), lloré lo más grande. Él sabe que siempre he tenido esa espina, que me he quitado enviando estas historias cada semana. Pero ahí está mi libro, con una especie de historia de mi vida, de esas cosas que siempre digo que no le pasan a nadie y que luego resulta que nos pasan a todos. En total, 319 páginas a tamaño 11 de la tipografía sabon, la que utiliza mi editorial favorita, Libros del asteroide, con el lomo en amarillo, mi color favorito, y un póster desplegable con todos los gatos que llegaron con las correspondientes cartas. Ni lo intentéis. No existe mejor regalo. Mi amiga Amparo espera con ilusión, cada año, el día de mi cumpleaños para saber qué me regala mi marido, casi con más expectación que con lo que le toque a ella del suyo.
Y volviendo a leer las 53 cartas que tenía por entonces, me di cuenta de por qué recibo cada semana correos y mensajes cariñosos de algunos de vosotros. Porque mis recuerdos y mis vivencias no son extraordinarios. Más bien todo lo contrario. Forman parte de vuestra vida, igual que lo han hecho de la mía, pero en vez de con la Mariví, la Celia o mi abuelo Federico, con Belaundia Fu, el Cari o la abuela de esa Martita que pasa sus veranos en el huerto, protagonistas todos ellos de algunos de los libros que han pasado por mis manos este verano.
Y es que estos meses he leído a tres escritoras que lo único que tienen en común es que las tres son mujeres y que las tres son de mi generación. Como la Ana Íris, a la que leí hace ya más tiempo y a la que sigo ahora en sus columnas de los sábados, hasta que publique su segundo libro.
A María Bastarós (1987) la he descubierto en 'No era esto a lo que veníamos'. Y aunque no me gustan los libros de relatos sueltos, un par de recomendaciones y una portada que me fascinó, fueron motivos suficientes para pincharme con sus historias. Y sí, sus movidas se clavan. Te molestan. Pero cuando las terminas, ya no duelen más. Es lo que tienen los terrores noarmales.
Con Marta Jiménez Serrano (1990) me pasó algo distinto. Quizá porque la protagonista de su 'Los nombres propios' se llama como ella y como yo, o porque su huerto y mis días de piscina de verano son demasiado parecidos, o porque nuestros abuelos han sido parte fundamental de nuestras vidas. O porque algunas de sus frases, o las de su abuela, me han llegado muy dentro («Como la persona con la que haces la vida, no hay nada») o porque yo también soy «así, no conozco fases intermedias». O porque como en ella, en mí también hay un montón de Martas: la cómica, la melancólica, la perezosa, la activa, la dramática, la trágica o la sensible. Y en todas estoy yo. O porque para mí, el amor también es «compartir un espacio haciendo cosas distintas», o porque yo también pienso recurrentemente en quién estará conmigo para darme un abrazo cuando alguien importante se muera. A Marta la he disfrutado y la he llorado, como si fuera mi propia vida.
Algo similar a lo que me ha pasado con Alma Andreu (1983) , la persona detrás de @soylaforte (que no Soyla, ni Soylaforte, sino simplemente La Forte) y su recién publicado 'La vida me provoca'. Su libro, que está desde ayer en todas las librerías, y que yo me he podido leer porque ella me lo envió unas semanas antes, como si fuera yo Carmen Balcells, me lo he bebido en horas. Básicamente porque escucharla (sí lo he leído como si ella misma me lo recitara en mi cabeza, con tonito y todo) era como estar repasando algunos de los mejores momentos de mi vida. Las dos nos hemos largado de los campamentos, hemos perdido a nuestra madre, hemos criado hámsters por error (o gominolas, como los llama ella), o hemos aceptado que a medida que nos hacemos mayores, la gente viene y va. «Unas veces están unos y otras veces otros». Ella editaba el The Soulita's Newspaper, su Pronto casero, y yo grababa un programa de radio en mi casa creyéndome la tía Alicia de Médico de Familia. Pero al final, y sin habernos visto nunca, siempre la he admirado porque creo que es una tía hecha a sí misma. Además de por algo que yo valoro mucho en las personas de las que me rodeo. La inmensa generosidad que siempre ha tenido conmigo. Y en este libro, encima, nos deja conocer todos los detalles que la han moldeado hasta lo que es hoy. Como lo venden desde ayer, yo ya he comprado algunas copias para algunas de mis amigas. Y el jueves 6 de octubre iremos a verla a la Fnac de Valencia, vestidas de lunares, para darle las gracias por entretenernos cada día, dentro y fuera de su libro. Porque como ella dice, reír es la única salida.
Y leyendo a estas tres mujeres (también voy avanzando en los diarios de Patricia Highsmith, que si no se hubiera muerto hoy tendría ya 101 años, pero sería más moderna que yo) me he dado cuenta de que las he disfrutado tanto porque han comenzado a dar voz a las historias que yo he vivido. En las que yo he reparado. Que he sufrido y he disfrutado. Con los mismos escenarios y los mismos lugares comunes. Con un lenguaje que yo hablo y con unos horizontes que también están en mi imaginario. Porque son mi generación. La que ha leído la Bravo y la Superpop. Y a Celia y los libros de Barco de Vapor. La que ha visto a las Gemelas de Sweet Valley por la mañana y el Grand Prix por la noche. La que cambiaba cartas de olor en el recreo y forraba las carpetas con recortes de Brad Pitt y Leonardo Di Caprio. Porque son mi generación y porque son mujeres. Y porque me pone muy contenta que por fin hayan llegado a las estanterías de los libros más vendidos, o a las secciones de opinión o los temás más interesantes de los diarios (como Lucía Márquez, Analía Plaza o Beatriz Serrano). Porque el triunfo de una es el de todas. Porque por fin estamos en los sitios donde se opina, donde se dicen las cosas claras. Donde podemos influir y reconfortar. Aunque en mi caso, mi libro, sólo haya llegado hasta la estantería del salón de mi casa. Todo llegará. O no.
TRES COSAS
⛔ Infidelidad de series: Si eres de esas parejas o familias que ve las series juntos, pero por una casualidad tienes un viaje o estás fuera el día en que se estrena, yo te traigo la solución. A través de la app o web de Scener podrás poner el capítulo y verlo de manera simultánea, cada uno desde donde esté. Funciona con Netflix y HBO Max y alguna plataforma más. Te ahorras esa «infidelidad» de series que ahora tanto se lleva.
🍸 Margaritas: Soy una apasionada de la comida mexicana, aunque desde que me cerraron Casa Amores, no he superado el disgusto. Pero mi amiga Paloma me ha descubierto un sitio que ya se ha convertido en mi mexicano de cabecera. Está en Conde Altea, por la zona de Cánovas, y además de que su personal es encantador, los tacos (ojo al dorado), las micheladas y las margaritas son pura fantasía. Ah, y es para todos los bolsillo. Casi se me olvida, se llama Los guacamoles. Compartir es de guapas.
🌸 Flores: Hasta este sábado se puede visitar en Merkato Hub (Mestre Racional, 11) una de esas exposiciones que fastidia perderse. Comisariada por Adriana Cabello e Inma Bermúdez, el talento que ha concentrado desborda.Bajo el título de «Mujeres que no son florero» y con cartel de África pitarch, han reunido a creativas, diseñadoras, artistas y ceramistas, que han creado jarrones que Sergio Mendoza (De fulanito y menganita) ha llenado de flores. Las piezas son de la propia Inma bermúdez, Aleksandra Zeromska, Ana Milena, Inma Carpena, Raquel Vidal, Adriana Cabello, Sandra Mar, (mi) Ana Illueca y las chicas de Cuit.
CÍRCULO DE CAPTURADORES
Nuestro mando a distancia de la tele, Mikel Labastida, nos deja una recomendación para estrenar la temporada de sofá y ¿lluvia?. La serie que nos trae se ve en un fin de semana...
«Aprovechando que estamos en septiembre y se ha recordado recientemente el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York merece la pena rescatar una miniserie bastante desconocida llamada 'The looming tower', basado en un libro que recibió el premio Pulitzer y que describe lo que sucedió aquel 11S y sobre todo por qué la CIA y el FBI no fueron capaces de detenerlo. Está en Prime Vídeo».
GAT-CHECKING: PERIODISMO DE GATOS
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Gracias por leerme
Marta
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