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La morriña vende. Los llamados 'boomers', que han llegado ya a los cincuenta (o sesenta), echan la vista atrás con insistencia, quizás porque, como decía ... Salvador Dalí, «la mayor nostalgia de la juventud es ya no pertenecer a ella». Un ejemplo. Los creadores de 'Yo fui a EGB' todavía no se creen, años después, que aquel pequeño grupo de Facebook que comenzó compartiendo recuerdos de los ochenta se iba a convertir en el símbolo de toda una generación. O el anuncio de Famosa -con muñecas visitando el belén- que volvió a triunfar cuarenta años después.
Con el mismo espíritu 'vintage', un valenciano, Javier Navarro, ha recopilado en un libro los juguetes con los que crecieron los españoles nacidos entre los sesenta y principios de los ochenta, los que jugaban en la calle, que conocieron tarde la tecnología, que tenían que dar vueltas a una manivela para ver un cine en movimiento. ¿Quién no se acuerda del Cinexin si ha dejado atrás los cuarenta? «Ahora nos parece un juego tercermundista, pero en aquel momento era lo último en tecnología», explica el autor.
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Javier Navarro ha trabajado durante cuatro años en un libro en el que ha recogido miles de fotografías y que ha contado con la colaboración de coleccionistas y también de las jugueteras que todavía sobreviven a aquella época (Famosa, Feber, Cefa). El libro, titulado '¡¡Me lo pido!! Nuestros juguetes de los 70 y 80', cuenta la historia de esas empresas, muchas de ellas radicadas en la zona de Castalla, Ibi y Onil, en la provincia de Alicante, y que tuvieron en aquellas décadas su época de esplendor, hasta que la deslocalización y la competencia de los países asiáticos dejó a muchos fabricantes por el camino.
Entre aquellos juguetes que han quedado en la memoria de tantos boomers, los Autocross, los juegos de construcción Tente o los Airgam Boys. «Eran juguetes muy sencillos, la mayoría mecánicos, que no necesitaban ni siquiera pilas«. Todavía no había aparecido el plástico como omnipresente materia prima y aquellos coches de metal podían durar toda una vida. »Había también muchos juegos de pericia, y con los que la imaginación jugaba un papel importante», explica Javier Navarro, y habla precisamente de esa nostalgia por una infancia que antes se alargaba hasta, mínimo, los catorce años. «Ahora con diez u once dejan de jugar para colocarse frente a las pantallas».
En aquella época triunfó Juegos Reunidos, la que recogía en una misma caja el parchís, la oca, el tres en raya o una ruleta. No hubo familia de los sesenta y setenta que no se aficionara a jugar con ella. Javier Navarro cuenta en su libro la historia de Geyper, que comercializó un juego que ha sobrevivido al baby boom, y que se hizo más popular incluso que los 'geyperman'. También los hicieron los juegos de agua, aquellos en los que había que tener mucha pericia para conseguir acertar unas anillas. O los primeros coches teledirigidos, que en realidad estaban conectados con un cable al mando a distancia que lo manejaba. Fue entonces cuando apareció un juego llamado Scalextric, donde se montaba una pista (que se podía ampliar) por el que circulaban los coches haciendo carreras. Los 'tentes' son otro juego que pasó a la historia, y muchos encontrarán diferencias respecto a los 'lego' que triunfan en la actualidad.
Son miles de juegos y juguetes que ha recogido en fotografías en un libro de casi 500 páginas, muchos de ellos míticos, que incluso han sobrevivido al paso del tiempo, como el 'tragabolas' o el 'cluedo'. Otros, ya desaparecidos, son objeto de deseo. «Se puede pagar mucho dinero por una caja sin abrir de 'airgamboys'», asegura Navarro, que ha encontrado en Internet todo un mundo paralelo de coleccionistas de juguetes que se desvirtualizan en rastros como el que se organiza en Ibi. «Es la única localidad de la Comunitat Valenciana donde hay un mercado de segunda mano de este tipo de juguetes. En Madrid existe desde hace años», explica.
Javier Navarro nació en el 73, así que pertenece a la generación de boomers que echa la vista atrás con nostalgia. No es el único, y lo demuestra su trayectoria: se considera un retrodocumentalista, después de publicar ya nueve libros, siempre con un nexo en común, la fotografía antigua. Ingeniero técnico agrícola de profesión, escribió su primera obra porque no encontraba lo que buscaba, y desde entonces ha recopilado imágenes antiguas de poblaciones como Montanejos o Sot de Chera, de la Ruzafa huertana o de coches históricos. Su última publicación, ¡¡Me lo pido!!, salió a la venta unos días antes de Navidad y se puede encontrar en las grandes librerías y a través de Internet.
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