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Uno de los vecinos de La Palma, sacando sus pertenencias de su casa Europa press
La maleta en caso de Apocalipsis

La maleta en caso de Apocalipsis

Miércoles, 29 de septiembre 2021, 19:00

Hola capturadores

El día que hice la maleta para irme de vacaciones decidí ser optimista y realista a partes iguales. Así que metí entre los modelitos para pasar por la playa, por la montaña y hasta por un volcán, una goma elástica rosa para entrenar y un sacacorchos. Ni qué decir tiene que uno de los dos objetos no conoció el país de mi destino y el otro prestó un gran servicio a mis noches de cena en las terrazas de mis alojamientos. Así que el año que viene uno de los dos no volverá a la maleta, que siempre es mejor ir ligero de equipaje para que te quepa alguno de los vinos que no te dio tiempo a abrir allí. Cuestión de elegir.

Mientras, esta semana las redes devolvían a la vida una entrevista de la gran Pitita Ridruejo, a pesar de que pasó a mejor estado hace ya dos años. Y sus augurios siguen estando más de actualidad que nunca. «A mucha gente no le conviene el Apocalipsis» decía en una de sus últimas charlas con ABC. Y tenía razón la aristócrata con el mejor cardado de España. Cuando el fin del mundo llegue, muchos no estarán preparados. Sin embargo, yo no sólo sí estaré preparada, sino que algunos días incluso fantaseo con la idea de la extinción temprana del mundo al completo tal y como lo conocemos. Luego meto la cuchara en el bote de crema de pistacho que me he comprado en las vacaciones, a las faldas de uno de esos volcanes que ahora están en erupción, y se me pasa.

Ese escenario postapocalíptico se puede ver a cualquier hora en cualquier cadena de televisión, mientras ríos de lava entierran pueblos enteros de La Palma. Pero también con incendios, pandemias, derrumbes, meteoritos, pirámides maya y catástrofes varias que no van con nosotros hasta que sí van. Y últimamente, nos acechan por todas partes. Así que en el tránsito hacia la extraña normalidad de mi vuelta al trabajo me ha dado por darle un repaso a la foto de mi posible Apocalipsis y empezar a hacer el inventario. Si de la noche a la mañana tuvieras que meter tu vida en una caja para llevarla a tu nueva vida, ¿qué aparecería en tu lista de tesoros a salvar? Esta es la mía, para evitar olvidarme del socorrido sacacorchos, que la tranquilidad no dura forever.

Con una cuenta atrás de 60 minutos que anunciara el Apocalipsis podría empaquetar mi vida en una maleta para retomar mi camino en un nuevo lugar. En ella, tendría un lugar preferente la máquina de escribir Olivetti con la que mi abuelo Federico mecanografiaba casi cualquier cosa. En ella aprendí a teclear mis primeras letras y ahora luce en un lugar preferente de mi salón, como la reliquia que es. Para amortiguarle el viaje y a mí la nueva realidad, echaría con rapidez la manta con la que me tapo cada vez que me tumbo en el sofá, haga los grados que haga. El zarrio no es más que un trozo de franela mostoso que me compré cuando vivía fuera de España y me ha acompañado por todas mis mudanzas. La manta es casa, sea cual sea casa. Con rapidez, abriría la caja en la que guardo los diarios que mi madre dejó escritos durante su enfermedad y los metería entre la manta para que no sufrieran ni un rasguño. Sus frases suelen arroparme en los momentos en los que busco respuestas a casi todo lo que me pasa en la vida. Junto a ellos, colocaría con cautela los pocos álbumes de fotos familiares que los Hortelano y los Rubio compusieron sin mayor preocupación cuando yo era pequeña. Fotos de los que ya no están, fotos de los que siguen, con alguna cana menos… de mi primera vez en el mar o desnuda en un barreño verde para mis primeros baños. Recuerdos revelados que no están en ninguna de las nubes donde ahora nos gusta enviar los momentos. En esa maleta también haría hueco para mi taza. Porque donde está mi taza de flores desgastadas está mi cocina, mi desayuno y mi té con leche de media tarde. El oso de peluche con el que me dormía cuando era una niña y el despertador de un huevo con el que se despertaba mi madre en la habitación que compartíamos también tiene sitio en la bolsa de salir corriendo. Y dos cuentos de Celia, de Elena Fortún y mi primer libro de cocina, con anotaciones de mi abuela. Y el vinilo de Perales de Tiempo de Otoño que casi rayo en el salón de mi casa de toda la vida. Junto a esas cosas, mis primeras zapatillas de ballet, del número 28, las puntas y los libretos de todas las representaciones que he visto en todos estos años, guardadas en riguroso orden. La ilustración que me pintó el año pasado África Pitarch y los dos collages que me regaló Kuluska también están dentro, mientras cambio de cuarto para coger las últimas cosas. Una botella de Muga del 84 (el año que nací) que me regalaron por un cumpleaños, el corazón negro que me hizo mi amiga Isa y la caja de acuarelas que utilizo ahora mismo, porque en algún momento habrá que volver a pintar. También las carpetas en las que guardo las láminas que hago. Y si sobra un hueco, será para mi primera matrioska, que me acompaña desde que medía un palmo. Y con eso, a cerrar y al maletero.

Una docena de cosas que me harán volver a estar en casa si la mía desaparece. Un conjunto de recuerdos sin más valor que el sentimental en el que no tienen cabida las cosas que se puedan reponer, como mi biblioteca, mis cachivaches de cocina o mi ropa, que se tendrán que quedar atrás, junto a la elíptica. Me dará pena dejar mi piano, pero el Apocalipsis no entiende de peso, por mucho que ahora entrene la fuerza dos días en semana. Este es mi verdadero armario emocional, en el que guardo las cosas que tienen un significado sólo para mí, que he comprado o heredado en momentos destacados. Cosas que siempre salvaría de cualquier Apocalipsis. Incluso del que todavía no ha llegado. Tened hecha la lista, estad preparados por si llega. Que ya lo dijo Pitita, a algunos no les conviene que llegue, o porque no han redimido sus pecados o porque no tienen preparada la maleta.

Culturismo

Zarrio

Una de las definiciones que le da la RAE habla de un zarrio como un pingajo, un harapo. Mi manta sobada es mi mejor zarrio, pero a veces también empleo la palabra para quitarle valor a alguna prenda de ropa de las que llevo puestas, aunque esté en perfecto estado.

Pantallazos

Vuelven las recomendaciones en las que el único filtro de calidad es que me gusten a mí, y esta semana os traigo algo que se huele, algo que se lee y algo que se luce. Se han acabado las vacaciones, pero quedan exactamente tres meses para Nochebuena...resistiremos!

-Newsletter: El lunes se estrena en LAS PROVINCIAS la nueva newsletter de la sección de Política. El compañero David Burguera enviará cada lunes un análisis a su manera de las cosas que pasan fuera de los Palaus y no nos cuentan. Suscríbete aquí antes del domingo para que el lunes te llegue. Además, se estrena a lo grande, porque ese día hay debate sobre el estado de la Comunitat. Un planazo.

-Hortensias: Las flores siempre alegran. Compres una o un ramo, para ponerlo en un jarrón. Pero, en esta época, además, están en pleno apogeo las hortensias. Con un par , le darás otra vida a tu escritorio o a tu salón. Corre a la floristería de tu barrio.

-Hola tías. La perioartista valenciana más famosa, Soylaforte, ha lanzado una colección de camisetas en colaboración con SoyPitita (no Ridruejo), con sus ya míticas frases de: «Hola tías, ¿qué tal?», «El triunfo de una es el triunfo de todas» y «Os quiero, tías». Están volando....

Gat-checking: periodismo de gatos

No te olvides de meter al michi. Él no lo haría M. H.

Ah, y recuerda una cosa. Esta carta sólo llega por correo, no la encontrarás en ningún sitio más. Comparte si quieres algo de esta newsletter en tus redes y etiquétame o usa el hashtag #capturadepantalla para ayudarme a llegar también a tus amigos. Compartir es vivir. Y si eres nuevo aquí y quieres leer algunas de las últimas cartas de amor a las tonterías, puedes leerlas aquí abajo. Te dejo las cuatro anteriores.

12. El placer del silencio

13. Medalla de oro mental

14. Cumplir años en agosto

15. Hasta luego Mari Camen

Deberes para esta semana: Cuéntame qué cosas meterías en tu maleta para el Apocalipsisi. Piénsalo, que tengo curiosidad. Te leo en marta.hortelano@lasprovincias.es

Prometo no contar nada. O sí.

Como cortesía, y por haber llegado hasta el final, te dejo tres enlaces de cosas que sí o sí debes saber y que sí o sí no sabes.

Marta

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