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CLARA ALFONSO
Valencia
Miércoles, 20 de octubre 2021
Black Friday, Cyber Monday, rebajas de Navidad, día sin IVA. Cuatro propuestas que se interpretan como una oportunidad de adquirir aquella chaqueta de la que te encaprichaste el mes pasado o esas botas cowboy que tanto se llevan este año y que tremenda necesidad de comprar te ha creado el mundo influencer en Instagram. Pero ¿es real esa necesidad?
Según el informe 'El sector textil en 2018' publicado por 'EAE Business School', la media de gasto per cápita de los españoles en prendas de vestir fue de 429,30 euros mensuales, sin tener en cuenta el calzado, que aumentaría la cifra a 565,70 euros. En resumidas cuentas, 23.794 millones de euros gastados por los españoles en 2018. Detrás de estas abrumantes cifras, la Comunidad Valenciana asomaba como cuarta ganadora en el concurso de sobreconsumo que promueve gran parte del sector textil, alcanzando los 3.400 millones de euros. Un sector que viene siendo señalado por parte de la ONU durante años, por ser la segunda industria más contaminante del planeta.
Por suerte para el mundo, no todo el sector está cortado por el mismo patrón. Existe un grupo de pequeños empresarios que proponen una forma de trabajar muy diferente a la del resto, respetuosa con el medio ambiente y, también, con la sociedad. Plantean un consumo consciente, pausado, responsable. Y así es como nace el concepto 'Slow Fashion' o moda ética, una iniciativa cuyo objetivo no es tan solo cuidar el medio ambiente, si no también a todo el personal implicado en el proceso de producción.
Como ciudad responsable que asume el impacto socioambiental del sector textil, Valencia presume de contar con jóvenes emprendedores que tienen otra forma de hacer y de entender la moda, y que buscan un nicho de mercado dentro del mundo 'Slow Fashion'.
El diseñador valenciano Sergio Ginestar, es un ejemplo de ello. Tras desarrollar gran parte de su experiencia profesional como consultor de moda, creador de proyectos y docente, Ginestar decide dar un cambio de 180º a su vida y se adentra en el mundo del emprendimiento. Con el objetivo de crear prendas originales, funcionales y alejadas del concepto de uniformidad que define la industria textil adolescente, nació 'L'Étipe'. Una firma de moda juvenil dirigida a jóvenes «creativas, impulsivas y con cierto desenfado», señala.
Como diseñador y profesional del mundo de la moda, concienciado con el impacto medioambiental de la industria textil, concede mucha importancia a los procesos de producción de sus prendas. Ginestar confiesa que este servicio fue el que más tiempo le llevó poder contratar, ya que no encontraba talleres valencianos que cumplieran con sus requerimientos. «Las pasadas crisis dejaron el tejido productivo en muy malas condiciones. Los pequeños talleres valencianos se vieron obligados a cerrar y, los pocos que sobrevivieron, no llegaban a encajar en nuestras exigencias de calidad».
Tras mas de un año de búsqueda, consiguieron dar en el clavo y, en la actualidad, todas sus prendas son producidas en talleres de la Ribera Alta, la Vall d'Albaida o Torrent. «De esa forma podemos controlar todos los procesos de producción y evitar los desperdicios textiles.», señala.
En cuanto al volumen de producción, Ginestar asegura que para él «es muy importante que en nuestras prendas cuelgue el 'limited item' o prenda limitada». Considera que es de vital importancia «ser consciente del impacto negativo que tiene sobre la sociedad y el medio ambiente, el hecho de que se produzcan y se comercialicen millones de unidades de una misma prenda. De ningún modo puede ser sostenible».
Otro aspecto a destacar, es la procedencia de los materiales con los que se elaboran las prendas. En este sentido, un 90% de los proveedores de 'L'Étipe' proceden del ámbito nacional español: cuentan con materiales de calidad y se rigen por un sistema de trabajo justo y equitativo. Ginestar tiene muy claro que uno de los cambios innegables que se necesitan para avanzar hacia un sector más sostenible y respetuoso, es la educación del consumidor.
«El público debe aprender y saber apreciar que detrás de una prenda hay mucha gente implicada. Pagar un poco más por una prenda supone poner en marcha, de forma directa, a un diseñador, un proveedor de tejidos, hilos y fornituras, una patronista, un cortador y una operaria que cose. Si el consumidor final no lo aprecia, el comprador o propietario de una tienda no se complica». Por este motivo, Ginestar pone todo su empeño en buscar distintas alternativas sostenibles que puedan ser aplicadas en sus colecciones, sin tener que elevar demasiado el precio. Un ejemplo de ello son las prendas de talla única. «No es fácil diseñar una prenda atractiva, versátil y cómoda, que al mismo tiempo genere pocos residuos textiles o medioambientales. Al final, son prendas de corte más «oversize» que te puedes ir adaptado mediante elásticos, cierres o fruncidos. Y ha funcionado».
Algo menos planificado fue el surgimiento de 'Botó de Cotó'. Sus creadores y hermanos, Adela y Artur, charlaban una tarde de otoño de 2017 sobre la posibilidad de trabajar juntos en un mismo proyecto. Él arquitecto y ella amante de la fotografía, soñaban con poder vivir algún día de su inagotable capacidad creativa. Poco tiempo después, se implicaron de lleno, junto a su madre, en este ilusionante proyecto protagonizado por «mochilas atemporales, duraderas y alejadas de las tendencias. Adaptables a todos los estilos gracias a su diseño minimalista». Además, han ampliado la oferta de productos con una nueva sección de papelería, donde se pueden encontrar cuadernos, planificadores, calendarios o enrollables.
«Los primeros bocetos de la actual marca estaban centrados en reinterpretar tejidos, patrones y telas tradicionales. Nos encantaba la idea de reencontrarnos a nosotros mismos, con nuestras raíces», señala Artur.
Un buen día, rebuscando entre viejos cajones, encontraron piezas de una mochila que su madre nunca llegó a coser y que databan de 1994. «Gracias a eso pudimos reproducir los primeros patrones. A aquella mochila la llamamos 1994 en recuerdo de esos días», recuerda Adela.
Con producción 100% española, centrada en dos talleres ubicados en Alicante y en Valencia, en Botó de Cotó apuestan por aplicar políticas de sostenibilidad en sus colecciones, teniendo siempre en cuenta no solo la calidad de los tejidos, sino también el ámbito social que se ve involucrado en todo el proceso de creación y producción. «Nuestras mochilas y bolsas están fabricadas en España, respetando la integridad de sus artesanos y el medio ambiente», comenta Artur. En este sentido, cabe mencionar que, esta producción, es sostenible en cuanto a volumen de producto se refiere, ya que solo confeccionan aquellos artículos que necesitan y sus colecciones están disponibles los 365 días del año.
Según Adela, «gracias a la producción local, hemos podido diseñar un proceso de producción adaptado a la demanda. Realizamos pequeñas tiradas de mochilas y testamos cómo funcionan en el mercado. Si vemos que funcionan, producimos más. En caso contrario, evitamos sobreproducir para eliminar el impacto negativo que esas prácticas tienen en el medio ambiente», indica.
Alejados del mundo textil aunque procedentes de este, decidieron empezar Marieta y Josu con un nuevo proyecto, al que bautizarían como 'Mitumi'. Antiguos propietarios de una tienda donde se comercializaban lanas y se impartían clases de técnicas textiles, esta pareja de valencianos decidió dar rienda suelta a su creatividad en un ilusionante proyecto que les permitiría poder compaginar la vida laboral con la llegada de su bebé.
Tras investigar las carencias del mercado, decidieron decantarse por el mundo de la joyería tradicional, caracterizada por el uso de latón y grabado. Poco tiempo después, descubrirían el que hoy es su mayor representante: el metacrilato reciclado. Un material que les permitiría hacer un uso del color mucho más extenso, experimentar con nuevas formas y, sobre todo, contribuir a reducir al máximo el impacto medioambiental. «Todos nuestros proveedores son españoles. Cuando necesitamos material, buscamos restos industriales o reciclados y les damos una segunda vida», comenta Marieta. Asimismo, también utilizan acero inoxidable hipoalergénico para las anillas, los cierres y demás; y madera ecológica para los acabados de las piezas. La combinación de estos tres materiales resulta una atrevida colección de pendientes, broches y collares, por un lado; y una pequeña colección de 'home deco' móvil, por otro.
Del diseño y la producción de las joyas se encargan los dos. «Nos inspira mucho la naturaleza y la geometría. Tenemos nuestro taller en Rocafort, de hecho, es nuestra casa. Con el material que rescatamos, hacemos pruebas de color y de forma. Cuando nos decidimos por un diseño, cortamos con un láser las piezas. Una vez cortadas, las pulimos y las montamos», indica. El resultado de este trabajo deriva en piezas minimalistas, abstractas y atemporales «que empoderan a quien las lleva puestas», asegura.
En cuanto al volumen de producción, Marieta señala que en Mitumi producen piezas limitadas e incluso únicas. De hecho, uno de los aspectos que más les caracteriza es que trabajan sobre pedido, por lo que no hay ninguna pieza exactamente igual a otra y cada una de ellas es especial. «El mercado sostenible tiene que evolucionar muchísimo más, pero vamos dando pequeños pasos hacia el camino correcto. Sí que es cierto que, hemos observado que una parte del mercado huye de la sobreproducción y busca la originalidad, piezas que escondan una historia detrás». Será que estamos al fin evolucionando.
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Patricia Cabezuelo | Valencia
Patricia Cabezuelo | Valencia
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