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La mesa de Ten Women Club MARA CÓZAR-PALMSTUDIO
10 mujeres

10 mujeres

M. Hortelano

Valencia

Viernes, 12 de julio 2024, 10:04

Hola capturadores

Captura de pantalla ha entrado en el verano, como todos los mortales. Ya sabéis que en esta época siempre trae alguna novedad, porque soy consciente de que tus ritmos cambian en estos meses. Pero este año quiero mantener la esencia de las cartas, que es con lo que más disfruto. Así que las podrás seguir leyendo, cada viernes, hasta el próximo 9 de agosto. Pero como sé que estarás viviendo en el mundo del ocio, he decidido ponértelo un poco más fácil. Así que hasta que me vaya de vacaciones, yo misma te leeré las cartas, para que sólo tengas que escucharlas mientras conduces con destino a la playa, o estás en la hamaca con una piña colada en la mano. Eso sí, si prefieres seguir leyéndola, podrás hacerlo. Tú eliges. Yo, por si acaso te dejo la carta leída por mí misma en este enlace para que sólo tengas que escucharla.

Y allí me presenté el viernes, sin más pretensión que la de escuchar y con un acojone en el cuerpo de esos que te pone encima una de las enfermedades del siglo XXI: el síndrome de la impostora. ¿Qué hacía yo ahí? ¿Se habrían equivocado? ¿Me habrían confundido? ¿Tenían desactualizado mi curriculum? ¿Otras 467 mujeres dijeron que no porque España jugaba ese día los cuartos de la Eurocopa y me llamaron a mí, que he perdido el interés en el fútbol? Mi cabeza se puso a fabricar todo tipo de pensamientos anticipatorios en los que me ponía delante de un grupo de supermujeres a escuchar sus vidas exitosas y yo apenas podía decir algo similar a: Hola. Me llamo periodista y trabajo de Marta.

Ten Women Club MARA CÓZAR-PALMSTUDIO

Al llegar, dejé el móvil en el bolso y me dispuse a conocer a mis compañeras de viernes haciendo algo tan exótico como hablar cara a cara y mantener la atención hacia quien te está hablando por primera vez. No voy a entrar en detalles de la jornada, porque le haría perder la emoción a quienes puedan acudir en próximas ediciones. Pero sí os diré que ninguna de las diez participantes, todas mujeres, sabíamos nada de todas las demás. Algunas conocíamos a otra como mucho. Es decir, íbamos sin etiquetas. Sin profesiones. Sin cargos. Y sin cargas. Sin los prejuicios que puedan suponer conocer de antemano una parte de la historia de alguien. O con quién se relaciona. O dónde trabaja. Allí éramos todas sólo nosotras. Enseguida congeniamos, porque como me gusta mucho decir en esta carta. Lo que me pasa o preocupa a mí, nos pasa o preocupa a todos. Y aquí no fue distinto. Llenamos esos primeros minutos con detalles sobre lo que nos había costado llegar esa mañana, sobre el tipo de deporte que practicamos o con comentarios sobre lo bonito que era el espacio en el que nos habían reunido. Y picotenado cosas ricas y muy bien presentadas. Teníamos prohibido contar detalles de nuestras vidas laborales, algo que me alivió, porque me niego a que mi profesión actual me defina. Hago muchas más cosas en mi vida que me llenan, además de mi trabajo.

La mesa de la comida era un sueño hecho por una de las 10 mujeres MARA CÓZAR-PALMSTUDIO

Guiadas por las dos perfectas anfitrionas, Silvia y Mara, y por una apuntadora estilosísima y listísima llamada Bianca, fuimos hablando de nuestros momentos vitales, escuchamos los de las otras, compartimos reflexiones y comimos juntas en un entorno seguro y amable. Me sentí comodísima sin que nadie me pusiera una etiqueta. Sin que la mayoría de ellas me pudiera juzgar por lo que llevo en la mochila o lo que quiero meter en el futuro. Y sin darme cuenta, les conté a doce desconocidas algunas cosas que giran como un ventilador en mi cabeza en este verano de 2024. Ellas hicieron lo mismo. Sin ataduras, sin obligaciones. Simplemente, hablamos de nosotras. Llegado un momento, todas descubrimos el apellido que acompaña nuestras vidas, que siempre suele ser el laboral. Y ahí, volví a sentir algo de miedo. ¿Qué iba a contar de mí misma delante de unas tías con unas carreras tan impresionantes? Pero ahí estaban Carla, Lara, Silvia, Tania, Elena, Patri, Sole, Ana y Gemma, junto con Mara, Silvia y Bianca, para sujetarme. Como siempre lo hacemos las mujeres, por mucho que se diga lo contrario. Sus vidas y sus historias me deslumbraron. Por segundos me sentí pequeña. Pero luego supe que ellas sintieron lo mismo cuando conocieron al resto. Incluso cuando me conocieron a mí.

Cuando les expliqué que a punto de cumplir los 40 años había entendido que el hilo conductor de mi vida es el de contar historias más allá de lo que hasta ahora había entendido. Que lo hago cuando coso, cuanto pinto o cuando cocino. Que lo sigo haciendo cuando envío estas cartas o cuando las leo. O cuando horneo una galleta. Incluso cuando hago unos pendientes con forma de teta para que te acuerdes de que las revisiones no se hacen solas y que el dinero para el cáncer no cae de los árboles. Una de ellas trazó mi perfil en unos minutos y escuché desde fuera mi vida. Y ahí, viendo cómo las demás me ven y valoran lo que hago, entendí todo. Y se me quitó en un momento esa sensación de estar fuera de lugar. En un segundo, me lo creí. Ellas fueron parte fundamental en esa chispa. Doce perfectas desconocidas que me sostuvieron. Como siempre hacemos las tías. Como siempre hacen mis amigas. Como siempre hacemos nosotras.

Ten Women ya está en mi diario de bordado 2024 M. H.

Me pasa mucho en el escaparate de nuestras vidas en el que se ha convertido Instagram, y donde comparto ya poco de mi intimidad. Cada vez que mi entrenador, Jordi, me graba un vídeo en los entrenamientos porque estoy haciendo bien alguno de los ejercicios con los que me machaca, siempre hay un hombre preparado decir algo. Para corregir una bajada, para sugerirme un aumento de kilos en las pesas, para darme una lección. Con las mujeres que me siguen (la inmensa mayoría de quienes me acompañan) es todo lo contrario. Con toda normalidad me animan a seguir entrenando, me ponen fueguitos, me felicitan por la constancia y alucinan con los brazos letizios con los que siempre bromeo. Sororidad. Ellos me juzgan. Ellas, me sostienen. Ni es siempre así, ni sucede con todos los hombres y mujeres. Porque también tengo hombres generosísimos a mi alrededor que me valoran y me lo hacen saber. Pero lo contrario es abrumador.

Esto fue para mí Ten Women Club. Sostenerse M. H.

Siempre he vivido rodeada de una red de mujeres fuertes y valientes. A las que nadie les ha regalado nada. Que han brillado con la luz que nos da el valor de hacer las cosas por nosotras mismas. Cada una a su tiempo. Ni fue más mi abuela, que sacó adelante a cuatro hijos ni lo he sido yo, que he estudiado una carrera y he vivido en el extranjero. Ni lo es la que dirige una empresa de éxito ni la que aún no ha encontrado su camino en medio de su travesía por la precariedad. Pero entre todas podemos sujetarnos. En un momento del evento del que te hablo, una de las participantes preguntó cómo sería esa misma jornada con hombres. Y otra dijo con rapidez: «no se habría hecho, porque ellos hubieran necesitado conocer todos los detalles de la reunión, una ficha de cada participante y un horario detallado de la jornada». Es decir, no se habrían dejado llevar. Puede que tenga razón. Lo que sí sé es que Silvia y Mara, dos mujeres valiosas han decidido crear un refugio seguro para quienes aún tienen dudas. Ellas ponen la casa. Pero sobre todo, ponen a diez mujeres en el centro de un círculo para que entre todas se den cuenta. Nos demos. Que solas podemos. Pero de la mano de las demás, vamos más acompañadas. Y mucho más inspiradas. Porque rodearse de gente talentosa nutre. Por algo tienen un consejo de sabias que convocan si alguna de nosotras necesita a las demás. Y yo estoy a un pelo de pedir que se reúna.

El proceso creativo de la cuarta edición de Ten Women Club TENWOMENCLUB

Postdata. Gracias a todas las personas que se preocuparon tanto por hacernos sentir tan especiales. El proceso creativo detrás del evento era, simplemente, increíble. Gracias a quienes nos cuidaron y nos dieron cobijo en un caluroso día de verano. Nunca lo olvidaré.

El escaparate

Esta semana ha hecho mucho calor, así que tengo las neuronas fritas para poder encontrar cosas chulas. Pero aún así, tengo varias que enseñaros.

El frigopie de Pepe Baena Nieto @Pepebaenanieto

No hemos acabado aún la Eurocopa 2024 (suerte para España el domingo) y ya huele a Juegos Olímpicos, que me apasionan. Y si hay algo que me encanta, además de ver todos los deportes que puedo, aunque no sepa ni cómo se juegan...eso es el merchandising oficial de los eventos. Y el de los Juegos es siempre genial. Pues imaginad si encima son en París... Así que ya me he metido en la web oficial para pillarme algo de recuerdo y no quería ocultároslo. Hay cosas bien chulas aquí.

Desde que se lo vi a Helena Poncini, periodista de gastronomía de El País, estoy adicta a los bodegones costumbristas de Pepe Baena Nieto en Instagram. Me parecen mágicos. Hacer arte de lo cotidiano, de lo mundano de un desayuno. De un helado. De repente soy muy admiradora. Y me encanta que me descubran cosas nuevas.

Pero eso no es lo único que me ha descubierto Helena. Hace unas semanas hablamos ella y yo de desodorantes, porque soy muy maniática de los olores y me gusta oler a nada. Como mucho, a limpio. Así que ella ha hecho un descubrimiento que ha compartido conmigo y que yo ahora también quiero compartir contigo. Es un desodorante que, por supuesto, ya me he comprado y usado. Es de la marca Caudalie y funciona fenomenal si eres de los que no soporta sentirse abandonado, este es tu mejunje. Lo encontrarás en tu farmacia, parafarmacia o droguería de cabecera.

Círculo de capturadores

Carmen Velasco viene a despedirse de ti, antes de poner rumbo a una piscina, cargada de libros. Ella es una de las mujeres que también me sostiene dentro y fuera de nuestro escenario cotidiano. Y además, quiere que este verano leas lo que puedas. Sin agobios. Feliz verano, Carmen.

La protagonista de 'Qué vas a hacer con el resto de tu vida' es una mujer de nombre Laura, hermana de Pablo e hija de una madre que se fue y de un padre con numerosas teorías de las islas (que tienen su traslación a la vida). La protagonista deja a su novio e Ibiza (¡ojalá estar ahí en estos momentos!) para trabajar en Nueva York sin dejar atrás las relaciones familiares. En 'Los astronautas' el personaje principal trata de trazar su identidad en relación a la familia, esa institución social en constante evolución. Las dos novelas son de Laura Ferrero, una escritora que descubrí un verano de hace siete años con el libro de cuentos 'Piscinas vacías' (me zambullo sin pensármelo en esos continentes de agua, también en los literarios). Al lío. El tema de la familia me apasiona al entrañar la cotidianidad más honesta y, a la vez, más dañina porque lo incluye todo: las ausencias, el amor, la intimidad, las pérdidas, los conflictos, las costumbres, la identidad, el deseo, la traición, las relaciones personales...

Sé que Marta me fichó como prescriptora newslettera para centrarme en un título pero en este caso recomiendo a una escritora. Si os van los relatos, además de 'Piscinas vacías', la escritora ha publicado 'La gente no existe'; y si preferís novelas, anotad: 'Qué vas a hacer con el resto de tu vida' y 'Los astronautas'. Ambos títulos os harán reflexionar porque la literatura de Ferrero tiene una valiosa virtud: lo que cuenta y cómo lo cuenta te interpela, te sitúa de alguna forma frente a tu propia realidad.

¡Feliz verano! #leedmalditas

Gat-checking: periodismo de gatos

Ten Michi's Club M. H.

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Gracias por leerme

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