Borrar
Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia y deja 18 atendidos por humo
#75 Ráfagas de optimismo

#75 Ráfagas de optimismo

M. Hortelano

Valencia

Miércoles, 8 de marzo 2023, 11:47

La foto que podéis ver arriba fue tomada un día de 1984. Probablemente, de agosto o septiembre, porque por lo que intuyo, servidora tenía pocos días. Ahí estoy yo, casi recién nacida, en uno de los momentos más felices que me puedo imaginar. Tumbada en una hamaca, sin preocupaciones, con las necesidades básicas cubiertas y con medio cuerpo al sol. Probablemente, mi abuela Ascensión o la Mariví me habrían acabado de cambiar el dodotis, me habrían atizado el biberón (que yo fui niña de leche de fórmula) y me habrían rociado con Nenuco. Y ahí me plantaron, en el balcón acristalado, a hacer la fotosíntesis. 39 años después reconozco esta instantánea como un momento de plena felicidad. Vamos, que si me pones un negroni en la mano, estoy dispuesta a recrear la foto y ponérmela en la mesa del trabajo, donde procuro colocar imágenes que me motiven para estar sentada el día entero frente al ordenador. Ahora tengo una, por ejemplo, de Virginia Lorente, de una chica sentada en una terraza, con los pies sobre una barandilla, en un juego de luces y sombras, en lo que parece una tarde de verano frente al mar Mediterráneo. Si me proyecto ahí, me convenzo un poco de que pasarme la vida entre estas cuatro paredes me servirá para haber ahorrado lo suficiente para emular esa ilustración durante un mes entero, en temporada alta veraniega.

Últimamente me imagino a mí misma en muchos sitios, quizá para encontrar un equilibrio entre la verdad y lo que me había imaginado que iba a ser la vida cuando estaba en esa hamaca, en una terraza de Cuenca. Ahí no existía nada malo. La hipoteca no me había subido 200 euros al mes. No era año electoral. No me había acabado demasiado pronto una serie de ballet que me ha flipado en Disney +, ni me dolía la tripa todos los días. Tampoco había estado a punto de pagar 9 euros por un bote de Fairy, había vivido una pandemia, ni había ido a la frutería con más presupuesto que si fuera a una joyería. A veces, por mucho que tenga a la chica de la ilustración delante, miro a mi alrededor y todo es pesadumbre. Todo es desánimo. Todo son malas noticias. Por muy poco he estado a punto de abrazar ese lado malo de las cosas. De dejarme llevar por esa inercia. Pero de un tiempo a esta parte he tomado dos decisiones importantes: he vuelto a ir al psicólogo y he dejado de ver dos telediarios al día. A cambio, como ya os conté, he abrazado La 2, he limitado mi entrada a Twitter y he dejado los dramones para los libros, que para leer me siguen gustado más que las comedias. He empezado a practicar eso que dicen muchos libros barateros de autoayuda: intentar ver el lado bueno de las cosas. A veces, no lo tienen. Pero otras muchas sí. Se aprende en terapia, pero también con un poco de intuición. Por ejemplo, si leo una noticia sobre el cáncer, busco el dato que evidencia que el número de supervivientes ha crecido en los últimos años, y no retengo el porcentaje de la lotería que es el reparto de la enfermedad. Tampoco leo sucesos ni busco sintomas de enfermedades en google. Si no me queda jamón serrano para desayunar, pongo pavo. Y si no, aceite y sal. Y si no que queda pan de tostada de una panadería buena, pues como bimbo.

En definitiva, he relativizado todo un poco. Y parte de ese proceso interno me ha venido de la mano de otras miradas. De leer a otras personas, hacerlo sobre otros temas, prestar atención a otras cosas. Y entre esas minucias, comenzar a leer todos los días algunas noticias positivas. Como esas listas que ahora hace la gente para dar las gracias por tres cosas buenas que te han pasado en el día para que no pase desaparcibido que aunque la jornada haya sido una más, del montón, ha tenido algo positivo.

Y es que las buenas noticias, como las buenas personas, existen. Están ahí, pero no destacan tanto. No hacen tanto ruido. Si nos las destaca alguien, lo llamamos ñoño. Empalagoso. Mister Wonderful. Pero una buena noticia no tiene por qué ser algo cursi. De hecho, las mejores, casi siempre, las da la ciencia, que sigue investigando en infinidad de cosas aunque les hayamos apagado el foco de la pandemia. Pero también las personas normales. Como podemos ser tú o yo. Todos hacemos cosas geniales de vez en cuando. O tan revolucionarias como dar los buenos días. O las gracias. O como decía mi compañero Burguera, pagar la excursión de un compañero de clase de tu hijo cuando sabes que si no, se quedará fuera del ocio. Gestos cotidianos en los que he empezado a reparar. Ráfagas de optimismo. Sin caer en la autocomplacencia, ni en lo naif. Simplemente, para darme el gusto de recrearme en algo bueno. Si no, todos corremos el riesgo de caer en una de nuestras peores enemigas: la simple realidad. Y al final, si te fijas mucho. Cualquier cosa termina por ser fea si la miras demasiado. Excepto mi foto en la hamaca. Es imposible que veas nada malo en ella. Y eso, de por sí, ya es una buena noticia.

ANUNCIO

Una buena noticia como la movida que estoy a punto de empezar y en la que necesitaré que tú, que siempre estás ahí, formes parte. A partir del lunes necesito tu complicidad para poder dar forma a un proyecto que será colectivo. Si descubres buenas noticias o historias que merezcan ser contadas, las quiero recibir. Las voy a leer, las voy a contar con cariño y las voy a poner en valor. Me da igual que vivas en Valencia, en Londres o en una pedanía de Jaén. No busco nada espectacular. Busco eso que te conmueve. Que te hace sentir orgulloso. Esa pequeña gran historia que te emociona. Esa persona que deja huella en las demás, que igual se ha jubilado después de toda una vida, o que ha hecho algo que todos merecemos saber. Incluso si es esa receta insuperable. Ya sabes dónde encontrarme, capturador. Te leo en marta.hortelano@lasprovincias.es y desde el lunes, a diario, tú podrás escucharme contar estas pequeñas grandes cosas. Incluso desde una hamaca.

Ayúdame: Esta carta sólo llega por correo, no la encontrarás en ningún sitio más. Comparte si quieres algo de esta newsletter en tus redes y etiquétame o usa el hashtag #capturadepantalla para ayudarme a llegar también a tus amigos.Tienes todas las cartas ya enviadas aquí guardadas por si quieres ver el género antes...

Suscríbete: Si has llegado aquí porque alguien te ha hecho llegar esta newsletter, puedes apuntarte para que te llegue la semana que viene, Lo puedes hacer gratis aquí.

Escríbeme: si quieres contarme algo, estoy en marta.hortelano@lasprovincias.es y no sabes la ilusión que me hace recibir vuestros mensajes.

Gracias por leerme

Marta

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias #75 Ráfagas de optimismo