Por qué septiembre es un buen mes para volver a empezar

Septiembre es el mes de los finales. En el noveno mes del año se dan por finiquitadas las vacaciones, se acaba incluso el propio verano, para dar paso al otoño, y se pone fin a un modo de vida anárquico, casi salvaje, en el que burlamos al reloj, al peine y a la báscula, para dejarnos llevar por el devenir de unos meses de días largos y pocas preocupaciones. Pero septiembre es también el mes de los comienzos. De nuevos retos. De primeras veces. De inicios. O de retornos, de reencuentros. De empezar algo nuevo, de continuar con lo ya iniciado y de hacer balance, cada año más, de una especie de ejercicio que muere con el fin del verano. Y es que este mes es ya para muchos el nuevo enero. El que marca el inicio real de una año que comienza con el curso escolar, la vuelta de las vacaciones o con la primera página de una agenda. Pero, con tanto cambio, la vuelta a la normalidad nos puede costar, aunque si seguimos los consejos de algunos expertos, se puede convertir en un periodo lleno de oportunidades.

«Durante el verano gracias a la luz solar y la temperatura segregamos hormonas as que favorecen que estemos activos, animados y ademas gozamos de más tiempo para hacer actividades placenteras. La vida va más despacio, menos gente, menos prisas -la llamada slow life, vida más consciente, lenta, placentera ,en la que nos sentimos libres- y se nota en el buen humor de las personas», explica la psicologa Crsitina Vidal. Septiembre se asocia, al sindrome post-vacacional, »a ese malestar que parece hacernos caer la dopamina y la serotonina en picado por la famosa vuelta a la rutina, las prisas por llegar al trabajo, recoger los niños...«, dice. Por eso, recomienda que la vuelta debe ser adaptativa. »Hasta nuestro cerebro debe volver a pillarle el truco«.

Para ello, por ejemplo, desde la consultora en gestión de prevención psicosocial Affor Health, nos proponen «un retorno sosegado. Pasar de cero a cien no suele ser saludable, tampoco para nuestra mente en este caso. Si te lo puedes permitir, vuelve a casa un par de días antes de que tengas que incorporarte al trabajo, y una vez allí, date tiempo para limpiar la bandeja de entrada, retomar responsabilidades y volver, poco a poco a la rutina». El curso laboral suele ser largo y duro, y el descanso es fundamental para el bienestar físico y mental, pero también para la productividad en los meses posteriores. «De poco sirve un trabajador 'quemado' que vuelve tras las vacaciones con desilusión y desgana», explican desde el equipo de la consultora.

Desde el punto de vista pedagógico, septiembre es el mes de la vuelta a las aulas por excelencia. Guarderías, colegios, institutos y universidades retoman su actividad. Y a nivel psicológico, este mes puede implicar una serie de cambios y definiciones que pueden afectar a diferentes aspectos de nuestras vidas. Como explica el profesor y escritor Pedro Marcet, «durante el verano, muchas personas disfrutan de un período de descanso y relajación, lo que puede implicar una disminución de responsabilidades y rutinas estructuradas. Con la llegada de septiembre, se retoman las actividades diarias, se regresa al trabajo o a la escuela, lo que puede generar cierta resistencia y dificultad para adaptarse nuevamente a una rutina más estructurada». Y ahí se producen cambios en el entorno social y labora como el inicio de nuevos trabajos o estudios, cambios de escuela o de compañeros. «Estas situaciones pueden generar ansiedad o nerviosismo ante lo desconocido y la necesidad de adaptarse a nuevas personas y situaciones», explica. Pero también nuevas oportunidades y proyectos. «Es un momento propicio para comenzar nuevos proyectos, establecer objetivos y retomar metas postergadas. La sensación de inicio que trae el nuevo año académico puede ser una fuente de motivación para emprender nuevas actividades y desafíos», cuenta.

Es un mes propicio para estrenar una nueva agenda con organización escolar, para aprovechar una de las ofertas de los gimnasios, para apuntarse a clases para aprender idiomas o para marcarse unos retos que antes se reservaban para enero. «Septiembre es un buen momento para revisar y mejorar hábitos de estudio y organización, lo que puede influir positivamente en el rendimiento académico. Puede ser un mes de cambios y definiciones en diferentes áreas de nuestras vidas, incluyendo la vuelta a la rutina y el inicio de nuevos proyectos. A nivel educativo, representa una oportunidad para establecer metas, mejorar hábitos y enfrentar nuevos desafíos académicos. Si bien puede implicar cierto grado de estrés y ansiedad, también es un momento propicio para el crecimiento personal y académico».

Para la psicóloga Íngrid Pistono, septiembre es un mes de mucha actividad en su consulta. «En mi experiencia, septiembre y enero son los meses de cambio. Posponemos rutinas o acciones que pensamos que nos benefician por miedo a no ser capaces, por inseguridad o porque realmente no son expectativas nuestras si no ajenas». Esta profesional recomienda poner una fecha en la que vamos a realizar ese cambio, porque facilita que podamos darnos un permiso previo. «Justificamos no hacer porque nos vamos a poner a la obra más adelante: del lunes no pasa, o de septiembre, del mes que viene o del próximo año», reconoce. «Posponemos para evitar el juicio propio y el ajeno y ponemos fecha porque con ella evitamos la ansiedad. La ansiedad se genera por la incertidumbre, si tenemos un plan, eliminamos frustración», detalla.

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