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ATLAS
Jueves, 20 de junio 2019, 00:36
Llegando a El Arenal enseguida no damos cuenta de a lo que han venido estos jóvenes a Palma: a darlo todo. Después de un año entero estudiando, un año de esfuerzo y presión, el cuerpo pide desconectar. Y esta refrescante vida pos-exámenes está llena de planes mezclados con alcohol. Una fiesta de sol a sol que también resucita a los comerciantes, que ven en estos 15.000 estudiantes-consumidores la salvación del mes de junio.
Cuando llega la noche se revolucionan aún más las hormonas. Al menos unas pulseras de colores, en los hoteles y las discotecas, controlan a los menores que no pueden beber alcohol. Elemento imprescindible en el botellón en la playa o en las discotecas de Magaluf, donde se dirigen la mayoría. Imaginen el resultado final, pero esa es otra historia y lo que pasa en fin de curso... se queda en fin de curso.
«Poco pasa para tanto desfase»
Las noticias sobre Magaluf llenan las páginas de sucesos de diarios impresos y digitales, la mayoría de ellos protagonizados por jóvenes turistas extranjeros. El último de ellos ocurrió el pasado día 7 de junio, cuando un joven de 20 años, de nacionalidad británica, murió tras caer al vacío desde un segundo piso en Magaluf.
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