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Gildas le Roux
Lunes, 6 de septiembre 2021, 01:41
esde fuera solo es un moderno edificio del centro de Roma, pero esconde un tesoro en el sótano: los restos de una residencia de la época romana con suntuosos mosaicos. En el vestíbulo del edificio –construido en los años 50 a los pies del monte Aventino, una de las siete colinas– un vecino cargado de bolsas del mercado sostiene la puerta. Tras descender unas escaleras y abrir una puerta de metal gris se llega a una de las maravillas subterráneas de la capital italiana.
Son mosaicos de inicios de nuestra era, descubiertos durante las excavaciones iniciadas con motivo de la transformación en edificio residencial de la antigua sede del Banco Nacional del Trabajo, comprada por el banco francés BNP Paribas.
«Estamos dentro de una suerte de 'cofre arqueológico', una estructura arquitectónica que tiene dos funciones: proteger los mosaicos y permitir que el público acceda a ellos», explica a AFP Roberto Narducci, arqueólogo de la dirección de bienes culturales de Roma. Las excavaciones comenzaron en 2014 y finalizaron en 2018, un trabajo largo y tecnológicamente complejo. Frente al mosaico, con una delicada vid llena de pequeños racimos que discurren sobre un fondo blanco, el arqueólogo explica el carácter excepcional del lugar, que abrió sus puertas por primera vez hace unos meses.
Estamos dentro de un edificio particular, justamente donde se había planeado la creación de ocho garajes», asegura divertido. Los estacionamientos se esfumaron. Se acordó con la propiedad, el banco BNP Paribas, que financió la obra, realizar un espacio multimedia, que gracias a un juego de luces y a una banda sonora con el canto de los pájaros, ofrece una visita arqueológica a la 'domus' romana.
Las paredes están decoradas con pinturas de colores brillantes que recuerdan las de las villas pompeyanas y los fragmentos que faltaban de los mosaicos fueron reconstruidos milagrosamente. Con esa suerte de máquina del tiempo se da un salto de más de 2.000 años hacia atrás, cuando los habitantes de esa suntuosa residencia romana caminaban sobre los mosaicos.
Sin duda la decisión de no trasladar todo a un museo ha dado al lugar un toque mágico. «Tuvimos la oportunidad de estudiar varias capas de mosaicos superpuestas a lo largo de los siglos, seis en total. Desde un punto de vista científico, eso ocurre muy raramente», subraya Narducci. Gracias al estudio de toda la zona, de más de 2.000 metros cuadrados, los arqueólogos pudieron «desenterrar varios tesoros que datan del siglo VIII a. C., en particular los restos de una construcción militar, tal vez una torre de guardia», cuyos cimientos todavía son visibles.
Y los copropietarios del edificio, ¿cómo reaccionaron ante tal descubrimiento bajo sus pies? Para Narducci, están «orgullosos» de vivir allí y acordaron con las autoridades de bienes culturales la apertura al público con guía y visitas limitadas al primer y tercer viernes del mes.
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