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REDACCIÓN
Viernes, 21 de mayo 2021, 22:03
Echar la Bonoloto cualquier día puede suponer una sacudida en tu vida, en el buen sentido. Imagina sacar un boleto y comprobar que tu apuesta está premiada con un dinero que, mucho o poco, nunca biene mal. Este viernes 21 de mayo la Bonoloto ha vuelto a alegrar vidas al repartir más de 194.000 euros entre dos jugadores.
Los afortunados han acertado en la Segunda Categoría del sorteo (5 Aciertos + C) y recibirán un total de 97.781,32 euros cada uno gracias a sus apuestas, que validaron en la calle Alcalde Diaz Penedela, 12 (Cangas de Narcea, Asturias) y en Mejico 1 (Fuenlabrada, Madrid)
La combinación ganadora en la Bonoloto de este viernes 21 de mayo ha sido:
11, 15, 18, 23, 34, 44
Complementario: 45
Reintegro: 8
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Apuestas que cambian la vida
Hacerse con el premio no es ficción, solo cuestion de suerte. De hecho, España y Francia son los países donde más veces ha tocado el premio de primera categoría: hasta en 95 ocasiones. Hasta la fecha, el mayor premio de EuroMillones repartido en el país se dio el 6 de octubre de 2017; un acertante de Las Palmas de Gran Canaria ganó 190 millones de euros. Hace apenas unos meses en España tocó otro de esos grandes premios: 144 millones de euros, que fueron a parar el 7 de julio a la localidad vallisoletana de Mayorga.
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Pusieron 15 euros cada uno y Ángel selló el boleto con la fecha de su cumpleaños y otros números al azar. Raquel es la más joven del grupo y trabaja de camarera, confiesa ya que el dinero le vendrá muy bien. Euromillones va a cambiar para siempre la vida de 15 amigos de toda la vida de la localidad vallisoletana de Mayorga, al convertirse en los acertantes únicos de primera categoría (5 + 2) del sorteo del correspondiente al martes 7 de julio, nada menos que 144 millones de euros. Este pueblo de poco más de 1.500 habitantes ubicado en la provincia de Valladolid, pero colindante con las de León, Palencia y Zamora, se ha convertido en el epicentro de uno de los botes más grandes jamás repartidos por el sorteo de Euromillones, y que permitirá a sus agraciados vivir sin preocupaciones pecuniarias el resto de sus vidas.
Euromillones y otras loterías son fuente de grandes historias. Las historias de sus ganadores. Gentes a las que un premio les cambio la vida. Como a Colin Weir. Este británico fue la personificación de los deseos de muchos, batió un récord al ganar un premio de Euromillones de 185 millones de euros hace ocho años. Falleció a finales de 2019, a los 71 años de edad, y ahora ha salido a la luz su testamento, que revela que gastó la mitad de su fortuna antes de morir.
El premio, en cambio, no le dio una felicidad duradera: sufrió años de mala salud y él y su esposa, Christine, se divorciaron el año pasado después de 38 años de matrimonio. No obstante, de los más de 92 millones que le correspondieron, Colin gastó más de 46.
El afortunado del sorteo no se privó de nada, según publica el diario Daily Maily. Compró cuatro coches (dos Mercedes, un Jaguar y un Bentley), tres caballos purasangre, la mayoría de las acciones de su club de fútbol favorito, el Partick Thistle FC y una generosa donación al Partido Nacionalista Escocés, una mansión de 4 millones de euros o una casa en Mallorca. Otra parte se fue a un fondo de inversiones.
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A veces, los premios no traen buena suerte. «No tengo sexo desde hace casi un año. He tenido que salir a correr con chanclas para recordar cómo suena hacerlo». Jane Park es la prueba viviente de que el dinero no siempre da la felicidad; especialmente si te llega antes de que estés preparado para manejarlo. Esta joven de Edimburgo se convirtió en 2013 en la persona más joven de Reino Unido en ganar el Euromillón, al embolsarse un millón de libras -cerca de 1,16 millones de euros al cambio actual- a los 17 años.
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Las consecuencias de este aparente golpe de suerte fueron las previsibles para una persona de su edad e inmadurez. Comenzaron con una sucesión ininterrumpida de celebraciones que convirtieron sus noches en una fiesta perpetua con amigos interesados y aduladores, y sus días en dolorosas resacas que mitigaba en las tiendas más lujosas comprando artículos que no necesitaba y de los que presumía acumulando 'likes' en sus perfiles sociales. El resultado fue una sensación de vaciedad insatisfecha que acabó hundiendo su autoestima hasta caer en la depresión.
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