El sorteo de Lotería Nacional es el más esperado por los jugadores de Loterías y Apuestas del Estado. Se celebra cada jueves y cada sábado. Reparte premios por toda España. Por ejemplo, en el sorteo del 15 de junio su primer premio cayó en un municipio de apenas 3.000 habitantes. Y es que se trata de un sorteo que también cuenta con mucha tradición ya que se celebró por primera vez en el siglo XIX.
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Su dinámica es sencilla. Consiste en acertar un número de cinco cifras, que van del 00000 al 99999. Se realizan dos extracciones que corresponden al primer y al segundo premio. Aparte, se hacen otras dos adicionales de una cifra para premiar con el reintegro (se devuelve el dinero de la apuesta), a todas las participaciones que acaben en dichas cifras. Los boletos que coincidan en las unidades con las unidades del primer premio también reciben el reintegro.
En el sorteo celebrado este jueves 20 de junio, el número 93.233 ha sido el del primer premio con 300.000 euros al número. Ha tocado en Barcelona, Villaviciosa de Córdoba (Córdoba), La Bañeza (León), Pelayos de la Presa (Madrid) y Sevilla.
Por otro lado, el segundo premio de 60.000 euros al número corresponde al 22.302. Ha caído íntegro en Tremp (Lleida), una localidad de apenas 5.000 habitantes.
Los reintegros correspondes a los números 3, 4 y 8.
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Historias de millonarios
Javier Espinosa llevaba casi toda su vida apostando por los mismos números en la Primitiva, una tradición iniciada por sus padres, hasta que la suerte llamó a su puerta en 2019 y se llevó 80 millones de euros de la Primitiva. La combinación ganadora estuvo formada por los números 7, 13, 23, 40, 41 y 49, el complementario fue el 16 y el número clave (reintegro), el 3. Estos 8 números cambiaron la historia de un vecino de Bonrepós que había sellado su boleto en Tarvernes Blanques, junto a Valencia.
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Javier tenía un negocio familiar dedicado a la venta de materiales de fontanería, con más de 25 años de historia y que había pasado por una grave crisis durante años. Cuando Javier llamó a su novia para contarle la noticia, ella, incrédula, le dijo antes de colgar que fuera a los premios Oscar por su buena interpretación.
Javier encargó un Ferrari, un sueño de la infancia, y poco después se construyó una casa en Bonrepós. Sus vecinos cuentan que ya tiene media docena de bólidos y que ha entrado por derecho propio en el selecto 'Club Ferrari' gracias al dinero de la Primitiva.
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La historia de Rachel Kennedy y Liam McCrohan es de tener mala suerte. La pareja de Inglaterra estuvo muy cerca de ganar 182 millones de euros. Los jóvenes estudiantes participaban siempre en el sorteo de Euromillones y, además, apostaban siempre por los mismos números. No fallaban ningún día, de hecho, tenían configurado una plataforma con la que podían comprar automáticamente boletos cada semana.
Sin embargo, un viernes no lo hicieron dado que su cuenta bancaria se encontraba sin fondos. «No pensamos que iban a salir», contaron al medio británico The Sun.
Estaban equivocados. Cuando revisaron la aplicación, recibieron una notificación con los números con los que siempre jugaban, que estaban configurados. Y vieron que eran los que se habían llevado el mayor premio. Así, se privaron de embolsarse 182 millones de euros, que era la cifra exacta del bote.
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Rufino se convirtió en el vecino más famoso de Valuengo, un pequeño pueblo de Jerez tras ganar el Gordo de la Primitiva. Se hizo con 5 millones cuatrocientos mil euros. Lo más curioso es cómo se enteró de que era millonario: en el bar y por casualidad. Rufino se tomaba un café en el bar de siempre. Entre los clientes, surgió la conversación que a alguien de la localidad le había tocado el premio del Gordo de la Primitiva. El camarero del local se ofreció a comprobar el boleto de Rufino: «El del Gordo eres tú». Y a partir de ahí, incredulidad general. Nadie en el bar se lo creía, ni el propio ganador. Rufino tuvo un accidente en la empresa en la que trabajaba que le costó tres dedos de una mano y la incapacidad laboral.
Jane Park ganó el Euromillones con 17 años. Ahora, cuatro años después, ha desvelado que lo que pensaba que le iba a mejorar la vida, ha conseguido todo lo contrario. De hecho, desea demandar a la Lotería por «arruinarle» la vida.
La joven tuvo suerte porque ganó el premio con el primer boleto que compró. La cifra con la que se hizo fue, exactamente, de 1.175.000 euros. Según ha contado en una entrevista del diario Mirror, el premio le hizo perder la cabeza y derrochó el dinero en ropa de diseño, coches y operaciones estéticas.
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Ahora, reconoce que preferiría no haber ganado el Euromillons porque su vida sería «más fácil». Tal y como ha confesado, a pesar de que tiene mucho dinero su vida está «vacía» y le cuesta mucho encontrar una pareja que no se interese, únicamente, por su dinero.
Daniela pasó del cielo al infierno en cuestión de segundos. Cuenta que, como todos los años, su madre le regaló a ella y a sus hermanos un boleto de la ONCE del sorteo del 1 de enero. Lo compró en la Avenida del Oeste, el puesto más cercano al Mercado Central. Una tradición familiar. Nunca perdían la esperanza de que algún día fueran los afortunados. Y por fin, el boleto premiado con el número 8290 estaba entre sus manos. A la mujer le habían tocado 400.000 euros. Pero pronto, la que había sido la suerte de su vida se convirtió en una auténtica pesadilla.
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«Le pedía a mi marido que se acercara a la Delegación Territorial de la ONCE para que se informara de cómo tenía que cobrarlo porque yo no podía ausentarme del trabajo. Le explicaron mal el proceso y le dieron tres folios, uno encima del otro, y no se dio cuenta de que estaba firmando que el boleto era suyo», cuenta Daniela Tucelli entre llantos.
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Meses atrás, su marido se había inscrito en el Registro General de Interdicciones del Acceso al Juego (RIAJ). Esto implica que no pueda acceder al juego online y a los juegos de carácter reservado (loterías) que se desarrollan de forma presencial. Por lo tanto, tampoco puede cobrar el cupón premiado. «Mi marido no es ludópata. Se inscribió ahí tras una discusión que tuvimos porque siempre está viendo el fútbol y alguna vez apostaba. Poca cosa. Unos 20 euros. Pero le dije que se inscribiera porque estaba cansada y quería que en mi casa se pudiera ver otra cosa en la tele», dice la mujer desconsolada. Le da miedo las repercusiones que le puedan acarrear a su marido a nivel personal por una acción que fue «una tontería. El resultado de un broncazo».
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Pero ahora, fruto de esa decisión precipitada, no puede cobrar los 400.000 euros que le corresponden.
Ruth Breen, de 39 años, ganó el premio de Euromillones cuando atravesaba una mala racha económica. La británica, matrona de profesión y con una hija pequeña, vio cómo cambió su suerte al ser ganadora del sorteo.
No obstante, ella tuvo bien claro que no quería cambiar el rumbo de su vida. Siguió trabajando y utilizó el dinero para llevar a su hija a una buena escuela, para ayudar a su hermano a comprar una casa y para pagar a sus padres un seguro.
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