REDACCIÓN
VALENCIA
Sábado, 3 de diciembre 2022
La residencia San Ildefonso del Ayuntamiento de Madrid es la encargada de dar continuidad a la tradición de cantar la lotería que se inició el 9 de marzo de 1771 cuando, por primera vez, el alumno Diego López participó en un sorteo de lotería. Ese día aún de invierno, en una mañana lluviosa según relatan las crónicas de la época, Diego López introducía su mano en un arca para extraer la primera de las únicas 90 bolas que había. Acto seguido, cantó el número con «un gracioso soniquete» y comenzó una historia que se prolonga hasta nuestros días.
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Diego López era uno de los 'niños doctrinos', menores de edad que cantaban por las plazas la doctrina cristiana. Una de las teorías que se manejan es que los responsables de la lotería se fijaron en ellos para que cantaran los números, al ser un colectivo de los más favorecidos en la ciudad,y a cambio les daban una limosna.
«La Hoja del lunes» de Madrid del 12.12.1966 publicó un artículo en el que adelantaba que ''se va a levantar una estatua al niño Diego López, que cantó por primera vez en el sorteo celebrado el 9 de marzo de 1771''. El proyecto, que iba a ser realizado por el escultor de Villena don Antonio Navarro Santafé finalmente no se ejecutó, pero del estudio preliminar que se hizo sobre la futura obra se desprenden numerosos datos sobre Diego López y cómo fue aquel primer sorteo de la Lotería de Navidad.
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Este es el estudio que realizó, extraido de un documento escrito por su propio puño y letra.
«MONUMENTO A DIEGO LOPEZ, NIÑO DOCTRINO DEL COLEGIO DE SAN ILDEFONSO, PRIMERA VOZ EN LA LOTERIA NACIONAL QUE CANTO LA »SUERTE« EN MADRID»
MEMORIA
«Esa institución tan madrileña y tan carolina que es la Lotería Nacional bien merece tener en Madrid su monumento, ya que Madrid fue el primer Salón lotero, con pabellón de cielo azul, donde el niño doctrino Diego López cantó el trino de la suerte a un Madrid de capas y sombreros que, amotinados, iban a ser recortados por las tijeras del Príncipe de Esquilache.
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Carlos III, el español napolitano, atento a todo lo maravilloso nacional, creó la Lotería - o «Beneficiata»- por una Real Orden de 30 de septiembre de 1763, total a los cuatro años de su incipiente reinado, ya que su proclamación se verificó el 11 de septiembre de 1759, con el ceremonial de costumbre y el decorado monacal y cortesano de la iglesia de San Jerónimo.
Don Carlos quiso traer, de las orillas del napolitano mar, el «cuerno de abundancia» para los españoles, como si en aquellos playales mediterráneos se lo hubiera dejado la propia madre Venus Citérea.
Crea la «Beneficiata» o Lotería Nacional que consiste en un juego de acertar cinco números, con combinaciones de ambo y terno, sacados a la suerte entre los noventa primeros. Se puede jugar a «extracto simple» o a «extracto determinado». ¿Premios? Al «extracto simple» diez maravedises por uno; al «extracto determinado» cincuenta maravedises por uno; al «ambo» cien reales por cada diez maravedises; al «terno» por cada tres maravedises doscientos cincuenta reales...
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La casa de la Lotería se instala en la Plazuela de San Ildefonso y su primer director es Don José Pella, íntimo de Esquilache, hombre de números y familiar del pajarito de la suerte, cuya bola, número, voz y serie, habría de estar encomendada a esa mano inocente -¡tan necesaria en todo juego de azar!- y que preciso era buscar entre el rebañuelo cándido de los niños doctrinos del Colegio de San Ildefonso.
El 9 de marzo de 1771, siendo director de Loterías don Miguel Joaquín de Lorieri, la voz del doctrino DIEGO LOPEZ cantó en el aire de Madrid el número de los aciertos, primero en el volcar del cuerno de la Abundancia que seguiría, impertérrito, volcándose y volcándose sobre el mundo -¡ya no solo sobre un mundo madrileño de Carlos III!- en la voleada de millones acunados por las sucesivas voces doctrinas en las sucesivas loterías de doscientos años...
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Monumento perenne merecen el gesto y la vocecita infantil que vinieron a su ilusión de un mundo creyente en el milagro español y carolino. Lugar, el propio viejo caserón del Colegio de San Ildefonso; esos patios, un poco claustrales, a los que llega el aire fino que pasa por el viaducto como si fuera un doctrino más... Modo, el mas sencillo y eficaz modo, donde la voz que canta y el gesto que muestra la bola encantada no tengan mas distracción que se eco y su sombra...
Inventemos un niño doctrino de 1763. Una vestimenta que aún no se afrancesó del todo, y guarda el breve coleto con vuelillos encañonados que aun quiere recordar la gola. Calzón de fustán, ya llegado a bombacho, que el gregüesco se quedó perdido con el morir de los Austrias. Medias y chapincete con hebilla. Melena corta, a lo paje de los últimos Felipes, que todo va retrasando en Madrid y aun tardará mucho tiempo en afrancesarse y gastar tirabuzón.
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Sobre una gramilla, que quiere simular la peldañería de un estrado, se yergue la figurita airosa, aireada por la suerte, orgullosa de levantar el pequeño mundo de la bola en su mano, con la boca abierta en el boceo claro; grito de niño y aviso de diosecillo...
A los pies del gorrión madrileño -¡doctrino gorrión!- el cuerno de la diosa desenrosca su nácar y por la trompeta se vuelca el manantial de las onzas carolinas, aquellas que se hicieron «ambo» y «terno» y «extracto simple» y «extracto completo» gracias a la industria del Señor Rey Carlos y a la vocecita tiple de Diego López, primer madrileño que fue cántico de suerte, pregón de Lotería, ilusión del mundo y cuyo grácil aletazo puede y debe perpetuarse en uno de los patios del Colegio de San Ildefonso.«
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Aunque no se puede precisar una fecha fundacional concreta para el Colegio Municipal de San Ildefonso, parece que su origen se encuentra en las guerras y la peste que asolaron Castilla desde mediados del siglo XIV hasta mediados del siglo XV.
Es una institución que nació para albergar a las niños mas desfavorecidos y es, desde su fundación, dependiente y sostenida por la Villa de Madrid, de carácter municipal.
Durante siglos ha sido una institución educativa destinada exclusivamente a dar una educación a los niños mas vulnerables. Hasta el año 1973 no se admite la entrada de alumnos externos del barrio, siempre varones, y en el año 1981 ingresan las primeras niñas.
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Con la entrada en vigor de diferentes leyes y decretos en materia de menores (Ley 21/1987, Decreto 121/1988, ley 6/1995) y de la LOGSE (1990), la Institución se divide en dos: El Colegio Público de San Ildefonso -hoy uno mas en la red de centros dependientes de la Comunidad de Madrid- y La Residencia San Ildefonso del Ayuntamiento de Madrid, que continua con la labor de albergar a niños para darle una educación de calidad y los escolariza en diferentes colegios.
Finalizada la estancia de los menores en la Residencia, Loterías y Apuestas del Estado se hace cargo de los estudios hasta el más alto grado de cualquier carrera universitaria que realicen los residentes que no cuenten con medios económicos para cursarlos.
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Para actuar en los sorteos de la Lotería, que es una actividad extraescolar, se selecciona a aquellos niños y niñas de la Residencia que tienen buen timbre de voz y pronunciación clara, a los que se les ejercita para la fácil y rápida lectura de las números. También se les enseña en el manejo de las bolas de los sorteos mediante ensayos continuos con material que la Lotería Nacional ha puesto a disposición de la Residencia.
A partir del 22 de diciembre, y en especial una vez concluido el sorteo, puedes comprobar si tu décimo ha sido agraciado con el buscador de premios de www.lasprovincias.es. Introduce el número que juegas y podrás comprobar si te ha tocado y, en ese caso, cuánto dinero vas a cobrar. Puedes repetir la operación con todos los números con los que estés jugando al Sorteo Extraordinario de Navidad.
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