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Javier Martínez
Lunes, 20 de abril 2015, 07:28
El propietario de un club de alterne y una de las camareras han declarado ante el juez como imputados tras ser denunciados por un cliente que fue drogado y estafado, presuntamente, en el local situado en la calle Embajador Vich en el centro de Valencia. Los dos procesados están acusados de realizar seis operaciones fraudulentas con la tarjeta de crédito de la víctima por un valor de 2.880 euros.
Según informaron fuentes jurídicas, el denunciante reconoció que pagó 100 euros por adelantado para contratar los servicios de una prostituta. El hombre declaró que la camarera utilizó un terminal de tarjetas bancarias para cobrarle, pero no recuerda los otros cargos realizados esa misma noche, sin su consentimiento, en el club Red Hot.
La víctima manifestó que su estado de embriaguez era considerable cuando entró en el local. También sospechó que podrían haberle echado alguna droga en la bebida porque se despertó a la seis de la madrugada en un cuarto pequeño del club. Al día siguiente, el hombre apenas recordaba algunos momentos confusos debido a su estado de somnolencia -un posible efecto de la droga-, y por ese motivo no pudo detallar los hechos en la denuncia.
Tras tomar declaración al denunciante, el juez Alberto Jarabo interrogó como imputados al propietario y la camarera del establecimiento. El primero declaró que cuando ocurrieron los hechos se encontraba en otro local de su propiedad en la avenida de Ausias March en Valencia. Además, el dueño y representante legal del club Red Hot aseveró que nadie realizó cobros con la tarjeta bancaria sin el consentimiento del cliente.
La mujer imputada, una joven rumana de 29 años, afirmó que aquella noche ella estaba sirviendo copas en la barra. Según su versión, el hombre que les había denunciado entró en un cuarto reservado con dos prostitutas y empezó a pedir botellas de cava de dos en dos. La camarera aseguró que sirvió y cobró la primera copa que tomó el cliente, ocho botellas grandes de champán -con un precio de 360 euros cada una- y un benjamín.
El juez le preguntó entonces si las dos chicas y el hombre acabaron muy embriagados, ya que habían consumido ocho botellas de alcohol entre tres personas, y la joven rumana señaló que salieron «todos muy bebidos» cuando el club cerró a la seis y media de la madrugada.
Respecto a la sospecha del cliente de que podrían haberle echado droga en la bebida, el magistrado envió un oficio al Instituto de Toxicología de Barcelona para que especificara en el análisis de un cabello si la víctima si habían encontrado restos de escopolamina, una droga conocida también como burundanga.
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