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Comienza una década después el juicio por el doble crimen de Càlig

El fiscal pide 52 años de cárcel para un empresario gallego y su cómplice acusados de encargar el asesinato de su expareja a un sicario

M. GIL

Martes, 27 de octubre 2015, 00:03

castellón. Será el viernes a las 10 horas, en la Audiencia Provincial de Castellón. Es la fecha de inicio del juicio con jurado por el doble crimen de Càlig, cometido hace ya una década. Junto a la del viernes, habrá tres sesiones más para una lista de 80 testigos. Y en el banquillo se sentará I. L., el empresario gallego de 66 años acusado de planificar la muerte de su expareja, Y. V., una joven cubana de 25. Junto a él, deberá rendir cuentas a la justicia M. A. M., el cómplice que reclutó al sicario que asesinó a la chica y al joven de Vinaròs que le acompañaba el día del crimen.

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Ocurrió el 12 de junio de 2005. y el fiscal pide para los sospechosos 52 años de cárcel por dos delitos de asesinato y allanamiento de morada. El autor material de las muertes, E. P., ya fue condenado a 44 años de cárcel en 2008.

Càlig aún no ha olvidado esa sangrienta jornada. «Cosas así marcan», reconoce el propietario de un bar de la localidad. Los cuerpos sin vida de las víctimas fueron encontrados en un adosado. Aquella madrugada de junio la expareja del empresario regresaba a casa con un amigo al que había llamado tras sufrir una avería en el coche. Ambos se percataron de que varias personas habían entrado por la fuerza en la vivienda. Fueron atados de pies y manos y asesinados de un tiro, siempre según la versión del Ministerio Público.

El empresario presuntamente había encargado la muerte de la joven y de su hermana, con la que compartía vivienda. El doble crimen tuvo lugar meses después de que la víctima hubiera decidido romper la relación que inició años atrás con el acusado en Cuba.

Según el relato del fiscal, el empresario trajo a la joven y a parte de su familia a España y le facilitó un piso, primero en Santiago de Compostela y, más tarde, en Benicarló. También un coche y un empleo. Además, le abrió una cuenta corriente en la que realizaba ingresos periódicos. El gallego ejerció un «absoluto control» sobre las dos hermanas, a las que supervisaba llamadas de teléfono y amistades. Presuntamente llegó a amenazar de muerte a los chicos con los que entablaban amistad.

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Un año antes de su asesinato, la víctima le dejó una carta a su hermana en la que responsabilizaba a I.L. de cualquier cosa que pudiera pasarle en un futuro. «Esta seguridad es a causa de su amor obsesivo y posesivo hacia mi persona (...) amenazándome de que, si lo dejo, mi final será en un prostíbulo, drogada y muerta», recoge el escrito.

La joven decidió acabar con la relación en 2004. Según la Fiscalía, el principal acusado decidió entonces recurrir a «uno o varios sicarios» para llevar a cabo su plan. Así fue como contactó con el segundo procesado. Presuntamente fue quien siguió a las hermanas y reclutó a las personas encargadas de apretar el gatillo.

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