M. GIL
Viernes, 30 de octubre 2015, 23:52
valencia. «¿Ha ordenado matarla? ¿Ha pagado por ello?». «No, por supuesto que no». Así terminó ayer en la Audiencia Provincial de Castellón el interrogatorio del fiscal al empresario gallego I.L., de 65 años, acusado de planificar la muerte de su expareja, Y.V. una joven cubana de 25. Un interrogatorio de casi tres horas que copó la primera sesión del juicio con jurado por el doble crimen de Càlig, cometido hace una década en esta población de 2.000 habitantes.
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La vista se prolongará tres sesiones más y junto al constructor -calificado por el fiscal como «celoso, dominador, exigente y poderoso»- deberá rendir cuentas M. A. M., el cómplice que supuestamente reclutó al sicario que asesinó en su casa de Càlig a la chica y al joven de Vinaròs que le acompañaba la noche del crimen, el 12 de junio de 2005. Ayer también estuvo en la sesión, separado por su letrado del presunto inductor de las muertes, que negó conocerle: «Cuando entré en la sala pensaba que era un abogado. Jamás me entrevisté con él», dijo el empresario.
El fiscal pide para cada acusado 52 años de prisión por asesinato y allanamiento de morada, las mismas penas que la Abogacía del Estado y las defensas.
Tanto el abogado del empresario gallego como el del presunto cómplice negaron las acusaciones contra sus clientes y pidieron su libre absolución. El primero insistió, en su alegato dirigido a los once integrantes del jurado popular, en que el empresario de Santiago, «una persona querida en su ciudad», ha sido «injustamente implicado».
«Ya hubo un juicio en 2008 -en el que fue condenado a 44 años E.P. el autor material de los asesinatos y al que el constructor negó ayer conocer- y ni siquiera fue llamado a declarar como sospechoso». «Este segundo procedimiento es un despropósito, por la falsedad de algunos testigos y por la mala praxis de la Unidad Central Operativa, guiada por una clara animadversión hacia mi cliente», manifestó ayer el letrado.
El 12 de junio de 2005 fueron encontrados en un chalé de Càlig los cuerpos de Y.V. de 25 años, y del joven J. M. M., de 23. La expareja del empresario regresaba a casa con un amigo al que había llamado tras tener una avería en el coche. Al entrar en la vivienda fueron golpeados, atados de pies y manos y asesinados. Él recibió dos disparos en la cara y ella uno en la nuca, como recordó el abogado de la familia de la joven, que calificó los hechos como «un caso claro de violencia de género».
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El empresario encadenó ayer ante el fiscal una negación tras otra. Negó que estuviera enamorado de la joven: "Era una amiga con la que me acostaba porque los dos queríamos; le tenía aprecio, pero no era ni mi querida ni mi amante, porque no era la única; soy un golfo, qué quiere que le diga". Negó también que controlara su vida y sus amistades, que rastreara su móvil o que mediara en su despido laboral una vez terminada la relación, y aseguró que fue él quien puso el punto y final a la misma.
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