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JOAN MOLANOJAVIER MARTÍNEZ
Jueves, 12 de noviembre 2015, 23:44
La crónica negra se repite por enésima vez. Un enfermo mental acaba con la vida del ser querido que lo cuidaba. Javier C., un esquizofrénico de 34 años de edad, fue detenido anteayer por matar a golpes a su padre, un taxista jubilado de 71 años, en el chalé donde ambos residían en la urbanización Santo Espíritu en el término de Gilet. El crimen tuvo lugar el martes por la noche en el domicilio familiar, aunque el cadáver no fue descubierto por la Guardia Civil hasta el día siguiente.
El homicida llamó por teléfono el miércoles a un amigo y le dijo que iba a acabar con la vida de su progenitor. Este hombre avisó de inmediato a la Guardia Civil, que pidió colaboración a la Policía Local de Gilet para que acudiera al chalé. Un agente llamó varias veces a la puerta. Nadie le abrió. Poco después, el policía localizó en un bar a Javier C., que llevaba una mano vendada y ensangrentada. El hombre explicó que había sufrido un accidente doméstico y que se dirigía a un centro médico para que le curaran la herida.
El agente no creyó su versión y le preguntó por su padre. Primero afirmó que estaba en casa y luego rectificó y manifestó que se había ido con un amigo. El policía ofreció al sospechoso llevarlo a un centro de salud, pero el homicida no quiso, y volvió a la casa para intentar localizar otra vez al jubilado. Luego contactó con un hermano del enfermo mental para informarle de la alarmante llamada que había realizado Javier C., así como de la posibilidad de que hubiera agredido a su padre.
Los dos hermanos coincidieron en la puerta de la casa con el agente, pero el homicida no dejó entrar a nadie. Volvió a decir que su padre se había marchado. Mintió. El cadáver de Fernando C. yacía en el suelo del pasillo con la cara destrozada por los puñetazos que presuntamente le propinó su hijo.
Sin embargo, el hermano del homicida y el policía no sabían que estaban a escasos metros de la escena de un crimen. Ante el cariz que presentaba el asunto y la negativa de Javier C. a abrir la puerta, el agente informó a la Guardia Civil de las averiguaciones que había realizado desde que solicitaron su colaboración.
Horas después, la Guardia Civil descubrió el cadáver tras derribar la puerta del chalé. El cuerpo tenía numerosos golpes. Un equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil de Puçol se hizo cargo de las investigaciones. También acudieron agentes del laboratorio de criminalística de la Comandancia de Valencia.
Al parecer, el homicida realizó una segunda llamada telefónica al mismo amigo y esta vez confesó el crimen y le dijo también que iba al Hospital Clínico para que le curaran las heridas que tenía en su puño derecho. Javier C. dio una segunda versión para explicar al médico las lesiones que presentaba en la mano. Aseguró que se había peleado con otro hombre.
Mientras tanto, la Guardia Civil ya había empezado a realizar indagaciones en centros de salud y hospitales hasta que localizó y detuvo al presunto homicida en el Clínico. Javier C., que sufre esquizofrenia con alteraciones de personalidad y practica artes marciales, convivió un día con el cadáver, según las investigaciones.
Fernando C. llevaba muerto unas 24 horas cuando la Guardia Civil derribó la puerta del chalé. Según el forense que acudió al levantamiento del cuerpo, el crimen tuvo lugar el martes por la noche. Una discusión porque su padre no le daba dinero para comprar sustancias prohibidas pudo desencadenar la paliza mortal.
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