efe
Viernes, 29 de abril 2016, 09:57
El Juzgado de Primera Instancia nº 4 de Castellón ha dado la razón a Francisco Guerrero -que ganó 6 millones de euros en la Bonoloto y perdió todo tras invertirlo en el Banco Santander- y ha condenado a la entidad bancaria a devolverle 1,06 millones de euros invertidos en "productos financieros tóxicos".
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La sentencia estima íntegramente esta demanda, presentada por una parte de lo perdido, y declara la nulidad por "infracción de precepto legal e incumplimiento del deber de transparencia de los contratos de adquisición firmados con el Banco Santander", entidad que, además, ha sido condenada en costas.
La resolución judicial declara así la nulidad de los contratos de sustitución de los productos estructurados, contratados inicialmente como productos de reestructuración denominados Tridente, por lo que el Banco Santander deberá devolver a Francisco Guerrero los 900.000 euros invertidos en estos productos más los intereses legales, lo que resulta una cantidad final de 1.062.612 euros.
Tras resaltar que los productos ofrecidos a Guerrero eran "complejos", la sentencia asegura que el banco mostró "incongruencia y contradicción al afirmar que el contratante tenía experiencia y conocimiento suficiente para llevar a cabo la inversión contratada", además de no haberle calificado "como minorista como imponía la normativa".
Según el texto de la sentencia, el banco tampoco ha acreditado "haber proporcionado al cliente de manera comprensible la información adecuada sobre el instrumento financiero y la estrategia de inversión propuesta".
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Según la sentencia, el banco incurrió en un incumplimiento de sus obligaciones legales que "sin duda ha producido un error en el cliente" al que "se le ocultó información básica para decidir la inversión y, en consecuencia, procede a declarar la nulidad de ambos contratos -uno por 300.000 euros y el otro por 600.000-".
Francisco Guerrero, de 62 años, sin estudios y "totalmente ignorante en cuestiones financieras", invirtió 6,5 millones en el Banco Santander, parte del dinero a su nombre y parte a nombre de sus hijos en unos fondos que creyó que eran a plazo fijo sin riesgo.
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En 2009 fue a sacar 30.000 euros para una operación de rodilla y le dijeron que "no tenía dinero". Desde entonces ha estado arruinado y, además, sus hijos dejaron de hablarle porque la parte que invirtió a su nombre, 600.000 euros para cada uno de sus cinco hijos, también se perdió.
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