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Miércoles, 31 de mayo 2017, 00:44
Amparo A. M. era una mujer valiente y con carácter. No se amilanaba fácilmente cuando discutía con sus vecinos en Alfafar. Sus padres tenían una vaquería y de ellos heredó la casa que fue escenario de su muerte. En el año 2007, la mujer demostró que no se daba por vencida y mucho menos defendiendo su hogar, cuando por una sentencia judicial tapiaron la única ventana que tenía en su cocina, tras la demanda de uno de sus vecinos. Con sus propias manos arrancó parte de los ladrillos, porque necesitaba que entrara el aire, según explicó en una noticia publicada por LAS PROVINCIAS hace 10 años, y a pesar de causarle heridas y dolor muscular, la mujer se empeñó en romper la tapia.
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