
Domingo, 28 de enero 2024, 01:00
Amanece en la Fuensanta. Por la calles abundan los carros de Mercadona robados y abandonados. La humilde barriada de Valencia fronteriza con Xirivella se despereza ... entre el aroma a canela de una fábrica cercana del polígono Vara de Quart. A cualquiera que pasee temprano por sus calles le sorprende un sonido. '¡Quiquiriquí!'. El canto de los gallos sale de ventanas sin determinar. En el balcón de no pocas casas de protección oficial asoma el plumaje colorido y chillón de alguno de estos animales en pequeñas jaulas. Y lo mismo pasa si uno callejea al alba por Nazaret, La Punta, las 'Casitas Rosa' de la Malvarrosa, Paterna, Torrent, Burjassot, Oliva, Alaquàs...
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Son algunos de los puntos en los que Policía Nacional y Guardia Civil tienen vigilada la cría ilegal de gallos de pelea. Animales acostumbrados a ser los reyes de su corral pero maltratados, mutilados y hasta drogados para pelear por sus vidas en ruedos de peleas clandestinas. Con billetes cayendo a su alrededor. Y esta realidad va a más.
La operación de la Policía Nacional en Aspe que desmanteló la semana pasada uno de los mayores cosos de España de estos combates es sólo la punta del iceberg. La gallera 'El Chato', con cartel anunciador y banderas en la puerta. Hoy ya precintada por orden del Ayuntamiento. Casi una veintena de detenidos, una especie de 'mundial' de la competición con espectadores llegados de diversos puntos de España y hasta de Francia, dos paellas gigantes, 200 barras de pan, apuestas de 50.000 euros... Y la realidad va a más en la Comunitat. «Hace 10 años había muy poca actividad en este sentido, pero ahora hay muchísima. Mueve mucho dinero. La cría de gallos para acabar destrozando a los animales cortándoles las crestas, las barbas, las plumas y venderlos principalmente a Andalucía. Allí las peleas son legales y así es muy difícil combatir esto».
Lo subraya Eduardo Olmedo, fiscal de Medio Ambiente en Valencia, quien constata que los juzgados de la Comunitat «tienen muchos procedimientos abiertos, con un notable aumento», por este tipo de delitos de maltrato. Torturas a los animales que incluso tienen una tapadera sanitaria. «Hemos conocido casos de veterinarios, con alguno aún imputado, que simulan que las mutilaciones a los gallos se hacen por motivos médicos», explica el fiscal. Así ocurrió en 2022, cuando la Guardia Civil arrestó en Valencia a un veterinario bajo la severa acusación de cortar la cresta a más de 4.000 gallos de pelea por toda España.
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Uno puede hacerse muy rico con un negocio que vive de la sangre de estos animales. De que se despellejen a picotazos en el ring de los combates. Con garras de metal en sus patas que les causan heridas mortales. Obligados a ingerir cafeína, anfetaminas o estricnina, sustancias que les enloquecen y que les obligan a entrar en una espiral letal. Recibiendo frotes de limón en las lesiones para seguir combatiendo pese al dolor.
El gallo combatiente español o 'jerezano' es la raza más cotizada. «Hasta 5.000 euros se pueden pagar por un ejemplar de pura sangre», explica a LASPROVINCIAS Juan Castillo, jefe de la Udyco de la Policía Nacional y uno de los mandos policiales que participó en la última redada en Alicante. Las Fuerzas de Seguridad se han topado con un montante en juego en algunas de estas citas con apuestas millonarias: hasta 300.00 euros en liza mientras los animales se despellejan.
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Los detalles desvelados por la Policía Nacional en la operación en Aspe son dignos de la España más cañí. De un mundo delictivo a lo 'Torrente' pero con muchos millones de euros alrededor. Cuando los agentes irrumpieron en el recinto donde se producía la pelea se sorprendieron al ver a un niño de 12 años entre los asistentes. Era el hijo del 'gallero', el supuesto cabecilla de la banda. Al menor le habían escondido unos 12.000 euros entre su ropa interior. Parte del jugoso botín obtenido con la sangre de los gallos. Entre muchas drogas y navajas, parte de lo que intervinieron los agentes.
El cabecilla es un viejo conocido en Aspe. Allí los vecinos saben que no se le conoce trabajo alguno y, sin embargo, hace ostentación de una lujosa vida. Tiene un Lamborghini. «Y un tiempo atrás iba diciendo que le habían tocado 11 décimos del Gordo de la Lotería de Navidad», recuerda con ironía Castillo.
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Los organizadores de este tipo de peleas apenas dejan pistas. Se organizan a través de grupos de Whatsapp y rara vez utilizan las redes sociales o páginas web. Un mundo difícil de desentrañar por las Fuerzas de Seguridad. En el caso de Aspe fue una llamada anónima la que alertó a la Policía Nacional de que se estaba produciendo el masivo combate.
Esa misma mañana, apenas dos horas después, una impresionante caravana de más de 25 vehículos policiales y unos 80 agentes irrumpía en el lugar, un bar dedicado a vender arepas colombianas junto al que el sospechoso había levantado una monumental 'gallera', una de las más grandes de España. «Necesitas casi ser los mismos que ellos. Son gente violenta. Casi todos con antecedentes policiales. Intentan armar jaleo. El despliegue policial tiene que ser importante», destaca el mando policial.
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El juzgado dejó libre al cabecilla tras la detención. «Es un delito relativamente reciente en el Código Penal y con penas privativas de libertad muy bajas». Y el 'gallero' está otra vez en la calle. Las peleas de gallos siempre tienen unos combates menores y luego una 'pelea estrella'. La 'pelea del millón, como se suele llamar. Las apuestas menores suelen girar en torno a 300 o 600 euros. Cuando las manos y las gargantas se calientan, la cifra puede ascender a 10.000 euros.
En el caso de Aspe había en juego hasta 50.000 euros. La Policía se ha topado con citas en las que hasta 10 combates seguidos hacían circular cerca de 300.000 euros. Todo por supuesto dinero negro y procedente la mayoría de las veces del trapicheo de objetos robados y el tráfico de drogas. Y todo ello con negocio también con los organizadores. La entrada a los ruedos de gallos suele oscilar en torno a los 10 euros. Otros miles de billetes de dinero fácil.
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El auge de la crianza y el negocio relativamente legal de su venta a Andalucía (la comercialización no está prohibida, aunque sí las mutilaciones que sufren los gallos y los combates en la Comunitat) ha hecho proliferar el número de personas que buscan ganarse así un ingreso extra.
Las páginas web de compraventa son otra muestra de ello. Un vistazo sirve para demostrarlo. «Tengo los mejores gallos de 'rin'. Línea propia, muy probada», asegura un anuncio que ofrece un teléfono móvil para ponerse en contacto y cuyo responsable dice estar asentado en Valencia. «Gallo combatiente español. Fino, giro, reculo», indica otro anuncio en internet, destacando las supuestas habilidades en el combate del animal. U otro anuncio que ofrece desde Paterna «'trasportines' para gallos», el elemento imprescindible para trasladar al pobre luchador hasta el ruedo.
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«La única solución es endurecer el Código Penal e introducir penas más duras para este tipo de delitos de maltrato animal. Y, por supuesto, prohibir las peleas en toda España, porque mientras sean legales en Andalucía y Canarias, es una batalla casi perdida. Pero como esto es un negocio y mueve mucho dinero, parece que no interesa», lamenta el fiscal Olmedo. Galleros como el de Aspe acaban quedando en libertad. O apenas con una exigua multa, nada para sus millonarias e ilegales ganancias. Y el dramático ruedo del negocio de los gallos de sangre sigue girando.
Lleva años predicando en el desierto. Ya en 2022 acudió a las Cortes Valencianas para denunciar la «barbaridad» que supone las mutilaciones que se practican a los gallos, con el «corte de crestas, con tijeras y sin anestesia, una imagen más propia de otra época». Entonces ya alertó del «auge» de este tipo de prácticas. Pero pese a las advertencias del fiscal de Medio Ambiente Eduardo Olmedo, la lacra no cesa.
«La única forma de acabar con ello es prohibiendo las peleas», es la tajante receta del fiscal. Pero esta práctica sigue estando permitida en Andalucía y Canarias. Yhacia allá se van los muchos gallos criados en bajos, naves y domicilios de Valencia y Alicante. Olmedo señala que existen incluso asociaciones del gallo de combate. «Esto es una barbaridad, es como si hubiera un asociación de violadores o de falsificadores de carnés de conducir. Son otros delitos pero al final son entidades en torno a una actividad ilícita en la gran mayoría de España».
De hecho, una simple búsqueda en Google sirve para comprobar que esta se halla presente en la provincia de Valencia. Concretamente con la representación de la Federación Valenciana de Criadores del Gallo Combatiente Español, con domicilio en Corbera y hasta registrada oficialmente en el Ministerio. Su argumento es que buscan que no se pierda la raza y que sólo hacen 'tientas', con las patas y los picos protegidos y con los animales 'tentándose' sólo unos minutos. Nada de peleas.
El fiscal valenciano lamenta incluso que estas actividades se aprovechen de los vericuetos creados por circulares oficiales. Como alguna que se ha dictado desde una dirección general de la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía. «En algunos de estos documentos se justifica que le corten las crestas y las barbas a los gallos porque así se evita que sufran lesiones más graves cuando se pelean, algo que es una desvergüenza y un auténtico disparate».
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