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e. rodríguez / t. blasco
Viernes, 11 de diciembre 2020, 23:59
El dramático incendio ocurrido en el número 77 de la Avenida Malvarrosa el pasado jueves y que ha costado la vida a un niño de tres años ha dejado conmocionado a todo el vecindario. El humo alcanzó varias viviendas de la cuarta planta, donde se originó el fuego, y ha dejado algunas de ellas inhabitables. «Escuché a mis perros ladrar, así que fui y abrí la puerta y entonces entró una llamarada», relata John R., quien tras ver la magnitud del incendio, decidió saltar por la ventana a la azotea de un edificio colindante.
«Pensé en cómo podía escapar con mis dos perros y mis dos gatos, pero en cuanto vi la fuerza del fuego supe que era imposible», explica John, que abrió las ventanas para evitar que se acumulara el humo en la vivienda. «Vi que podía saltar a otra azotea descolgándome de unos cables del internet, así que sujetándome en ellos, salté a una viga, donde me quedé sentado y llamé a mi pareja», prosigue este vecino, que explica que, tras colgar la llamada, contó hasta tres y saltó a una caseta que había en la azotea. «Rompí las tejas del techo. Me quedé atrapado allí porque no había nadie y me esperé a que pudieran rescatarme, pero yo ya estaba a salvo del fuego. Mis mascotas se salvaron también al haber dejado las ventanas abiertas», indica John, quien asegura que buscará otro piso donde vivir.
El incendio se originó en unos muebles que estaban situados en el rellano del cuarto piso y que eran propiedad de Antonio C., quien vivía anteriormente en la finca y que los dejó ahí para trasladarlos a su nueva vivienda otro día. «El Ayuntamiento nos dijo que no podíamos dejar en la calle más de cinco muebles, por lo que el resto los dejamos en el rellano. El dueño del piso nos dijo que teníamos hasta el lunes para entregarle las llaves», explica.
Entre los objetos había un sofá, una nevera, una lavadora, una mesa de plástico y una cocina de gas, entre otros enseres. Según testifican varios vecinos, todo apunta a que el fuego fue provocado e, incluso, uno de ellos asegura que la policía científica encontró un producto acelerante. Sin embargo, esta información no ha sido confirmada por los agentes, que se encuentran en plena investigación.
Por su parte, Antonio admite la posibilidad de que una tercera persona relacionada con él esté detrás del incendio. «Debe haber sido alguien que me tiene manía, pero no tengo ni idea de quién podría hacer algo así. No hay derecho a que me culpen a mí de haber hecho algo así», sostiene. «Me dicen que por el momento es mejor que no vaya por allí», agrega sin concretar quién le ha hecho esta sugerencia.
La madre del niño fallecido y sus otros dos hijos, de siete y nueve años, continúan ingresados en La Fe. Por lo que respecta al resto de residentes, algunos presentan quemaduras leves pero no lamentan lesiones graves. Fabián M. es uno de los vecinos más afectados. «Escuché gritar a una vecina y me dio por abrir la puerta. El techo del cuarto está hundido totalmente y las paredes calcinadas. La red eléctrica está quemada. Ahora a ver a dónde vamos a ir a vivir. Mi casa ha quedado toda ennegrecida», señala.
Otro vecino llamado Sergio confiesa que su familia y él están impactados. «Llevábamos sólo unos días en la vivienda y ayer acabamos la mudanza. La casa está destrozada y nuestros dos gatos murieron. Tenemos algunas quemaduras también. Mi hija fue quien se dio cuenta porque abrió la puerta y se le vino el fuego encima. Yo no estaba en casa y mi pareja y ella lograron salir del edificio», relata.
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