«La agarré del cuello y me excedí»
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El acusado de violar y asesinar a su amiga en Chella se justifica con las drogasTribunales ·
El acusado de violar y asesinar a su amiga en Chella se justifica con las drogasEl dolor y el llanto irrumpieron ayer en la sala del jurado que juzga el crimen de la joven Vanessa en Chella. Lágrimas del acusado, que dice estar «arrepentido» pero no acepta la prisión permanente revisable al defender que todo fue un accidente. Y lágrimas, muchas, de la hermana y el padre de la víctima a la hora de describir el vacío infernal que sienten tras el asesinato de la adolescente en 2016.
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Tanto la fiscal como la acusación particular consideran que Rubén Maño engañó a la menor de 15 años, la golpeó, la violó en dos ocasiones, la estranguló y luego la arrojó a una sima de 30 metros. Por ello piden para el sospechoso la prisión permanente revisable, la máxima pena de nuestro sistema jurídico.
Rubén habló ayer para ofrecer su versión, pero sólo lo hizo a preguntas de su abogado. En su relato, quebrado por suspiros y aparente congoja, se presentó como un gran consumidor de drogas en la época en la que ocurrió el crimen. Y también en el fatídico 26 de octubre: «De ese día me acuerdo de algunas cosas, pero no todas. Tomé cocaína, marihuana y alcohol varias veces hasta la noche».
Según el acusado, empezó con las drogas «desde los 12 años» y ha recibido tratamiento por su adicción. «Consumía sin control y cuando lo hacía tenía muchos problemas de agresividad. Me metía en peleas sin sentido que luego no recordaba», aseguró ante el jurado.
En contra de lo que mantienen las acusaciones, Rubén negó haber llevado a la víctima a una encerrona citándola en la casa de sus padres, una vivienda sin luz, con la excusa de que iban a acudir más personas. «No fue así. Ella era mi amiga y quedamos. Yo no le dije que hubiera nadie más», manifestó el joven.
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¿Qué sucedió allí dentro? En la versión de Rubén, «fumamos dos porros y le dije que me gustaba una chica». Entonces «ella se puso histérica y empezó a gritar mucho. Yo sólo le agarré por detrás para que se calmara, pero me excedí por culpa de las drogas». El acusado quiso hacer ver que ya había puesto en práctica esta maniobra con colegas: «Nos cogíamos del cuello y nos quedábamos medio inconscientes, pero con Vanessa me pasé».
Y en lugar de avisar a un médico o a la policía, la envolvió con un edredón, pidió el coche a un amigo y se desplazó a la sima para deshacerse del cuerpo. Estos pasos posteriores a la muerte de Vanessa los reconoce el acusado «pero ya fue por impulsos, por miedo. No llamé al 112 por el pánico y la confusión».
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Uno de los puntos claves del caso es la doble agresión sexual a la víctima, ratificada por informes forenses que apreciaron lesiones en sus partes íntimas propias de haber sido forzada. Rubén negó tajantemente la violación: «No hubo relaciones sexuales, sólo cuatro besos y caricias superficiales».
La defensa del joven dejó entrever el lunes que Vanessa se acostó con su novio un día antes. Ese joven Marc, intervino ayer en el juicio para asegurar que así fue, pero «consentido y sin ningún forzamiento ni daño hacia Vanessa» manifestado por la víctima. Además, dijo, «no hubo una relación anal», como sí revelan los informes forenses que sustentan la acusación.
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Por último, Rubén negó también haber golpeado a su amiga. La autopsia reveló que la víctima recibió un considerable número de golpes en el rostro, pero tanto la defensa como el propio acusado vincularon estas lesiones con el traslado del cuerpo y la caída a la sima donde fue localizada por la Guardia Civil tras dos días de búsqueda.
El acusado manifestó que volvió a drogarse el día después del crimen. «Quería quitarme la vida porque no entendía nada. Luego hablé con mi padre y decidí entregarme», expuso ante el jurado. El presunto asesino finalizó su declaración con frases de disculpa: «Pido perdón. Estoy arrepentido. Vanessa era un encanto de chica y he destrozado la vida de dos familias, la suya y la mía. No me importaría ir a la silla eléctrica por esto». Más allá de las palabras, lo que Rubén y su defensa buscan es una condena a cuatro años de cárcel por «un desgraciado accidente».
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