Amenaza con un cuchillo a sus vecinos por pedirle que no haga ruido y se atrinchera en su casa

Un hombre amenazó ayer con un cuchillo de grandes dimensiones a sus vecinos en Valencia por pedirle que no haga tanto ruido por las noches y que no ponga la música a todo volumen. Las molestias vecinales comenzaron pasada la media noche del miércoles y se prolongaron hasta las tres de la madrugada. Tras ser recriminado por sus vecinos del piso de abajo, el hombre comenzó a tirarles objetos desde su balcón ubicado en el cuarto piso.

Alrededor de las siete de la mañana, según cuenta una afectada que vive en el mismo edificio ubicado en el número 67 de la avenida de Baleares, de nuevo comenzaron a escuchar fuertes golpes en la vivienda «como si estuviera volcando los muebles y así siguió toda la mañana».

Tras avisar por teléfono a la Policía después de una breve discusión al reprocharle su comportamiento, uno de los vecino acudió a la comisaría más cercana para presentar una denuncia. «Menos mal que se terminaba de marchar, porque a los pocos minutos bajó con un cuchillo, golpeando la puerta y gritando que saliera, y llegó a marcar la madera con la hoja», afirmó la mujer. En esos momentos, un obrero que se dirigía a trabajar a un piso superior se topó con el hombre, que llevaba el cuchillo en la mano, y se asustó y salió corriendo escaleras abajo.

El violento individuo de poco más de 30 años, que vive solo en el piso, se encerró en su casa cuando llegaron las primeras patrullas de la Policía Nacional y Policía Local, que acudieron con urgencia tras ser avisadas del incidente. Los bomberos desplegaron una escalera con cesta y trataron de convencerlo para que saliera del inmueble. Mientras tanto, los agentes hicieron lo propio en la puerta de la vivienda.

Pero el hombre se negó a facilitar el acceso a su casa, amenazando con autolesionarse. Finalmente, el operativo policial se retiró pasadas las once de la mañana. Otra vecina manifestó que la finca entera se había quedado sin gas al cortarlo los bomberos por precaución. «No podemos ni cocinar», se quejó la mujer.