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m. sáiz-pardo / f. gavilán
Madrid/Almería
Jueves, 15 de marzo 2018, 00:58
Uno de los aspectos claves tratados en la comparecencia de Ana Julia ante el juez fue la ropa. Tras enterrar al pequeño Gabriel «me lleve la ropa a la casa de la abuela y la escondí allí». Ana Julia reconoció que dejó la camiseta en los juncos de la depuradora de Las Negras «para despistar» y que tiró el resto de las prendas en un contenedor de vidrio «frente a un hotel» (en la urbanización Retamar, a 30 kilómetros de la finca del asesinato). El pantalón y la sudadera fueron recuperados el martes.
Sobre la camiseta de Gabriel hallada por ella misma en Las Negras, la Guardia Civil cree que la intención de Quezada no era solo despistar, sino intentar incriminar a su expareja burgalesa, Sergio, con quien se trasladó hace cuatro años a vivir a Almería y con el que había regentado un bar. La camiseta se halló a solo 300 metros de la casa del exnovio, con quien Ana Julia había acabado con muy mala relación tras el fracaso de la aventura hostelera. La ahora detenida, incluso, llegó a señalarle como sospechoso cuando la Guardia Civil en los primeros días le preguntó sobre las personas del círculo cercano de la familia de Gabriel que podrían tener motivos para hacerle daño.
Nadie recuerda la última vez que la avenida Padre Méndez de Almería, donde se encuentra el garaje de la Ciudad de la Justicia por donde acceden los furgones policiales, se cortó al tráfico por la declaración de un detenido. La salida de los juzgados de Ana Julia Quezada obligó a la Policía a realizar verdaderos esfuerzos para que una multitud no interceptara la furgoneta de la Guardia Civil que trasladaba a la detenida de regreso a la Comandancia tras prestar declaración y permanecer ocho horas en la sede judicial.
La Guardia Civil había previsto los problemas de seguridad que planteaba trasladar a la autora del crimen y decidió trasladar a Ana Julia a las siete de la mañana. Pero algo más de un centenar de personas se agolpó pasadas las doce del mediodía en la puerta del juzgado por donde «tarde o temprano» saldría Ana Julia. «¡Tiene que salir por aquí!», gritaba una mujer de mediana edad que portaba una pancarta en la que se podía leer: «Justicia para Gabriel. Te queremos, ‘pescaito’». La afluencia creció hasta convertirse en una masa «furiosa» al grito de «asesina, criminal» o «cadena perpetua», lo que obligó a los agentes a establecer un dispositivo de seguridad y a trasladar a los congregados a la acera de enfrente. Un traslado que no impidió que decenas de personas trataran de alcanzar el furgón para agredir a Ana Julia.
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