Carteles distribuidos en su día por el Ministerio del Interior con la imagen de Antonio Anglés. EFE

Qué hizo Antonio Anglés tras el crimen de Alcàsser: cronología de una huida imposible

El 23 de marzo de 1993 fue el último día que se vio al asesino de las niñas de Alcàsser: lo encerraron en un camarote, pero cuando la policía fue a detenerlo, había desaparecido

LP.ES

VALENCIA

Viernes, 21 de febrero 2020, 09:55

Antonio Anglés desapareció sin dejar rastro tras el crimen de Alcàsser y durante más de 25 años su paradero ha sido uno de los mayores enigmas para los investigadores del caso Alcásser. Hace un par de años dos periodistas intentaron reconstruir cómo fue la huida del asesino de Miriam, Desireé y Toñi. Esta es la cronología de la desaparición de Antonio Anglés, fecha a fecha:

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Tras sus pasos

  • 13 de noviembre de 1992. Es el día en el que Antonio Anglés y Miguel Ricart raptan, torturan, violan y asesinan a Miriam, Toñi y Desirée.

  • 27 de enero de 1993. Aparecen los cuerpos de las niñas. Ese mismo día la Guardia Civil detiene a Ricart. Anglés se fuga de madrugada de su casa de Catarroja, un pueblo a 20 minutos de Valencia, descolgándose con unas sábanas desde un cuarto piso.

  • 27 a 28 de enero. Esa noche se esconde en un antiguo corral de ganado de Alborache. Un taxista le deja en las inmediaciones.

  • 29 de enero. Acude a una peluquería de Valencia a teñirse el pelo. Un conocido suyo entra al local, le susurra al oído y Anglés se marcha precipitadamente.

  • 30 de enero. Se refugia en una estación de tren abandonada en Vilamarxant, desde donde huye al monte cuando llega la Guardia Civil.

  • Principios de febrero. Se esconde en un chalé desocupado en Benaguasil, donde permanece unos cuatro días.

  • 10 de febrero. Secuestra a punta de cuchillo a un agricultor en su coche. Le obliga a llevarle a Minglanilla, en Cuenca. Allí roba la furgoneta al duseño de un restaurante. El vehículo se encuentra el día 14 a siete kilómetros.

  • Del 15 de febrero al 15 de marzo. Todo son conjeturas. Se hacen batidas en su búsqueda. En los alrededores de Graja de Iniesta (Cuenca), muy cerca de Minglanilla, la Guardia Civil realiza un despliegue espectacular, con motos y perros. La caza no da sus frutos. Se sospecha que ha podido desplazarse ya a Madrid.

  • 25 de febrero. Un vecino de Madrid denuncia que un hombre le secuestra a punta de pistola en la Plaza de Tirso de Molina. Se trata de un informático que cree que quien le encañona es Antonio Anglés. La Guardia Civil da «bastante» fiabilidad a su testimonio.

  • Finales de febrero. Un ganadero extremeño reconoce a Anglés en una carretera cercana a Elvás, una localidad portuguesa a diez minutos de Badajoz.

  • Principios de marzo. Es acogido en Cascais, un pueblo costero a 30 kilómetros de Lisboa, por un pescador adicto a la heroína. Anglés, que lleva consigo dos millones de pesetas que le entregó su madre, Neusa, le ofrece dinero a cambio de comida y cama, y le compra el pasaporte y su carné marítimo.

  • 18 de marzo. Unos días antes de esta fecha la Policía lusa recibe un chivatazo del toxicómano que acoge a Anglés. Lo comunican a la Policía española y esperan a que llegue el jefe de Homicidios de la Policía Nacional con la orden de arresto internacional en la mano. Cuando se desplazan a la casa del toxicómano, Anglés ya había huido al puerto, donde se embarca como polizón en el 'City of Plymouth'. El 18 de marzo, 49 días después de iniciar Anglés la fuga, el mercante zarpa con destino a Liverpool.

  • 23 de marzo. Es descubierto en el barco. Lo encierran en un camarote. Ese mismo día escapa en un bote salvavidas en algún punto del Golfo de Vizcaya. Es rescatado y devuelto al buque.

  • 24 de marzo. El 'City of Plymouth' entra en el puerto de Dublín. Cuando desembarca la tripulación y van a buscar a Anglés no hay rastro de él.

El 'City of Plymouth' llegó al puerto de Dublín el 24 de marzo de 1993 diez minutos antes de las once de la noche. Supuestamente en él viajaba Anglés, pero cuando cuando las autoridades portuarias irlandesas subieron a bordo para llevarse al polizón, no había rastro de él. «Lo encerramos en un camarote con las ventanas y la puerta atrancadas. Alguien tuvo que dejarle salir», reveló hace dos años Kenneth Stevens, el capitán del buque, ya jubilado.

Ese 'alguien' puede tener la respuesta a los grandes interrogantes que aún planean sobre Antonio Anglés y una jueza ha solicitado ahora, 27 años después del crimen, una comisión rogatoria internacional para tomar declaración al capitán del 'City of Plymouth'. La solicitud de auxilio judicial está dirigida a las autoridades de Reino Unido, donde actualmente reside Kenneth Farquharson Stevens, el hombre que gobernaba el mercante de 110 metros de eslora..

En el libro 'El fugitiu, de Genar Martí y Jorge Saucedo, los reporteros de 'Equipo de Investigación' de La Sexta narran paso a paso la fuga de Anglés desde que se descuelga con unas sábanas del cuarto piso de su casa de Catarroja, en Valencia, la noche del 27 de enero de 1993, hasta su aún extraña desaparición el 24 de marzo de ese mismo año en las aguas del puerto de Dublín.

Martí y Saucedo apuntaron nombres y direcciones, se estudiaron los expedientes policiales de la UCO, los sumarios del caso (incluyendo el llamado Sumario B, una pieza secreta abierta por la jueza de Alzira que investiga la fuga de Anglés y su posible paradero) y siguieron su rastro por Valencia, Cuenca, Madrid, Extremadura, Portugal e Irlanda, en busca de pistas.

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El libro permite pensar que quizá Anglés no muriera tras saltar del 'City of Plymouth' y alcanzara a salvo los espigones del puerto o alguna de las playas cercanas. Entre los testimonios recogidos aparecen los de amigos y exdelincuentes que lo trataron, como Raulillo, colega de la infancia, y 'El Calígula', compinche de fechorías juveniles, que coinciden en la «brutal» fortaleza física de Anglés. «Nadando era como un pez, y también era capaz de resistir mucho tiempo bajo el agua. Ése ha salido, te lo digo yo», cuenta Raulillo a los dos periodistas.

Las revelaciones del capitán del mercante realiza en el libro inquietantes declaraciones que han acabado reactivando la investigación del caso, que sigue abierta, la llamada 'operación Deseada', en homenaje a la niña Desirée. Ahora la fecha de prescripción de los delitos será el año 2040.

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El relato del capitán del barco

El marino sostiene que alguien de su tripulación tuvo que ayudarle a escapar del camarote donde estaba confinado. Así lo cuenta: «El 23 de marzo a las 2.45 de la madrugada uno de los miembros de la tripulación localiza al polizón en la cabina de dirección, cerca de la sala de máquinas, y lo trae hasta mí. No hablaba mucho, pensábamos que era portugués porque tenía pasaporte portugués. Lo encerramos con llave en un camarote vacío y con vigilancia cerca. Pocas horas después, aún de noche, se las arregla para salir del camarote y escapar del barco en un bote salvavidas, una barca hinchable que deja caer al mar desde una altura de siete metros. Te aseguro que meterse en un bote tan pequeño en medio del Golfo de Vizcaya es una locura muy arriesgada. Emitimos un mensaje de radio a todos los barcos en la zona. Los franceses (el 'City of Plymouth' navegaba en ese momento en aguas territoriales francesas) mandaron un avión. Lo encontraron en la barca, lo rescataron del mar y lo subieron de nuevo a bordo. Entonces volvimos a meterlo en el mismo camarote. Cerramos las ventanas y las atrancamos por fuera para que no pudiera abrirlas; hicimos lo mismo con la puerta. Era materialmente imposible que él pudiese abrir la puerta desde dentro. Cuando llegamos al puerto de Dublín, las autoridades no tardaron en subir a bordo para llevarse al polizón. De repente me viene el oficial jefe y me dice que se ha ido, pero que la tabla de madera con la que atrancamos la puerta sigue en su sitio. Yo le digo que eso es imposible. No pudo escapar de ese camarote sin ayuda. Alguien tuvo que dejarle salir y recolocar la madera».

La Policía inglesa sospechó de un miembro de la tripulación. Y el capitán también. Es la misma persona que aparece entre los diez nombres que los periodistas muestran al capitán. Pero Stevens no suelta prenda. «No puedo acusar a nadie sin pruebas», se disculpa. «Lo más increíble», apunta Martí, es que nosotros fuimos los primeros en enseñar al capitán las fotos de Anglés que aparecen en los carteles que se distribuyeron por toda España. La Policía nunca le enseñó esas fotos».

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