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VALENCIA
Miércoles, 14 de octubre 2020, 18:09
Antonio Navarro Cerdán tenía 35 años cuando una mañana de agosto, cuando se iba a trabajar, fue acuchillado hasta la muerte en un garaje de Valencia: él fue la víctima del crimen de Patraix. Antonio nació en Novelda, de donde era también Maje M. C., primero su novia y después su mujer. El fallecido era un joven muy conocido en Novelda con el apodo de 'el caldós', el apodo de toda la familia, y estaba muy vinculado a las fiestas, ya que pertenecía a una entidad festera.
Antonio y Maje, que se habían trasladado a vivir a Valencia por motivos laborales, se casaron en septiembre de 2016. Aunque formaban una pareja bien avenida de puertas para fuera, el matrimonio estaba a punto de romperse tras las frecuentes discusiones que mantenían en el domicilio.
Maje quería divorciarse porque no estaba enamorada de Antonio y ya le había comentado a su marido su intención de separarse. De hecho, antes de la boda ella ya intentó romper la relación. La viuda declaró que su matrimonio estaba destinado al fracaso desde el principio, porque ella ya tenía dudas antes de la boda y decidió seguir adelante con el enlace para no defraudar a su familia. Según la declaración de la viuda, su esposo la amenazó con echarla de la casa tras una discusión que tuvo lugar poco antes del asesinato.
Antonio era ingeniero de una conocida empresa española de construcción y había suscrito varios seguros de vida, algo que ha alentado el móvil económico del crimen. A Maje le quedó una pensión de viudedad de 1.100 euros al mes. Maje reconoció ante la policía que participó en la planificación del crimen, aunque se contradijo porque también manifestó que creía que Salvador no era capaz de matar a Antonio, sino que le daría un susto. Dos días después, Maje aseveró al juez que no participó en el asesinato ni lo planificó.
Las intervenciones de los teléfonos de los dos sospechosos permitieron a la policía descubrir la doble vida que llevaba Maje. La joven recibía llamadas de amistades y contestaba de forma compungida y desconsolada, para acto seguido mostrar su alegría y felicidad en otra conversación con una amiga tras confesarle que la muerte de Antonio había sido «una liberación» para ella.
Según el sumario, la viuda aseguró en numerosas ocasiones que quería vivir la vida con «mucha fiesta», reconoció que mentía a su marido para mantener relaciones sexuales con otros dos hombres, y presumió de que su esposo no quería separarse y le perdonaba las infidelidades. Además, ella saldría muy perjudicada económicamente si se divorciaba, según la transcripción de las grabaciones telefónicas.
Antonio, según su familia, no solía aparcar en el garaje el coche de empresa que usaba para desplazarse a Requena, pero la noche anterior lo habría estacionado allí por indicación de su esposa, Maje. La víctima se marchaba a trabajar a las siete de la mañana de lunes a viernes. Vivía con Maje en la calle Calamocha de Valencia desde principios de 2016, un año y medio antes del día en el que bajó a por el coche hacia las 7.40 de la mañana y Salva le estaba esperando para acabar con su vida.
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