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Son jóvenes. Mucho. Pero ya saben lo que significa «tomarse la 'justicia' por su mano». Grandes grupos de menores de diferentes barrios de Valencia: Malilla, La Plata, Burjassot y Benicalap se organizan por redes sociales para «quedar para pegarse». Mensajes de 'WhatsApp' que se borran a las 24 horas. Llamadas por la aplicación de Telegram por miedo a tener los teléfonos «pinchados» por la policía... Los mismos implicados en este tipo de batallas lo cuentan. Que se protagonice una futura reyerta está ahora a un simple 'clic' al botón de enviar.
Empiezan con un insulto. Un chaval de un barrio se mete con alguien del grupo rival. Y se suman todos los integrantes de la pandilla. Ellos las llaman 'campales', es decir, peleas en las que participan grupos de 30 personas contra otros 30. Hasta hace relativamente poco tiempo, estas reyerta solían planearse a las afueras de la ciudad. Entre las personas de pueblos rivales. Por pura diversión. Pero ahora han llegado con fuerza a Valencia. Y no se trata precisamente de golpes cuerpo a cuerpo.
Todas las alarmas saltaron el pasado 19 de junio. La Policía consiguió frustrar una reyerta con palos, bates de béisbol y cuchillos en un parque de Malilla. Al parecer, la rivalidad entre los barrios comenzó cuando unos jóvenes de origen argelino comenzaron a acudir con asiduidad al barrio para robar a los niños más pequeños. A plena luz del día. Y el resto de la pandilla respondió, como aseguran ellos. Antes de que se dieran cuenta, los chavales con los que estaban enfrentados aparecieron en Malilla armados con objetos peligrosos. Los agresores eran los que habían estado robando a los niños de manera continuada.
Pero, ¿esta última reyerta fue tan espontánea? Como ha podido saber LAS PROVINCIAS, una testigo acudió preocupada a la Policía para avisar de que se iba a producir una pelea. Al parecer, su nieto le avisó de que aquel miércoles por la tarde iba a ir un grupo con palos y navajas.
Los agentes detuvieron a una docena de jóvenes de entre 14 años y 18 por los delitos de desórdenes públicos y también de atentado contra un agente de la autoridad. Sin embargo, el miedo sigue latente en el barrio. Los chavales van con miedo. «Todos los padres están diciendo a sus hijos que no bajen de casa», cuenta un chico que se metió para impedir la pelea.
Por suerte, la rapidez con la que acudió la Policía Nacional fue clave para conseguir paralizar la reyerta sin tener que lamentar que hubiera ningún herido. Sin embargo, los implicados son muy conocidos por las autoridades. No sólo se dedican a organizar 'campales'. Al parecer, también suelen desplazarse al centro de la ciudad para seguir con sus fechorías.
Una de las bandas que la Policía tiene identificada se hace llamar 'El Bloque 83'. Son de Malilla. A pesar de que tan sólo sean adolescentes, ya cuentan con un largo historial delictivo. Como ha podido confirmar LAS PROVINCIAS, los cerca de 30 integrantes de la pandilla acumulan una gran cantidad de delitos.
No sólo se dedican a pelearse con los grupos con los que están enemistados. Desde hace dos años cometen fechorías por el centro de la ciudad. Según fuentes policiales, los han arrestado en varias ocasiones por delitos de lesiones, hurtos, robos con violencia, riñas tumultuarias o desórdenes públicos.
Además, contra ellos también se han levantado actas por tenencia de armas o de drogas. Al parecer, acuden en grupo a robar en los comercios. Una empleada de una tienda del centro de Valencia ha tenido que avisar en varias ocasiones a las autoridades porque trataban de robarle productos de valor como perfumes.
Pero no sólo roban aquellos artículos que luego puedan revender para sacarse un beneficio económico. En 2022 varios del grupo fueron arrestados por robar varios pasamontañas en una conocida tienda de deportes de Campanar. Un instrumento para conseguir ocultar su identidad.
Los jóvenes se han unido tras la reyerta frustrada en Malilla. «Ahora en el barrio estamos más unidos que nunca», cuenta uno de ellos. Los más mayores de la pandilla decidieron actuar al ver que los jóvenes de origen magrebí iban a la zona para robar el móvil o la cartera a los más pequeños. No recuerdan que existiera una situación tan conflictiva hace unos años, pero cada vez los conflictos aumentan.
Los menores señalan que las peleas se dan en las zonas de Malilla, Benicalap, La Plata y Burjassot. «Vivimos con miedo. En cualquier momento vienen y te apuñalan», aseguran. Han comenzado a sobrevivir movidos por la desconfianza. Pendientes de cada movimiento de aquel que no sea del barrio. El hecho de que el grupo del barrio rival acudiera a buscar a los niños con palos, bates y navajas les ha puesto en alerta. Ya no sólo temen que se apoderen de sus pertenencias, si no que les puedan arrebatar la vida en un instante. Una violencia completamente gratuita.
La mayoría de los jóvenes no quieren hablar. Sobre todo aquellos que eran el objetivo de los maleantes. Prefieren alejarse de la zona. No recordar el trauma que vivieron hace escasos días. Los adolescentes están constantemente mirando las redes sociales, para estar informados en caso de que vayan a sufrir un nuevo ataque. Incluso la pandilla asegura que agradece la efectividad de la Policía Nacional que frenó la reyerta: «En ese momento nos sentimos muy protegidos», aseguraron.
Sin embargo, ¿tras la última reyerta frustrada ya regresa la paz? Aunque la Policía haya hablado con el entorno al que pertenecen algunos integrantes de estas bandas con tal de conseguir calmar las aguas y de que se esté realizando una vigilancia exhaustiva, los residentes de Malilla continúan con miedo. Según aseguran los vecinos, el pasado sábado 22 de junio vieron por la zona a unos de los implicados que paseaban por el parque donde se organizó la primera reyerta. Iban encapuchados.
Ahora, el temor a que haya posibles represalias está latente. Los chavales no salen solos por la calle, siempre en grupo. Todos tienen los ojos constantemente puestos en cualquier transeúnte que no reconozcan. Incluso los más pequeños, los que han sido víctimas de los robos, tienen prohibido acercarse a la zona en la que se produjo la reyerta frustrada.
La fiscal de menores, Consuelo Benavente, afirma que cada vez «es más frecuente que los menores queden para pegarse entre ellos». Aunque todavía no haya una cifra que cuantifique de manera exacta este incremento, los profesionales sí que han notado un crecimiento en las causas relacionadas con menores de edad. Uno de los factores que más preocupa a Benavente es, como en el caso de la reyerta de Malilla, que los adolescentes vayan armados con objetos peligrosos como cuchillos, bates de béisbol o armas blancas.
Sin embargo, la fiscal de menores habla que estos grupos no son bandas como tal. «Son 'grubios', es decir, grupos de menores violentos. No se consideran bandas organizadas porque no siguen una jerarquía. Se juntan por barrios». A pesar de que el uso de las redes sociales no sea el motivo de que se organicen este tipo de reyertas, la fiscal sí que considera que son «una herramienta potente. Hace 20 años no había quedadas de peleas masivas tan organizadas».
Cabe recordar que en estos 'grubios' los rangos de edad son muy diversos. Pueden participar desde niños de 12 años hasta mayores de edad que influyan en sus comportamientos. A pesar de que participen en estos actos violentos, los menores de 14 años continúan siendo inimputables (es decir, no tienen responsabilidad penal a pesar de haber cometido un delito).
Ahora los menores pueden con un simple comentario en una publicación de una red social comenzar la que después se convertirá en una «batalla campal» (como las llaman los participantes). Sin embargo, Consuelo Benavente afirma que la mayoría de las causas abiertas de menores siguen siendo las relacionadas con la violencia paterno filial, los robos, los hurtos o los delitos de lesiones...
Cada vez es más frecuente que los menores lleguen a reacciones extremas que pueden estar motivadas por cualquier nimiedad. Otro de los factores que también puede influir en los menores como comentó la fiscal en una entrevista a LAS PROVINCIAS es que con las redes sociales los adolescentes están expuestos a contenidos muy violentos.
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