Busco un sicario en Valencia
El asesinato del desertor ruso en la Vila Joiosa pone el foco en los crímenes 'profesionales'. Una vida vale 30.000 euros, un ataque con ácido 2.000. La Guardia Civil combate oficinas del cobro que dan «sustos, palizas y hasta torturan». Hay redes que pagan por sacar alijos del puerto de Valencia y 'contratados' para mover botines de estafas. Es la radiografía del delito remunerado en la Comunitat
Un crimen profesional planea, a tenor de sus rasgos, sobre el brutal asesinato de Maxim Kuzmínov, el joven piloto ruso que desertó en agosto con su helicóptero militar para entregarse al ejército ucraniano. Moscú lo ha tildado de «cadáver moral» y «traidor criminal». Fue acribillado a tiros hace una semana en una urbanización de la Vila Joiosa, donde se había refugiado con identidad falsa tras su decisión, que la propia víctima detalló en un vídeo difundido por Ucrania.
Los asesinos persiguieron al militar cuando huía a pie por la rampa de salida de un garaje. La víctima recibió al menos seis disparos. Los ejecutores huyeron en coche y quemaron el vehículo en El Campello para evitar dejar rastro.
¿Cuáles son los entresijos de los crímenes y delitos por encargo? Una vida vale 30.000 euros en Valencia. Es la recompensa que iba a cobrar un grupo de sicarios colombianos que hace dos años intentó asesinar a un empresario de Puçol. El 'objetivo' vive porque el pistolero del grupo falló por unos pocos centímetros y porque la víctima apretó a tiempo el acelerador.
Enero de 2015. Una mujer planea una terrible venganza sentimental en Valencia. Busca a un 'matón' a sueldo y lo encuentra. El hombre elegido es un boxeador argentino afincado en Silla. Recibe 2.000 euros por atacar con ácido sulfúrico a un hombre. Cumple con su 'trabajo' y, por error, deja ciego a otro al confundirse de víctima.
Valencia no es Tijuana ni Medellín. Pero como demuestran casos criminales y operaciones policiales recientes hay quien aceptar llegar a matar a cambio de dinero. Un experto de la Guardia Civil de Valencia asegura que no se trataría de grupos creados 'ad hoc' para matar por dinero, sino delincuentes comunes que pueden llegar a comprometerse con el asesinato si se les tienta con una cantidad elevada.

Es precisamente lo que sucedió en el caso de Puçol. «Eran delincuentes comunes» de origen colombiano, «no sicarios que se ofrecieran como tal, pero aceptaron el trabajo», resume Pablo Cea, portavoz de la Benemérita en Valencia. Casi de milagro, fallaron en su cometido y fueron arrestados tras una costosa investigación.
No es el único caso. Un clan de la droga de Nazaret se agenció supuestamente un sicario en Valencia para ejecutar de ocho tiros a un rival, Francisco P. M., alias 'El Pozo'. Fue abatido de ocho tiros en Favara en 2021. El ejecutor ya estaba curtido. «Residía en Valencia y acababa de cumplir condena por otro crimen en el pasado», describen en la Benemérita. Dos vidas en su 'curriculum' letal. Quien busca y sabe a quién preguntar acaba encontrando.

Sin embargo, la Guardia Civil mantiene que localizar en Valencia a alguien dispuesto a matar a cambio de recompensa no es un asunto sencillo. Al menos, no en la región. «Habría que buscar fuera», matizan. Es exactamente lo que hizo el joven que en 2007 asesinó a sus padres con una catana en Catarroja.
El chico, de 19 años, «navegó por internet y acabó contactando con una persona por correo electrónico. Llegó a enviar a un colombiano 3.000 euros junto a una foto de sus padres y la dirección. Pero no viajó nadie a España», recuerdan desde la Benemérita
'Los Doce Apóstoles', como se hacía llamar la organización, engañaron a Sergio F. A. «Y es que detrás de muchos de estos anuncios suele haber estafadores. Piden el adelanto y se esfuman con el dinero», inciden los especialistas de Policía Judicial. Juegan con una baza: ¿quién va a denunciar que ha intentado contratar a un sicario y éste se han quedado con su dinero para comprometer un crimen?
Hacemos la prueba. Tecleamos en un buscador común de internet las palabras clave: «Busco sicario en Valencia. España» (para evitar resultados de la Valencia de Colombia). Casi todos son entradas sobre noticias de este tipo de delincuentes, pero ningún ofrecimiento comercial. Tampoco en la 'deep web', con buscadores como Tor y con ayuda de un informático, resulta posible encontrar, a bote pronto, el anuncio de un asesino a sueldo.
Eso sí, varios sitios comercializan drogas. Y armas. Como una tienda digital en la que una pistola Walter PPK de 7,6 milímetros se envía a domicilio por 600 euros (o al menos eso aseguran), vulnerando aparentemente los controles sobe este tipo de mercancía de posible uso criminal.

En otras ocasiones, Valencia ha aparecido como escondite de sicarios y matones huidos de sus países. Destaca el caso de Henry Norberto Valdés Marín, alias 'Pollo', y Alberto González Sepúlveda, 'Ronco', de 44 años. Vivían en un chalé de l'Eliana hasta que fueron apresados por la Policía Nacional. A sus espaldas, más de 200 asesinatos selectivos, secuestros y torturas en Colombia.
Vicente Ibor es un conocido abogado penalista y diputado del Ilustre Colegio de Abogados de Valencia (ICAV). En sus 35 años de trayectoria profesional no ha tenido que defender a ningún sicario, pero sí se los ha encontrado en sumarios de casos en los que ha trabajado en la región. Y aporta datos sobre su perfil: «Suelen ser colombianos, venezolanos o de Países del Este, acostumbrados a guerras, al manejo de armas y de lugares donde no dan valor a la vida».
Según Ibor, «es muy fácil encontrarlos». Es cuestión «de tener el dinero suficiente y de conocer a alguien en el ámbito delictivo». Y coincide con la Guardia Civil: «Normalmente los que se anuncian en internet son estafadores». De los casos de sicarios que ha conocido, «ninguno residía en la Comunitat», pero sí se ha encontrado con ejecutores profesionales afincados en otros puntos de España. «Suelen actuar fuera del territorio donde viven. Llegan, matan y se van, manteniendo así su zona de confort».
En el caso del desertor ruso acribillado en la Vila Joiosa, el experto penalista lo vincula con un crimen profesional «que podría estar más próximo al mundo de la inteligencia, por los detalles que se han publicado y sin conocer la investigación». De un modo u otro, «quien asesina a cambio de recompensa o precio se expone a penas de hasta 20 años de cárcel o incluso prisión permanente revisable».
Oficinas de cobro: amenazas, palizas, torturas...
Por suerte, los crímenes de sicarios son contados en la Comunitat. Mucho más frecuente es la actividad de las llamadas oficinas de cobro. En este caso, ahondan los agentes consultados, «se trata de grupos de tres o cuatro miembros» cuya especialidad esencial es conseguir que alguien pague una deuda, ya sea por alguna venta no cobrada, de la prostitución o de droga.
Ellos cobran recompensa del acreedor y convencen al deudor con miedo y, si es necesaria, la agresión física directa. «No diremos cuánto pueden llegar a cobrar para no alentar el delito», zanjan en la Guardia Civil, «pero les da para vivir» de su terrible actividad.
En cuanto a su procedencia, las hay de españoles, de sudamericanos y de Europa del Este, esencialmente. O combinaciones de varias nacionalidades. ¿Sus métodos? Escalofriantes. «Desde la amenaza gestual y verbal, mostrar una pistola, enseñar una foto de hijos o familiares del perseguido…». Y si el amenazado no paga o se resiste «aparece ya la paliza de encapuchados, los cortes y hasta la tortura».
Cuando se trata de cobros en los que hay que subir la intensidad, el asalariado encargado de la extorsión «suele venir de fuera». Hablamos de gente que llega a Valencia, «baja del avión, hace su encargo y se marcha». En los casos más graves, la Guardia Civil se ha encontrado con «dedos cortados o uñas arrancadas».
Normalmente, las deudas reclamadas suelen proceder de asuntos turbios, por lo que la víctima de la amenaza o agresión no suele denunciar hasta que el miedo es ya insoportable y teme por su propia vida o la de su familia. En otras ocasiones, la oficina de cobro asume «otros encargos que van desde el robo de droga o el atraco».
En general, el 'trabajo' delictivo bajo recompensa o cobro va a más. Es lo que Europol ya describe con el concepto de 'crime as a service'. «Antes había una organización delictiva amplia cuyos miembros asumían muchas funciones. Y ahora segmentos dispares que generan determinados servicios delictivos a otros delincuentes o a una persona que necesita métodos ilegales ante una situación concreta que le afecta», detallan desde la Benemérita.
Los 'extractores' de alijos del puerto
Otro segmento delictivo en el que la Guardia Civil de Valencia se ha encontrado con 'trabajos' muy bien pagados es la extracción de droga en el puerto, habitualmente con los alijos de cocaína que llegan ocultos en contenedores. Y en este cometido concreto operan no una sino «varias organizaciones».
Sus miembros, ahondan, «son personas que conocen muy bien la operativa del puerto, bien por proximidad a la instalación, por 'soplos', porque han sido antiguos trabajadores o porque saben de quién obtener la información». En definitiva, conocen el terreno en el que se mueven.
Noticia relacionada
El puerto de Valencia, otra vez principal vía de entrada de cocaína en España
¿Cómo funciona su negocio? «Un traficante principal que está en Albania, por ejemplo, contacta con los 'extractores' de droga del puerto y les indica que un día concreto va a llegar un contenedor procedente de sudamérica con el alijo». Ese narco o esa red no tiene miembros en Valencia , por lo que paga a la 'mafia' local cuyos miembros penetran en el puerto o en los puntos de almacenamiento, burlan las medidas de seguridad y sacan la cocaína para entregarla a la persona indicada.
Fin del trabajo. ¿Cuánto le debo? «Hemos detectado tanto pago en dinero como en especia, en droga. Por ejemplo, si has extraído 100 kilos te quedas con 5», exponen los guardias civiles. Sólo esos 5 kilos ya suponen una remuneración aproximada de 85.000 euros por la labor, tal y como está el precio del estupefaciente en la actualidad.
Entre los asalariados de la droga también es célebre la labor de personas que asumen el riesgo de viajar a países productores para traer bolas ocultas en su organismo y eludir los controles de equipaje aeroportuarios. «Pero esto, en Valencia, es casi anecdótico», mencionan. Los vuelos llegan a Barajas y es ahí donde las Fuerzas de Seguridad interceptan a las 'mulas' de la droga. «Es muy raro que tomen un segundo vuelo a Valencia con las bolas dentro, demasiado tiempo y demasiado riesgo», razonan.
Hombres de paja: necesitados convertidos en delincuentes
Una cuarta modalidad de delito remunerado detectada en Valencia es la de los llamados hombres de paja. «Normalmente son drogodependientes, personas sin hogar o desempleados a los que organizaciones delictivas tientan con una recompensa en un solo pago por asumir un cometido concreto», explica la Guardia Civil. Suelen figurar como titulares de una empresa o abrirse una cuenta bancaria para que, de ese modo, muevan dinero de procedencia ilegal.
Su 'salario' es de lo más dispar. «Desde un bocadillo y un café con leche a 50 euros». A través de ellos la organización logra blanquear grandes cantidades de dinero o darle curso entre cuentas bancarias sin arriesgarse en caso de investigación policial. Es decir, en caso de un seguimiento del dinero, los agentes detectarán al hombre de paja e irán contra él. «Nos hemos encontrado a titulares de este tipo de empresas fantasma que estaban durmiendo en un banco», detallan.
Mulas de las estafas en internet
El término 'phising' se ha popularizado. Posiblemente cualquiera que lea estás líneas habrá recibido ese correo sospechoso que en nombre del banco pide las claves bancarias con un sinfín de excusas, o ese SMS al móvil con los mismos propósitos. El bombardeo es mundial porque internet no conoce fronteras. Pero los que saquean las cuentas de las víctimas y quieren mover el dinero procedente de las estafas necesitan a un intermediario para cubrirse las espaldas y es ahí donde entra la 'contratación' de mulas, algunas de ellas en la Comunitat.
¿Cómo funciona el entramado? «Ponen anuncios en internet prometiendo dinero fácil y sin salir de casa», detallan los expertos de la Benemérita. Basta abrirse una cuenta, recibir el dinero y transferirlo a otra cuenta. «Si mueven 10.000, se quedan 1.000, por ejemplo. Ellos piensan que no están cometiendo un delito, pero una persona debe saber que si mueve dinero sin saber quién se lo manda, esos fondos pueden ser de procedencia ilícita», matizan los agentes.
Esos pagadores de las mulas valencianas del 'phising' suelen estar, físicamente, «en Rusia, en Nigeria, en Ucrania...». Una vez envían el dinero a la cuenta de la persona pactada en cualquier punto del planeta el rastro del dinero obtenido ilegalmente por los engaños se empieza a difuminar y así se complica la investigación.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.