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La Audiencia de Valencia ha impuesto 52 años de cárcel al entrenador infantil de un equipo de fútbol de un municipio de l'Horta. Considera probado la Sección Segunda del tribunal que grabó una serie de abusos sexuales a menores lo que le ha valido una severa condena que, en la práctica, se traducirá en un cumplimiento máximo de dos décadas entre rejas, según el fallo al que ha tenido acceso este diario.
En concreto, la sentencia impone al pederasta diez años y cuatro meses de prisión por cada una de las víctimas de abusos, tres menores de 16 años. De igual modo, el tribunal ha dictado una orden de alejamiento respecto a los tres jóvenes y le inhabilita durante 14 años para ejercer cualquier profesión que contemple trato con menores.
Se suma la pena de tres años de prisión por pornografía infantil, otros 18 años de cárcel por la elaboración de material pornográfico con sus tres víctimas y otros tres meses de prisión por tenencia de pornografía infantil.
Jaime M. P. comenzó a ser juzgado el viernes 13 de mayo. Se sentaba en el banquillo un exentrenador de la categoría infantil de un club de fútbol valenciano de l'Horta acusado de abusos sexuales a tres menores y de grabar a otros adolescentes cuando éstos estaban desnudos en los vestuarios. La Fiscalía pedía para el sospechoso penas que suman 50 años de cárcel. Se trata de uno de los casos más graves en este tipo de delitos contra la libertad sexual ocurridos en la Coomunitat
Según el escrito de acusación, Jaime comenzó a entrenar en septiembre de 2019 al equipo (cuyo nombre y pueblo omitimos en aras de la protección de los menores). También dirigía al conjunto en los partidos de fútbol que disputaban los fines de semana.
Como describe el fiscal, aprovechando su privilegiada situación comenzó a grabar en vídeo a los menores cuando se encontraban desnudos en los vestuarios, conservando las tomas en una memoria digital externa. Las víctimas son menores de entre 10 y 15 años.
Pero no quedó ahí la investigación. Según el fiscal, entabló relación con los tres hijos de una amiga y abusó de ellos durante el año 2014 mientras dormían. A uno de ellos, la acusación le atribuye una penetración anal. También se le acusa de tocamientos y felaciones a su primo. Y, por último, se le atribuyen unos abusos a un chico que no ha podido ser identificado pero que aparece en 38 de las fotografías que el sospechoso almacenaba en un lápiz de memoria.
Según las investigaciones, Jaime almacenaba gran cantidad de material pornográfico infantil, tanto descargado de páginas web a través de internet como de elaboración propia. Supuestamente llegó a atesorar hasta 44.000 fotografías de niños y adolescentes en los diferentes dispositivos electrónicos que le decomisaron.
Con todo, la Fiscalía le imputaba cinco delitos de elaboración de pornografía infantil por los que pide que cumpla 35 años de cárcel. Por los tres delitos de abusos sexuales continuados con penetración, el sospechoso se enfrentaba a 15 años de prisión. Por último, la tenencia de pornografía infantil podía llegar a sumarle otros seis meses de privación de libertad.
El 11 de abril debería haber comenzado el interrogatorio a Jaime, que apareció en la sala con el rostro cubierto con una capucha para no ser reconocido. Pero la vista no avanzó al solicitar su defensa la suspensión del juicio.
Entendía el abogado que los dispositivos informáticos con las imágenes no son una prueba incriminatoria legal, al haberse visto vulnerado su derecho a la intimidad porque los encontró su mujer en una mochila «de su propiedad». De hecho, ella ha sido denunciada por estos hechos. Con este argumento, solicitó el letrado su nulidad y que no fueran valoradas durante la vista.
La vista arrancó pasadas las diez de la mañana, con la declaración del acusado. Jaime se ha negado a responder al fiscal. Su abogado le preguntó por la mochila en la que guardaba los lápices de memoria digital sujetos a investigación, que además el acusado ha llevado a la sala en un evidente intento de convicción. «Sí, era mía, es mía, y esos dispositivos los adquirí yo», dijo.
El letrado le dirigió otras preguntas tendentes a intentar sustentar su inocencia. «Yo soy consumidor de alcohol y cocaína desde hace muchos años y consumía cuando estaba con mi exmujer», describió, «y a veces discutimos por ello». Jaime aseguró haber recibido tratamiento psiquiátrico y de desintoxicación.
Tras el sospechoso intervino uno de los policías nacionales que actuó en la investigación. «La mujer había encontrado el material del procesado en una mochila y habían discutido. Ella estaba muy alterada», explicó. «La mujer, en shock, decía que había localizado ropa interior infantil y un bote de chicles con varios 'pendrives'» con pornografía de menores.
«Cuando llegamos lo tenía insertado en el ordenador y había fotos explícitas de menores en poses sexuales», detalló el agente. La mujer también expuso a los agentes que Jaime «guardaba ropa interior de niños hasta en el batín y las prendas en la mochila estaban perfectamente seleccionadas con plásticos».
Otro agente explicó que «los calzoncillos estaban separados en bolsitas, bien ordenada, doblada, algo húmeda». Él decía que eran «de niños que se le habían olvidado». Había «más de 15 prendas, pequeñas y algo más grandes». Ante estos hechos, Jaime fue arrestado por la presunta posesión de pornografía de menores.
Un policía expuso que, según la mujer, «el hombre se había marchado de casa tras la pelea y luego, como no le abría, había regresado por un deslunado insistiendo en que le entregara los lápices de memoria», que finalmente fueron decomisados.
Otro agente comprobó que algunos interiores del vestuario del club de l'Horta donde entrenaba Jaime coincidían con las imágenes halladas entre el material pedófilo intervenido al sospechoso y así lo ha corroborado ante el tribunal.
Una investigadora aseguró que la madre de una de las víctimas de los abusos reconoció a su hijo en una de las grabaciones de índole sexual confiscadas al acusado. «La mujer se hundió al ver aquello», ha descrito. «Dijo que no quería denunciar porque estaba separada y tenía miedo de que su exmarido lo utilizara para quitarle a los niños».
Un responsable del club donde trabajó Jaime aseguró que fue contratado como delegado de equipo «pero también hizo labores de entrenador por las que tenía acceso a los vestuarios para mantener allí el orden». En el club, donde se entrena a niños de entre 12 y 14 años, «no permitíamos el uso de teléfonos móviles en los vestuarios».
Uno de los testimonios más relevantes fue el de la exmujer del sospechoso, que descubrió el material pedófilo y las prendas infantiles que guardaba. «En ese momento teníamos un niño de dos años», explicó. El día de los hechos, Jaime «estaba borracho».
«Al coger la ropa para lavar fue cuando encontré la ropa interior y los 'pendrives' en la mochila. Era una mochila de uso común, no estaba con un candado, ni escondida, ni en un cofre, sino en el suelo de la terraza», aseguró. «Yo sólo quería saber si había algo más para lavar». Esa mochila «también la he usado yo, nos la regaló mi tío».
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