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«Mi conciencia ya no me deja tranquilo. Necesito contar la verdad. Estoy profundamente arrepentido de lo que hice. Siento mucho el daño que le he hecho a la familia de Antonio y a la mía. Quisiera contar las cosas como de verdad ocurrieron». Así comenzó su declaración Salva R. L., el asesino confeso del ingeniero noveldense Antonio Navarro Cerdán, el día que delató a su examante: Maje M. C., la viuda negra de Patraix.
La segunda confesión del homicida ante el juez, a la que ha tenido acceso LAS PROVINCIAS, incrimina a Maje como coautora del asesinato. Las manifestaciones que Salva realizó de forma voluntaria ante el magistrado, el fiscal y los abogados de las partes personadas duraron poco menos de una hora. Cabizbajo con apariencia de aflicción y arrepentimiento, el auxiliar de enfermería confirmó el móvil pasional que le empujó a acabar con la vida de Antonio, con un primer intento de asesinato en julio de 2017, y la planificación con su amante tanto del apuñalamiento como de sus coartadas y declaraciones en el caso de que fueran detenidos,algo que sucedió el 10 de enero de 2018 tras una ardua investigación policial.
Salva explicó que Maje le preguntó en mayo o junio de 2017 si estaría dispuesto a matar a Antonio si ella se lo pidiera. La pareja estaba en una casa de campo en Ribarroja y ella inició una conversación sobre la muerte de dos compañeros de su marido en un accidente de tráfico. «Me comentó que ojalá hubiese sido él, que ya no aguantaba más, que quería verlo muerto, y siguió hablándome hasta preguntarme si yo lo mataría por ella; y después de un instante le dije que sí. Que yo haría cualquier cosa por ella», afirmó ante el juez.
Tras hablar varias veces más sobre cómo y dónde cometerían el crimen, Maje le propuso que usara un cuchillo «porque es silencioso», y sugirió también que la agresión fuera en el garaje, puesto que es «un sitio donde no va mucha gente», señaló Salva. Durante su declaración, el homicida precisó que su amante en aquel entonces «no quería que lo hiriera, sino que muriese».
Respecto a la primera fecha que eligieron para asesinar al ingeniero, Salva manifestó que planearon cometer el crimen en el mes de julio, porque el matrimonio tenía un viaje programado para septiembre y Maje no quería irse de vacaciones con su marido. «El plan era hacerlo cuanto antes. Me dio la llave del garaje y me dijo la matrícula del coche, la plaza e incluso si lo aparcaba fuera o dentro, porque a veces si había sitio en la calle lo aparcaba fuera», explicó.
Pero la noche anterior al día que eligieron en julio para perpetrar el asesinato, la joven no logró convencer a su esposo para que estacionara el vehículo dentro del garaje de la calle Calamocha. Este imprevisto obligó a los amantes a retrasar su plan criminal. «Al ser período vacacional había mucho sitio en la calle y él aparcó el coche fuera. Entonces (Maje) me mandó wasaps bastante cabreada, porque no lo había convencido para que lo aparcara dentro. Tengo prueba de ello. No sé si la policía los habrá encontrado, pero tengo correos con la conversación como que ella está muy disgustada porque no había podido convencerlo para que aparcara el coche en el garaje», aseguró Salva.
Tras este intento, Maje mostró su enfado mientras que su amante y compañero de trabajo en el hospital sintió «un gran alivio» porque no tenía que matar a Antonio, al menos de momento, según confesó. La segunda fecha que eligieron para cometer el crimen fue el 16 de agosto. Ese día no fallaron. Cuando Salva regresó a Valencia tras pasar unos días de vacaciones con su mujer y su hija en Moncofa, volvieron a hablar por teléfono y fijaron otro día a través de WhatsApp. Sería a la misma hora, concretamente sobre las siete de la madrugada, y el hombre enamorado debía acudir al garaje con un cuchillo escondido en su ropa.
Maje le había dicho varias veces que su marido le infligía malos tratos, y Salva quería acabar con el sufrimiento de su amante. «Estaba muy nervioso. Tenía muchas ideas en la cabeza por todo lo que ella me contaba, y temía que pasara del maltrato psicológico a las manos», aseveró el homicida. «Se oyen en las noticias casos en los que muchas veces sin denuncias previas luego hay víctimas, y no podía consentirlo, no podía perderla. Vengo de una familia cristiana y he trabajado muchos años en un hospital católico. Lo siento. No sé lo que me pasó», añadió entre sollozos.
La noche anterior al crimen no pudo dormir. Su excitación nerviosa le impidió conciliar el sueño. El día 15 de agosto por la tarde, Maje le envió un mensaje para decirle que su marido había aparcado el coche en el garaje. Ya no habría vuelta atrás. Era la señal que habían acordado. Antes de salir de su casa, calculó bien el tiempo para afrontar cualquier inconveniente con suficiente antelación. Llegó de noche al barrio de Patraix, aparcó su moto en una calle cercana, entró en el garaje, bajó a la segunda planta y se sentó en el suelo detrás de un coche para esperar a la víctima.
Cuando explicó cómo acuchilló a la víctima, Salva fue menos explícito y dijo que Antonio no se defendió tras su brutal y rápida agresión. Horas después, la viuda le envió un mensaje. Eran las tres de la tarde del 16 de agosto. Maje estaba nerviosa y quería verle. «Como ya declaré ante la policía, fui a verla a casa de su hermana y le conté cómo había sido todo, pero ella ya lo sabía. Luego se fue a Novelda y ya no supe nada más de ella. Me llamó a finales de agosto o septiembre para contarme cómo estaba», manifestó.
El homicida también señaló que se puso de acuerdo con su amante para enviarle un mensaje secreto cuando hubiera cometido el asesinato en el garaje. «Cambié el estado de WhatsApp y así sabía ella que ya lo había matado», afirmó ante el juez. Cuando el fiscal le preguntó por qué no había confesado antes, Salva respondió: «Quería protegerla».
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