Cabe recordar que al Tuvi ya le intervinieron una escopeta de perdigones tras la agresión machista a una anterior pareja, lo que constata su afición por este tipo de armas. Con el presunto homicida de Wafaa ya en prisión provisional, la Guardia Civil centra también sus investigaciones en el coche que usaba el sospechoso. Se trata de un BMW de color blanco que ya ha sido localizado e incorporado a los elementos de interés para la Unidad Central Operativa (UCO) de la Benemérita. Según fuentes de la investigación, podría tratarse del vehículo utilizado para trasladar el cuerpo de la joven desde la finca en Carcaixent de la familia del sospechoso a la otra vendida a un ciudadano inglés y conocida como Casa Vidalet en la que arrojó a Wafaa al fondo de un pozo.
Como avanzó este diario, la víctima murió asfixiada y el cuerpo presentaba cinta aislante que cubría toda la cabeza. Además, Wafaa fue inmovilizada con este mismo elemento colocado en sus muñecas y estaba desnuda de cintura para abajo, detalles que cuadran con la hipótesis de una posible agresión sexual.
La Guardia Civil ha podido constatar que David estaba obsesionado en su búsqueda de un encuentro sexual con Wafaa que ella no deseaba. Le enojaba especialmente que la joven viviera con un hombre mucho mayor y, sin embargo, no aceptara sus propuestas sexuales.
Mientras la Benemérita trabaja por recomponer el puzzle del asesinato, el abogado de la familia de Wafaa anunció ayer, a consultas de LAS PROVINCIAS, que explorara la posibilidad legal de pedir la prisión permanente revisable para el sospechoso. Es la máxima pena que permite el sistema legal español y que el Código Penal reserva para los casos criminales más graves. En el caso del Tuvi y Waffa, la puerta a esta solicitud de pena se abriría bajo el supuesto de un asesinato «subsiguiente a un delito contra la libertad sexual que el autor hubiera cometido sobre la víctima», como contempla el artículo 140 del Código Penal.
La tragedia de la joven de la Pobla Llarga guarda enormes semejanzas con un caso juzgado y sentenciado en julio del año pasado en Valencia. La prisión permanente revisable fue la pena impuesta a Rubén M. por violar a la joven Vanessa Ferrer y asfixiarla hasta la muerte para luego arrojar su cadáver a una sima en Chella. Sucedió el 26 de octubre de 2016 y, junto al doble delito homicida y sexual, confluía el hecho de que ella era menor.
En aquel caso quedó probado que Rubén, como parece suceder con David a tenor de las investigaciones, perseguía una relación sexual con la víctima a la que ésta no accedía. El asesinato aparece como el mecanismo machista e inhumano para obtener el fin perseguido por el agresor.
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