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El cultivo intensivo de marihuana se dispara con 85 intervenciones al año

La Guardia Civil alerta de que los traficantes están aplicando la modificación genética de plantas para conseguir una droga tres veces más potente

J. A. MARRAHÍ

VALENCIA.

Sábado, 8 de febrero 2020, 23:50

El aumento de adicciones a la marihuana en la Comunitat puede guardar relación con el modo en que esta droga se está cultivando en los últimos años. Según fuentes del Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA), las intervenciones del estupefaciente en la región muestran que la producción de cultivos intensivos se está disparando, con métodos cada vez más sofisticados y manipulaciones genéticas que permiten lograr un producto hasta tres veces más potente.

Las cifras resultan sorprendentes. Según explica un experto del departamento en la Comandancia de Valencia, «en cinco años hemos pasado de realizar unas cinco intervenciones de este tipo de cultivos en interiores a acabar el año pasado con 85. El aumento es bárbaro». Los traficantes locales de esta droga «se han dado cuenta de que es mucho más seguro y rentable producir así la marihuana que traerla de otros países».

Dentro del cultivo intensivo, los agentes destacan la proliferación de las cosechas hidropónicas de marihuana. La hidroponía, o cultivo fuera del suelo, consiste en aportar a las plantas un sustrato artificial y poroso. En él las raíces se puedan anclar, con el suministro de un flujo continuo de una disolución de agua y nutrientes en busca de la máxima producción posible.

Los traficantes logran tres cosechas anuales en vez de una mientras la adicción crece en la Comunitat «El cultivo hidropónico se ha extendido, casi siempre con enganches ilegales», explica un experto

El salto, obviamente, es cuantitativo. «Los productores de marihuana están sacando así tres cosechas al año, cuando hace un tiempo sólo conseguían una». Pero también hay un factor cualitativo: «La marihuana que estamos interviniendo es de mayor pureza, pues parte de variedades con un 30% de principio activo en vez del 10% que veíamos hace unos años. Y con un aprovechamiento de los cogollos en vez de las hojas».

Los nuevos 'megaproductores' de marihuana en la Comunitat buscan espacios en zonas rurales, pueblos o urbanizaciones. Suelen asesorarse en 'grow shops' sobre los métodos. «Al fin y al cabo, la venta del material necesario para un cultivo hidropónico no es delito. Es el mismo que se emplea en otras producciones que no son ilegales». Estas grandes cosechas son siempre interiores, 'indoor' en su extendida denominación inglesa. Y van acompañadas de un según delito: el fraude de los enganches ilegales. «Prácticamente no hay ninguna de estas plantaciones que no esté utilizando el suministro eléctrico ilegalmente. Es tal el consumo para alimentar los ventiladores o las lámparas de luz que si lo hicieran de otro modo no les resultaría rentable», detalla el experto antidroga.

Y en medio de este panorama, las adicciones al cannabis están creciendo en la Comunitat desde 2016, según los datos que maneja la Conselleria de Sanidad. En el último año medido, 2018, fueron casi 1.800 las personas que acudieron a la sanidad pública para desintoxicarse. Pero atención. Son sólo los que dieron el paso tras admitir su adicción. Obviamente, la bolsa real de adictos podría ser muchísimo mayor.

El cannabis se está cebando especialmente con los jóvenes. En ese último año analizado creció de manera muy significativa la franja de adictos menores de edad: iniciaron tratamiento casi 500, frente a los 431 de 2017. También aumentó el número de nuevos toxicómanos de entre 18 y 34 años: 861 en todo 2018. Por contra, descienden las adicciones en edades más adultas. La conclusión es obvia: es el consumo juvenil el que está disparando las adicciones al cannabis.

Desde el Ministerio de Sanidad, resumen así el riesgo del estupefaciente: «Provoca dificultades para estudiar», por lo que puede convertirse en la antesala del fracaso escolar. Segundo peligro fundamental: la adicción. Uno de cada diez personas que lo prueban acaban enganchadas. También terminan convertidos en toxicómanos uno de cada tres de los que lo toman de manera habitual. Y su factura aún puede ser más cara: «enfermedades pulmonares, trastornos cardiacos, psicosis y esquizofrenia».

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