El padre acusado de asesinar a sus dos hijos de seis meses y tres años en Godella no instigó a su pareja a cometer el crimen, según el escrito de conclusiones de su abogado, Arturo Peris, quien solicitará en el juicio la absolución de Gabriel Salvador C. A. al considerar que no cometió ningún delito.
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La defensa asevera que el procesado dormía cuando María G. M. sacó a los menores de la casa y les propinó multitud de golpes en la cabeza, en la madrugada del 14 de marzo de 2019, «siguiendo la voluntad de Dios que ella conocía directamente a través de su voz», según manifestó la joven, presuntamente, a un médico forense tras ser detenida por la Guardia Civil.
Peris concluye que la madre de los niños perpetró el doble asesinato entre las diez de la noche y las cuadro de la madrugada, sin que Gabriel se percatara en ningún momento de los violentos hechos, y luego enterró los cadáveres cerca de la casa donde vivía la familia «sin la intervención ni conocimiento» del padre de los menores.
Con respecto al móvil del crimen, el abogado asegura que la causa directa fueron «las ideaciones delirantes, tramas paranoides y alucinaciones acústicas» de la madre de los niños. «María padecía desde hacía tiempo, posiblemente desde el parto de su hija, esquizofrenia paranoide y sufrió un brote florido en el mes de marzo de 2019», señala el escrito de la defensa de Gabriel.
Sin embargo, la enfermedad mental «nunca le fue diagnosticada a pesar de que en febrero de 2019 visitó a un psiquiatra, quien le dijo a la joven que solo padecía ansiedad», sostiene Peris. Los hechos investigados «no constituyen delito alguno respecto a Gabriel, y por tanto, no tiene que responder como autor ni en concepto alguno de responsabilidad criminal ni civil», añade el letrado.
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El fiscal pide 25 años de cárcel
El relato y las conclusiones del fiscal son diferentes, ya que afirma en su escrito de acusación que los padres «actuaron de común acuerdo, haciendo y dejando hacer el uno al otro para acabar con la vida de sus hijos».
El ministerio público considera que Gabriel inculcó en su pareja creencias místicas y extravagantes. «Ambos acusados compartían ideas consistentes en la existencia de una secta que les perseguía, asediaba, abusaba sexualmente de su hijo Amiel y tenía la intención de secuestrarlos», asegura el fiscal.
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En los primeros meses de 2019, las creencias de los procesados se vieron incrementadas por dos acontecimientos: la denuncia por ocupación ilegal de la casa donde vivían Gabriel y María con sus hijos, y la preocupación de la abuela materna «ante el temor de que algo pudiera sucederle a sus nietos», según la acusación pública.
Como consecuencia de las obsesiones sobre la secta que ellos creían que les perseguía, Gabriel inculcó a María la idea de que la única forma de proteger a sus hijos del asedio «era, previo un baño purificador de sus almas, terminar con sus vidas y enviarlos al más allá para que posteriormente pudiera revivir», asevera la acusación pública.
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Tras apreciar la eximente completa de anomalía psíquica en la madre por el grave trastorno mental que padece, el fiscal pide para ella un internamiento en un centro psiquiátrico; mientras que para el padre solicita una condena de 50 años de prisión por dos delitos de asesinato. La defensa de Gabriel ha solicitado la declaración en el juicio de 13 testigos, entre los que se encuentran seis policías locales de Godella y dos guardias civiles.
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